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El Greco en el siglo XVII (III)

Escribimos en la anterior entrega sobre las opiniones de Carducho y Francisco Pacheco y ahora ahondamos en este siglo y en lo que pensaban los barracos sobre el Greco

El Greco en el siglo XVII (III)

antonio illán illan y óscar González Palencia

Ahondemos ahora aún un poco más en los juicios, inopinadamente encomiásticos, despertados por El Greco en el XVII . Uno de los nombres más relevantes de entre los estudiosos de la pintura en aquella centuria fue el humanista Lázaro Díaz del Valle, a quien debemos, ... entre otras obras, todas inéditas, un tratado sobre la pintura y los pintores, dividido en dos partes, una de las cuales, fechada en 1659, y dedicada a su íntimo amigo Diego de Silva y Velázquez, contiene un juicio sobre El Greco expresado en los siguientes términos: «Dominico Greco, llamado vulgarmente el Griego: fue un gran pintor y sus obras son dignas de eterna alabanza. Este singular artífice fue único por su camino como lo testifican muchas obras de grande primor que pintó en España y particularmente en Toledo (…)». Se ha aventurado que este manuscrito hubiera sido parte del salvoconducto de Velázquez en su deseo de entroncar con la nobleza. No nos ocuparemos nosotros de ese pormenor; a cambio, sí diremos que la opinión de Díaz del Valle no resulta precisamente disímil de la de Pacheco, el suegro del gran pintor sevillano, y, en consecuencia, al margen de los propósitos que albergara, sí parece lógico que las palabras contenidas en el tratado de su amigo, no fueran muy divergentes del pensamiento que el propio Velázquez habría tenido sobre El Greco, como veremos a continuación.

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