La respuesta a las guerras o el papel de las mujeres, entre los principales retos que afronta León XIV

Harán falta varios meses para conocerle y familiarizarse con su estilo. Su primer reto será mostrar que la «continuidad» con Francisco no significa repetir las mismas cosas que él hizo, y a la vez aprovechar el valioso legado de credibilidad, cercanía y prestigio internacional que éste le ha dejado. Las comparaciones odiosas con Francisco podrían llevar al efecto 'Rebeca', la novela de Daphne du Maurier, en la que la sombra de la predecesora ausente ahogaba el carisma de la recién llegada. Sin embargo, el homenaje que recibió de los poderosos del mundo durante el funeral del 26 de abril y el cariño que mostraron las personas de todas las clases sociales en las calles de Roma no es un freno sino un gesto de apoyo al nuevo Pontífice.

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A su favor tiene también el Jubileo de la Esperanza que clausurará el próximo mes de enero, y que le permitirá darse a conocer y abordar las cuestiones que le interesan ante públicos muy variados. Tiene pendiente la canonización de Carlo Acutis, y a finales de julio se reunirá con cientos de miles de personas en el Jubileo de los jóvenes. Probablemente hasta después de verano no publicará la exhortación apostólica en la que adelantará las líneas maestras de su pontificado. Hasta entonces habrá que guiarse por sus gestos para identificar sus prioridades.

Entre las cuestiones que este miércoles le adelantó el cardenal decano Giovanni Battista Re está «despertar las conciencias de todos y también las fuerzas morales y espirituales en la sociedad actual, caracterizada por un gran progreso tecnológico, pero que tiende a olvidarse de Dios». También le avisó entonces de que «el mundo espera mucho de la Iglesia para la tutela de esos valores fundamentales, humanos y espirituales, sin los cuales la convivencia humana no será mejor ni portadora de bien para las generaciones futuras».

Traducido al ámbito geopolítico su primer reto es la paz mundial, especialmente en Tierra Santa, la tierra donde nació Jesús, y en Ucrania, no demasiado lejos de Roma. Igual que Francisco, León XIV deberá resistir las presiones para abrazar a uno solo de los bandos —pues no es su papel entrar en las guerras—, pero al mismo tiempo deberá denunciar las injusticias que se cometan. En esa línea iba el comunicado que el martes, en la última congregación general, dejaron escrito los cardenales.

«Nosotros, Cardenales de la Santa Iglesia Romana, reunidos en Congregación General antes del comienzo del Cónclave, constatamos con pesar que no se ha avanzado en los procesos de procesos de paz en Ucrania, en Oriente Medio y en muchas otras partes del mundo, es más, que se han intensificado los ataques especialmente contra la población civil, hacemos un sincero llamamiento a todas las partes implicadas para que alcancen un alto el fuego permanente lo antes posible y negocien, sin condiciones previas ni más demora, la paz largamente deseada por los pueblos implicados y por el mundo entero. Invitamos a todos los fieles a intensificar su súplica al Señor por una paz justa y duradera», recitaba el texto.

Dentro de la Iglesia católica deberá mantener en el tiempo la unidad o el consenso que acaba de cosechar durante el cónclave, y será una tarea difícil. Las tensiones entre sectores conservadores y reformistas provocaron continuos quebraderos de cabeza al Papa Francisco. Lo cierto es que un sector conservador y moderado se ha sentido descuidado en los últimos años, y el nuevo Papa tiene el desafío de disolver esos malhumores antes de que cristalicen en disidencia contra Roma. Su prioridad será superar la visión ideológica de su tarea.

También le va a quitar el sueño la situación de los cristianos perseguidos a causa de su fe. Según la organización 'Ayuda a la Iglesia que Sufre', aunque «no es posible «censar» a los cristianos perseguidos» y dar un número cerrado, «actualmente más de 307 millones de cristianos viven en países bajo la amenaza de persecución por odio a su fe». Se trata principalmente, por orden alfabético, de quienes viven en Arabia Saudí, Burkina Faso, Corea del Norte, China, Egipto, Eritrea, India, Irán, Iraq, Mozambique, Myanmar, Nicaragua, Nigeria, Pakistán, Siria, Sudan y Turquía.

En cuanto a los viajes, en el Vaticano se baraja la hipótesis de que en los próximos meses haga uno de valor ecuménico, para impulsar la unidad entre los cristianos. Precisamente a finales de mayo, Francisco tenía previsto viajar tres días a la antigua Nicea, en Turquía, para conmemorar junto al Patriarca ecuménico Bartolomé, principal líder de la Iglesia ortodoxa, el 1.700 aniversario del Concilio de Nicea, el último que celebraron los cristianos antes de separarse.

Tras el fallecimiento del Papa, Bartolomé recordó que la idea era «iniciar un nuevo camino común hacia la posibilidad de celebrar la misa juntos». «Francisco mostró entusiasmo y dijo que era una gran idea y que esperaba tener buena salud para realizarla y dejarla como legado espiritual a nuestros sucesores», añadió el principal líder de la Iglesia ortodoxa. Si el gobierno turco lo permite, podría ser su primer viaje fuera de Italia y tendría un enorme simbolismo.

Francisco estaba planificando un viaje a Canarias, para ver en primera persona el drama de la crisis migratoria. Ese proyecto de visita no se ha cerrado y podría ser retomado en las próximas semanas. Dada la situación mundial, es verosímil que le inviten a New York para participar en la próxima Asamblea General de las Naciones Unidas, aunque quizá es más prudente que el Pontificado tome un poco de velocidad antes de ir a EE.UU.

En ámbito interno, uno de los asuntos más delicados es responder a la demanda de que mujeres tengan la posibilidad de ocupar cargos de gobierno en la Curia vaticana. Francisco apretó el paso en la última fase de su Pontificado. En marzo de 2022 publicó la nueva constitución de la Curia vaticana con la que hizo posible que no sólo cardenales y obispos, sino también laicos o religiosos, estén al frente de departamentos del Vaticano.

Eso permitió que en enero 2025 Sor Simona Brambilla se convirtiera en la primera «prefecta» de un Dicasterio de la Santa Sede, el de la Vida Consagrada. De ella dependen cientos de miles de religiosos. También en marzo nombró a Sor Raffaella Petrini gobernadora del Estado Ciudad del Vaticano, con autoridad por encima de cardenales y obispos. Esta situación no se ha consolidado.

En los próximos meses deberá abordar también la situación de las finanzas de la Santa Sede y en un segundo momento la estructura de comunicación del Vaticano, que separe sus medios de comunicación del suministro de información de la oficina de prensa a los periodistas, para evitar cortocircuitos y malentendidos.

La lista de desafíos es enorme, por lo que tendrá que encontrar un buen grupo de colaboradores que le ayuden a marcar prioridades y a poner en práctica las soluciones. En ese proceso de selección se juega el éxito o el fracaso del Pontificado que acaba de comenzar.