Francisco viaja a Mongolia: la misión de evangelizar al país menos poblado del mundo y con solo 1.500 católicos

PRIMERA VISITA DE UN PONTÍFICE

El momento más esperado de la visita del Papa será el sábado, cuando Francisco rece ante una imagen de la Virgen que una mujer encontró en la basura en 1977. Ahora es la mayor devoción de la comunidad católica

El Vaticano quita hierro al halago a la «Gran Rusia» del Papa

Los 1.500 católicos del país han construido su devoción en torno a esta talla de madera, a la que llaman Madre Celestial, que alguien arrojó a la basura en la árida ciudad industrial de Darjan ABC

Rodrigo Moreno Quicios

Ciudad del Vaticano

«Estoy feliz de viajar a Mongolia como hermano de todos», decía el Papa en su último rezo del Ángelus antes de iniciar este 43º viaje apostólico. Del 31 de agosto al 4 de septiembre estará en Mongolia, un país donde los católicos suponen ... solo un 1% de los tres millones que conforman la población. En total son 1.500 y caben holgadamente en el Steppe Arena, un estadio de hockey con capacidad para 2.600 personas contando solamente sus gradas y donde Francisco celebrará Misa el domingo 3 de septiembre.

¿Qué lleva al Papa al país menos densamente poblado del mundo? En primer lugar, su apoyo a una joven y pequeña comunidad cristiana que no fue evangelizada hasta 1992, cuando la caída del comunismo permitió la entrada de los tres primeros misioneros católicos de su historia. También jugarán papeles destacados el diálogo con el budismo y algún posible movimiento para desescalar la invasión rusa de Ucrania al visitar Asia Central.

«Las expectativas son ciertamente grandes, tanto por parte del Santo Padre como de Mongolia, que por primera vez ve en su tierra a un sucesor de Pedro», reveló el miércoles en una entrevista con medios vaticanos Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano. El purpurado sostuvo que «la misma presencia del Papa en Mongolia constituye una invitación a la paz» y subrayó «el lugar significativo que este país ocupa en el gran contexto asiático».

Haciendo frontera con Rusia en el norte y compartiendo un pasado comunista, consolidar las relaciones con Mongolia puede ser un modo de acercarse colateralmente a Rusia. Hace precisamente un año el Papa visitó otro país de Asia Central, Kazajistán, en otro intento de descongelar el diálogo con Rusia.

Treinta años de catolicismo

Es un movimiento controvertido y que esta misma semana levantó reacciones después de que el Papa elogiara ante jóvenes católicos reunidos en San Petersburgo la «herencia espiritual de la Gran Rusia» y recibiera por ello las críticas del Ministerio de Exteriores ucraniano y se viera forzado a hacer una rectificación. No obstante, el Vaticano sigue intentándolo y declara a través de su secretario de Estado que «esta visita lleva en sí misma el llamamiento al respeto a todos los países, pequeños o grandes, a la observancia del derecho internacional». Por lo pronto, el trayecto del avión papal ha evitado en todo momento el espacio aéreo ruso y, por consiguiente, se ha ahorrado el envío de un telegrama protocolario a Putin. Sí que se lo ha enviado Xi Jinping, presidente chino, a pesar de que ambos países no tienen relaciones diplomáticas oficiales. Un gesto por el que Parolin fue preguntado y respondió «todo el mundo sabe el interés que el Papa Francisco tiene por China» y su «profundo deseo de viajar a ese noble país».

Cómo son los católicos mongoles

Aunque sean solo 1.500 y apenas lleven 30 años en el país, el Papa ha puesto la mirada en los católicos mongoles porque conforman una Iglesia joven y creciente mientras Europa pierde cada vez más creyentes. Fueron evangelizados «desde cero» tras la revolución democrática de 1992 y Parolin los define como «una comunidad universal» al estar compuesta en gran parte por extranjeros como Giorgio Marengo, italiano, prefecto apostólico en el país y cardenal desde el 27 de agosto de 2022 en reconocimiento a su celo apostólico.

Marengo se reparte entre nueve parroquias, cinco de ellas en Ulán Bator, y otras más remotas a 430 kilómetros de la capital y con entre 30 y 40 fieles. Durante su última estancia en Roma, hace apenas un mes, pronosticó que la visita del Papa «será como un susurro» e hizo fortaleza de la flaqueza al destacar que «la originalidad de este viaje se debe a que el país está escasamente poblado y la comunidad católica es muy pequeña». A su juicio será altamente probable ver en los próximos Dios al Papa haciendo de pastor, «hablando con la gente» y dando una primera impresión para una inmensa mayoría de mongoles (el 53% de ellos budistas) que aún no saben lo que es el catolicismo.

Ha sido precisamente iniciativa de Marengo el que se espera como momento más señalado del viaje: la oración del Papa el sábado 2 de septiembre ante la «Madre Celestial». Es una talla de madera que una mujer pobre encontró mientras rebuscaba en la basura en 1977, quince años antes de la llegada de ningún misionero. Es un auténtico misterio cómo llegó aquella imagen mariana a un vertedero de Darjan, una ciudad siderúrgica en la frontera con Rusia. Y más sorprendente aún es que la mujer que la encontró la conservara en su yurta tradicional como un tesoro. Al parecer, era su posesión más preciada y toda su familia se dirigía a ella como «la hermosa dama».

Muchos años después, cuando el ahora cardenal conoció su historia, pidió a los 1.500 fieles del país que cada uno enviara un trozo de tela de gran valor sentimental para tejerle un manto que la cubriera y la entronizó en la catedral de Ulán Bator. Ya están todos los periodistas preparados para capturar el encuentro de al mujer 50 años después con el Papa Francisco y celebrar que, con la imagen que otros tiraron a la basura, un país entero construyó su mayor objeto de devoción.

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