Sobre el poeta Félix Grande y otros «paletos» de Tomelloso

También desfilan lentamente, cabizbajos y cariacontecidos, al corriente del óbito, el abuelo Palancas, Antonio Machado y Juan Sebastián Bach, supremo abuelo de la música para Grande. Han salido de las páginas del libro La balada del abuelo Palancas plenos de fantasía y acompañados de una música maravillosa, obra que el mismo Félix Grande consideraba como el mejor libro que había escrito y que muestra su preocupación por la memoria. Y es que hasta la edición de esta novela en el año 2003, según Pilar Cáceres (Memoria, lenguaje y trauma en la obra de Félix Grande, Madrid, 2013),«no había desplegado de manera tan clara los mecanismos curativos del autoanálisis ya presentes en su poesía, donde Grande parte hacia un abismo de interioridad y de reconciliación con su propia circunstancia vital e histórica».

Durante varios cursos recomendé a mis alumnos de Historia de Castilla-La Mancha y de Historia y Cultura de España, entre otras lecturas, este magnífico libro de Félix Grande. Y al exponer las razones de tal decisión explicaba que, además de un brillante recorrido por el siglo XX español, podía calificarse como una especie de obra fundacional del mancheguismo. En realidad es una autobiografía novelada, donde se mezclan los sucesos trágicos con pinceladas humorísticas, y confluyen la literatura, el arte, el vino, el trabajo, el compromiso, la reivindicación, la tierra, la vida, la muerte, la poesía, la dictadura, la democracia, la música...

La periodista Elvira Daudet publicó en 1972 un reportaje titulado «Seis "paletos" de Tomelloso» (ABC, 20-2-1972). Reunió en Madrid a Eladio Cabañero, Paco García Pavón, Félix Grande, Antonio López García y Antonio López Torres. A la cita faltó Francisco Carretero, fallecido en 1962. Era una época en la que el mito del paletismo estaba en su apogeo en España, sobre todo en los espectáculos públicos, hasta el punto que Juan Cueto, por ejemplo, escribía de«La moda de los paletos» (El País, 16-5-1976).

La también poetisa conquense hacía en su artículo el ejercicio de reunir en la plaza de Tomelloso, una tarde del verano de 1950, a Francisco Carretero Cepeda (1879-1962), agricultor y alcalde (1918-1920, 1921-1923 y 1931); Antonio López Torres (1902-1987), trabajador del campo y pintor; Francisco García Pavón (1919-1989), escritor y crítico literario; Eladio Cabañero López (1930-2000), trabajador del campo, albañil y, después de su traslado a Madrid en 1956, sucesivamente, trabajó en la Biblioteca nacional, Editorial Taurus y La Estafeta Literaria; Antonio López García (1936), pintor; y Félix Grande Lara (1937-2014), pastor, vaquero, escritor, poeta y flamencólogo.

Elvira Daudet sintetizaba así su visión del grupo de tomelloseros :«Son cinco fragmentos vivísimos y uno perdido; seis pinceladas de humor, talento y humanidad; seis cazurrerías distintas que, entonadas, forman un lienzo asombroso que es Tomelloso, insólito pueblo que ha dado a España seis paletos geniales». Era, todavía, el tiempo del paletismo, el tiempo de la cazurrería manchega.

El último del sexteto en llegar al mundo, Félix Grande, de familia pobre, fue pastor, vaquero, tendero, aficionado a la guitarra, a la música, y, sobre todo, lector empedernido, hasta que marchó a Madrid en 1957 y pudo trabajar en Cuadernos Hispanoamericanos. De aquellos años recordaba, sobre todo, su encuentro con Eladio Cabañero a los diecisiete años pues fue él quien le puso en contacto con la poesía importante.

No es casualidad que en Valdepeñas se celebre desde 1940 una importante exposición dedicada a la pintura. Ha tenido nombres diferentes, desde«Primera Exposición de Arte Valdepeñero» a«Exposición Internacional de Artes Plásticas de Valdepeñas», pasando por «Exposición Provincial de Artes Plásticas de Valdepeñas», «Exposición Manchega de Artes Plásticas de Valdepeñas», «Salón Nacional del Movimiento de Artes Plásticas de Valdepeñas» o«Exposición Nacional de Artes Plásticas de Valdepeñas». Tampoco que en Tomelloso tenga lugar el prestigioso«Certamen Cultural Virgen de las Viñas», que funcione desde 2007 la «Orquesta Sinfónica Verum», de Bodegas y Viñedos Verum, o que exista el Museo de Arte Contemporáneo en la Cooperativa Virgen de las Viñas.

Tomelloso no sólo es la ciudad del vino. También la cultura ha sido componente importante de su identidad, hasta el punto que se ha llegado a presentar como la Atenas manchega. El 1 de mayo de 1976 el diario ABC publicaba un artículo de García Pavón dedicado al pintor Antonio López García y el creador del mito manchego llamado Plinio recordaba que el periodista e historiador Melchor Fernández Almagro llamaba a Tomelloso,«con risa morena y granadina», la Atenas de La Mancha. Muchos autores han utilizado tal denominación, incluso Rafael Conte en la necrológica editada en El País el día 20 de marzo de 1989: «Si hubiera que buscar al hombre que convirtió esa localidad castellana de Tomelloso en una especie de Atenas manchega, de la que salieron figuras como las del pintor Antonio López o los poetas Eladio Cabañero o Félix Grande, el nombre de Francisco García Pavón se impone de antemano».

Efectivamente, García Pavón fue un gran impulsor de la vida cultural en Tomelloso y apoyó a creadores diversos. Félix Grande recordó en varias ocasiones sus enseñanzas, como la manera de dirigirse al público: «Paco G. Pavón me enseñó que cuando hables en público mueve a la gente el corazón porque si no, moverán el culo». Por su parte, Pavón recordaba la época de bibliotecario en Tomelloso, cuando Cabañero y Grande se llevaban libros en abundancia que creía no llegaban a leer. Hasta que un día habló con ellos y pudo comprobar que los leían y con aprovechamiento.

La idea de Atenas manchega para Tomelloso me parece más apropiada que la de paletismo o cazurrería, utilizada con relativa frecuencia en el último franquismo. Pero ese ambiente cultural que evoca la expresión que lanzó Fernández Almagro no es resultado de la nada o de la coincidencia. Es consecuencia de las actividades y aficiones de una burguesía del vino que tuvo un desarrollo importante en Tomelloso, convertida, por otra parte, en una de las agrociudades de La Mancha formada gracias al gran desarrollo de la viticultura desde las últimas décadas del siglo XIX. El cultivo de la vid fue responsable del despegue económico que transformó significativamente el aspecto físico y el nivel de renta de la localidad. Gracias a las viñas se fue levantando una considerable industria de transformación agroalimentaria dedicada a la destilación de los mostos, base de otros caminos industriales. Esa burguesía tuvo cierto regusto por la vida cultural y conoció representantes señeros como Francisco Martínez Ramírez (El Obrero), que potenció la actividad económica, cultural y social.