Temor en Birmania a que el calor extremo y las lluvias torrenciales causen brotes de enfermedades tras el terremoto

El seísmo de magnitud 7,7 del pasado viernes, uno de los más fuertes del último siglo en Birmania, sacudió una región de 28 millones de habitantes, derrumbando edificios como hospitales, arrasando comunidades y dejando a muchos sin comida, agua ni cobijo. Según informó la junta gobernante el jueves, se produjeron 3.085 muertes, 4.715 heridos y 341 desaparecidos.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) señaló un riesgo creciente de cólera y otras enfermedades en las zonas más afectadas, como Mandalay, Sagaing y la capital, Naypyitaw, mientras preparaba suministros de socorro por valor de un millón de dólares, incluidas bolsas para cadáveres.

«El cólera sigue siendo motivo de especial preocupación para todos nosotros», declaró Elena Vuolo, subdirectora de su oficina en Birmania, aludiendo a un brote registrado el año pasado en Mandalay.

El riesgo se agravó por los daños sufridos por casi la mitad de las instalaciones sanitarias de las zonas afectadas por el terremoto, incluidos los hospitales destruidos por el seísmo en Mandalay y Naypyitaw, añadió.

La gente acampaba al aire libre a temperaturas de 38°C porque tenían demasiado miedo para volver a casa, y muchos hospitales también estaban instalando allí instalaciones provisionales, dijo Vuolo a Reuters desde Naypyitaw.

Las enfermedades de la piel, el paludismo y el dengue son algunas de las enfermedades que pueden derivarse de crisis prolongadas, como la de Birmania.

Pero las condiciones podrían complicarse aún más para la ingente labor de socorro, después de que las autoridades meteorológicas advirtieran de que unas lluvias fuera de temporada entre el domingo y el 11 de abril podrían amenazar las zonas más afectadas por el seísmo.

«He oído que en los próximos uno o dos días se esperan lluvias», dijo a Reuters por teléfono Titon Mitra, representante en Myanmar del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, durante una visita a Sagaing. «Si eso ocurre, tendremos a mucha gente en refugios provisionales, campamentos improvisados en las calles, y eso será un verdadero problema», dijo, señalando también la preocupación de la ONU por un brote de enfermedades transmitidas por el agua.

Las condiciones meteorológicas extremas se sumarán a los retos a los que se enfrentan los grupos de ayuda y rescate, que han pedido acceso a todas las zonas afectadas a pesar de las luchas de la guerra civil. Los militares han luchado por dirigir Myanmar desde su vuelta al poder en un golpe de 2021 que desbancó al gobierno civil electo de la premio Nobel Aung San Suu Kyi.

Los generales han estado aislados internacionalmente desde la toma del poder y la economía y los servicios básicos de Birmania, incluida la sanidad, se han reducido a jirones en medio de la contienda. El miércoles, la emisora estatal MRTV anunció que el alto el fuego unilateral del gobierno entraría en vigor de inmediato durante 20 días para apoyar las labores de socorro tras el seísmo, pero advirtió de que las autoridades «responderían en consecuencia» si los rebeldes lanzaban ataques.

La medida se adoptó después de que una importante alianza rebelde declarara el martes un alto el fuego para ayudar en las labores humanitarias. Casi una semana después del seísmo, los equipos de búsqueda de supervivientes de la vecina Tailandia rastreaban una montaña de escombros tras el derrumbe de un rascacielos en construcción en la capital, Bangkok.