«Mi profesor me tiene manía»: un informe indica si existe sesgo al poner nota a los alumnos en España
El estudio publicado por la Comisión Europea y elaborado por investigadores y docentes valora los criterios empleados a la hora de calificar a los estudiantes
«Los valores que me inculcaron mis profesores me acompañarán siempre»
«Mi profesor me tiene manía»: un informe indica si existe sesgo al poner nota a los alumnos en España
«El profesor me tiene manía», puede que hayas oído en más de una ocasión esta frase salida de la boca de uno de tus compañeros de clase, de tus hijos o incluso tú puedes haber vivido en primera persona la impresión de que ... un profesor no era todo lo justo que debería. Y en ese caso te hayas quejado cuando no entendías por qué a ti no te ponían las mismas notas que a otros alumnos por un trabajo que era parecido en calidad y esfuerzo. A la hora de la verdad, en ocasiones esta frase es solo una excusa que carece de fundamento. Sirve más bien para salir del paso por haber obtenido una mala calificación. Pero, y si en alguna ocasión fuera cierto.
Eso es lo que viene a revelar un informe publicado por la Comisión Europea y elaborado por investigadores y profesores españoles (Carlos J. Gil-Hernández, Leire Salazar, Jonatan Castaño Muñoz, Irene Pañeda Fernández). Y las tres instituciones involucradas son el Centro Común de Investigación de la Comisión Europea, Berlín Social Science Center y la Universidad de Sevilla. Es el primer estudio experimental de estas características hecho en España.
Con el título 'Sesgo del profesor en las evaluaciones según el estatus atribuido al alumno: Un experimento factorial sobre discriminación y reproducción cultural', analizan si hay sesgo a la hora de poner nota a los alumnos y proporcionan evidencias. Para ello han examinado las respuestas de los estudiantes de magisterio, que no son otra cosa que los aspirantes a profesores que ocuparán las aulas de los colegios españoles el día de mañana.
Ponte a prueba
Pero, antes de entrar en materia, hagamos un ejercicio improvisado. Imagina que eres un evaluador y te han dado el perfil de dos alumnos de 6º de primaria (su nombre, historial familiar y rendimiento en clase). Y tienes que valorar sus redacciones. Ambas son prácticamente iguales salvo que una dice: «En el pueblo hay casas muy distintas entre sí, de todos los estilos, colores y gustos posibles. La temperatura es muy variable dependiendo de las estaciones del año; en invierno hace mucho frío y en verano hace demasiado calor, casi como el que pasan en 'La isla de las tentaciones', que veo en casa en la televisión».
Ejemplo de redacción de alta calidad en la que se califica al alumno de sexto de Primaria
En cambio, la otra redacción señala: «En el pueblo hay casas muy distintas entre sí, de todos los estilos, colores y gustos posibles. La temperatura es muy variable dependiendo de las estaciones del año; en invierno hace mucho frío y en verano hace demasiado calor. En todas las estaciones los colores me recuerdan a los cuadros impresionistas de Monet que vi en el museo con mi familia». ¿Calificarías diferente una y otra?
Y si también apareciera en esa misma redacción «mi padre puede desconectar de pintar casas en el trabajo» o «mi padre puede desconectar del trabajo en la notaría», ¿crees que obtendrán la misma puntuación? Por último, si tienes dos ensayos, ambos excelentes, uno ha sido escrito por Lucía y el otro por Daniel, ¿quién crees que obtendrá al final el 10? Una pequeña pista, según este estudio, Lucía va a recibir más nota que Daniel. Porque el maestro considera que las mujeres son más competentes en letras que los hombres.
Eso lleva a la cuestión de si los profesores, que son los llamados 'guardianes del mérito', tienen prejuicios cuando ponen nota, qué repercusiones puede tener eso sobre el alumnado. Si lo pensamos detenidamente, después de con la familia y amigos, es con los profesores con los que pasamos el mayor número de horas durante uno de los periodos más importantes de nuestra vida. Por lo que no deja de ser una cuestión relevante. Además, como recuerda el informe las calificaciones son las principales señales para que las familias tomen decisiones educativas.
Y también lleva a preguntarse cuál es la mejor forma de testar al alumnado, un tema que sigue generando debate entre padres y docentes. Porque, por ejemplo, este estudio también revela que el comportamiento de un alumno en clase termina afectando a su nota. Aunque a priori, eso no tiene nada que ver con la evaluación de una redacción. Y no solo eso, estos sesgos pueden influir en el trato del profesor con la familia del alumno.
Atajos mentales
Todos conocemos la teoría, en la evaluación de una redacción debería pesar sobre todo las habilidades gramaticales o de sintaxis de un alumno. Sin embargo, no siempre es así. Carlos J. Gil-Hernández, uno de los investigadores de este informe, aclara a ABC que la finalidad de este estudio no es señalar con el dedo al profesorado. Sino mostrar que como el resto de los seres humanos, los docentes son también víctimas de ideas preconcebidas. Sesgos que se van formando a lo largo de nuestras vida, en nuestro núcleos familiares. Y que aplicamos de manera automática, porque funcionan como atajos mentales que nos facilitan la categorización de la realidad. Sin embargo tienen un coste.
Gil-Hernández detalla que para este trabajo tomaron una muestra aleatoria de 19 facultades españolas de educación. 14 universidades públicas, y 5 privadas. Y se les mandó a los matriculados en el grado de educación primaria unos cuestionarios online, que contenían los perfiles ficticios de estudiantes, con nombres como Youssef o María, y sus ensayos para que valoraran su ortografía y gramática. También tenían que indicar las expectativas que tenían sobre ese alumno, a largo plazo.
Perfiles de los estudiantes
En el proceso consiguieron una de las muestras más grandes que nunca se ha obtenido-un total de 1717- para analizar los sesgos. Y la idea de usar estudiantes de magisterio era ver si incluso antes de entrar en el sistema educativo, los futuros profesores, ya cuentan con prejuicios de partida. «Estos estereotipos no se forman recién con el contacto con los estudiantes. Se relacionan con categorías que se formulan en edades tempranas», señala Gil-Hernández.
«La falta de expectativas de los profesores con el alumno puede traducirse en que los estudiantes se terminen creyendo que no pueden llegar. Eso puede influenciar en su rendimiento y tener consecuencias reales»
Carlos J. Gil-Hernández
El informe también destaca que los sesgos incluso se detectan cuando el educador tiene que escoger el colegio en el que va a ejercer. «Cuando ellos sacan la oposición y consiguen una plaza tienen capacidad de decisión para intentar evitar cierto tipo de escuelas situadas en zonas rurales o en zonas económicamente desaventajadas. Y dan prioridad a unos destinos sobre otros», apunta Gil-Hernández.
Youssef, Carlos y las profecías autocumplidas
Un resultado que sorprendió a los propios investigadores tuvo que ver con una de sus hipótesis de partida. Antes de obtener los resultados, creían que los alumnos de origen étnico diferente obtendrían peor nota que los niños nacidos en España. Es más, como apunta Gil-Hernández, a través de los nombres daban pistas de que su origen era extranjero, en este caso marroquí.
Según teorías de sesgo implícito, «esperábamos que los profesores manifestaran prejuicios en contra de los inmigrantes, que también puede observarse en el resto de la población. Asociándolos con ciertas características negativas. Pero lo que vimos es que le ponían más nota que al resto», destaca.
La hipótesis para explicar este inesperado resultado está en que «según los datos, más de la mitad de los estudiantes de origen marroquí no hablan español en su casa regularmente», señala Gil-Hernández, por lo que el profesor compensa esa desventaja que tienen de partida poniéndoles un poco más de nota.
También está la discusión del efecto que tiene esto para el nivel general del resto de los estudiantes de esa aula. Y cómo coordinarlo todo con la función compensatoria que tiene que cumplir la escuela. «Es muy complicado encontrar un equilibrio ahí», explica Gil-Hernández.
«Y aquí entra el debate de si las evaluaciones tendrían que ser de carácter absoluto, es decir, criterios que todos los estudiantes tienen que cumplir independientemente de sus circunstancias personales. O se tendría que evaluar con criterios más relativos. Por ejemplo, en Suecia ha habido un cambio de ley en el sistema educativo. Han pasado de evaluaciones relativas a criterios absolutos. Pero esto solo ha conseguido incrementar la desigualdad. Porque si hay segregación socioeconómica, y en España esta segregación es muy fuerte, va a contribuir a la desigualdad«, dice el investigador.
Una mejor nota solo se ve a corto plazo. Pero a largo plazo, cuando los profesores hablan de las expectativas que tienen de esos estudiantes extranjeros, sí hay sesgo. El investigador explica que se aplica la discriminación estadística, cuando te falta información les atribuyes las creencias propias del grupo al que pertenecen para decir que los estudiantes marroquíes tienen menos posibilidades de llegar al bachillerato, frente a un estudiante de origen español.
Se basan en la idea de que suelen venir de familias más desaventajadas, con menos apoyos. «Eso también se observa en el mercado laboral, cuando a los empleadores les falta información sobre un candidato. Y eso incurre, al final, en discriminación», dice Gil-Hernández.
Lo curioso es que en otras investigaciones en las que Gil-Hernández intervino observó que con estudiantes con igualdad de condiciones, los de origen inmigrante, de hecho, tenían más posibilidades de llegar a la universidad que los hijos de españoles.
El problema de fondo es que «la falta de expectativas de los profesores con el alumno puede traducirse en que los estudiantes se terminen creyendo que no pueden llegar. Se llama 'profecía autocumplida'. Eso puede influenciar en su rendimiento, en su futuro educativo. Y en suma, tener consecuencias reales», detalla el investigador.
Capital cultural: Monet o 'La isla de las tentaciones'
¿Debería influir en la calificación de una redacción que el estudiante tenga un mal comportamiento en clase? Este estudio muestra que influye. Además, «se atribuye peor comportamiento a personas de origen socioeconómico bajo, a determinadas minorías étnicas y a los chicos frente a las chicas», afirma Gil-Hernández. Y destaca que en anteriores trabajos este factor no se había tenido en cuenta cuando se estudiaban los sesgos de los profesores. «Es muy revelador que se premie el buen comportamiento, cuando en realidad el alumno no tendría por qué sacar más nota en esa tarea en particular».
Y otro aspecto que se ha tenido en cuenta es el capital cultural del alumno para su nota final. Recuperando el experimento que proponía al principio, el alumno que habla de Monet tendrá mejor nota que si menciona un 'reality show' como 'La isla de las tentaciones'. La educación reproduce las desigualdades sociales existentes y premia a los que tienen ventaja de partida.
El capital cultural ,que se entiende como las expresiones de alta cultura, se valora más que la denostada cultura popular. «Parece que impresiona a los profesores, que confunden la brillantez del estudiante o su competencia académica con ese capital, y tienden a darle mejor nota. Una vez más, esto no es algo que debería ser evaluado, porque en un curso de sexto de primaria a los niños todavía no se les ha instruido en ese tipo de alta cultura, ni siquiera tienen porqué saber de eso», afirma Gil-Hernández.
Ese capital también es indicio de que el alumno viene de una familia con más recursos. «Ésa es la clave, que aquí el capital cultural funciona como un indicador indirecto de la clase social del estudiante. Porque la clase alta tiene más probabilidades de tener un mayor capital cultural», afirma Gil-Hernández. Y por extensión, decir en tu redacción que tu padre es obrero o notario, está funcionando como una muestra de ese capital cultural que tiene ese alumno.
«Sin embargo, a igualdad de capital cultural, no encontramos que la profesión del padre marque una diferencia, al menos a corto plazo. Pero sí la vemos en las expectativas a largo plazo sobre el alumno. Ahí sí que los profesores tienen más esperanzas de que el hijo de un notario llegue al bachillerato que el hijo del pintor. Y esas ideas puede interiorizarlas el estudiante. Por eso, hay que tener mucho cuidado con ese etiquetaje de los estudiantes según sus características», afirma el investigador.
Lucía tendrá más nota que Daniel
Y resolviendo por qué, cuando tenemos dos redacciones igual de destacables, Lucía va a tener más nota que Daniel, la respuesta, según Gil-Hernández, es que aquí el tema del sesgo hacia las chicas se ve más claro. Tanto en la nota del ensayo, como en la recomendación de repetir cursos o en la idea de que ellas suelen tener mejor comportamiento en clase que ellos.
«En la línea de los estereotipos de género que se crean desde edades tempranas está la idea que las chicas son más competentes en las habilidades lingüísticas o de lectoescritura, y que los chicos son más competentes en las habilidades científicas o técnicas. De modo que con una redacción excelente, la balanza se inclina a favor de la chica. Pero en otros estudios se ha visto un sesgo negativo cuando se habla de ciencias. Los profesores recomiendan menos a las chicas que vayan a un bachillerato técnico y tienen menos expectativas en la habilidad de las chicas con las matemáticas», señala el investigador.
¿Tú qué evaluarías?
Para romper con estos lastres, Gil-Hernández indica que el siguiente paso es hacer conscientes a los evaluadores de sus perjuicios, que por otra parte todos tenemos porque nadie es completamente objetivo en sus evaluaciones. En Italia, haciendo un breve curso se consiguió un buen resultado.
«Este mecanismo del sesgo de los profesores solo es un grano más de arena en todo ese proceso de desigualdad. No es ni mucho menos el único, pero suma. De hecho, todas las personas que tengan una posición de responsabilidad en evaluaciones, ya sea en el mercado de trabajo, en oposiciones deberían ser conscientes de su influyente papel», dice Gil-Hernández.
Mientras, el debate sigue abierto ¿pruebas ciegas, en las que los evaluadores no conocen la identidad del estudiante? o, por el contrario, el profesor debería conocer las circunstancias familiares y personales de cada alumno. Porque la educación debería de ser lo más personalizada posible a cada necesidad de aprendizaje. Y tú, si estuvieras en la piel de un profesor o de un alumno ¿cuál crees que sería la forma más justa de poner nota para tu compañero de clase, para tu hija o para evaluarte a ti?
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