El Vaticano publica la primera foto del féretro abierto del Papa Francisco

Las imágenes son de la ceremonia de constatación de la muerte, que tuvo lugar el lunes a las 20.00 horas. El Pontífice está revestido como para la misa, con los paramentos litúrgicos rojos, que son los del color del luto papal. Igual que para celebrar la Eucaristía, lleva la mitra y el palio. Está en un ataúd de madera y de zinc forrado de terciopelo rojo. Junto al ataúd hay un cirio pascual encendido, que simboliza la resurrección de Cristo y la esperanza de los cristianos en la resurrección.

En las imágenes se ve al cardenal camarlengo Kevin Farrell que, como es tradicional, asperge los restos con agua bendita. En primera fila se distingue al cardenal Pietro Parolin, hasta ayer secretario de Estado, y detrás de él al comandante de la Guardia Suiza, Christoph Graf, ángel de la guardia del Papa. También en primera fila, los tres secretarios personales del Papa, Daniel Pellizzón, Juan Cruz Villalón y Fabio Salerno.

El portavoz del Vaticano Matteo Bruni evitó comentar la ceremonia y remitió al «Ordo Exsequiarum Romani Pontificis», el libro que recoge el «Rito de las exequias del Romano Pontífice», actualizado en noviembre de 2024.

Por deseo de Francisco, esta ceremonia de certificación de la muerte fue un acto religioso, «un momento de oración», y por eso tuvo lugar en su capilla privada. Allí, el médico leyó en voz alta el informe con las causas de la muerte –«ictus, coma y colapso cardiocirculatorio irreversible». Luego, Farrell pronunció estas palabras: «Nuestro pastor, el Papa Francisco ha muerto con Cristo. Creemos firmemente que vivirá con Él», y junto a los asistentes rezó un «responso», la oración oficial de la Iglesia por los difuntos, y una salve.

Hasta que a lo largo de hoy el Colegio de cardenales autorice a que los restos sean trasladados a San Pedro, estos quedan bajo la responsabilidad del Maestro de las Celebraciones Litúrgicas, Diego Ravelli.

En el pasado, para cerciorarse del fallecimiento, el cardenal camarlengo daba tres golpes suaves con un martillo sobre la frente del pontífice, mientras lo llamaba por su nombre de pila y le preguntaba en latín «Dormis tu?», «¿Estás dormido?». Luego pronunciaba la frase «Vere Papa mortuus est», «Verdaderamente, el Papa está muerto». La última vez que se realizó este ritual fue en 1878, tras la muerte de Pío IX. Juan XXIII lo abolió definitivamente. Ahora corresponde sólo al médico constatar el fallecimiento.