El Papa restringió las misas en latín para cortar de raíz una deriva «ideológica» en la Iglesia
Constata por primera vez de forma pública que la demanda de reintroducir la misa tridentina está unida a las protestas contra los cambios que introdujo el Concilio Vaticano II
De espaldas y en latín: el rito tradicional sobrevive en España pese a las restricciones del Papa

El Papa estableció en julio de 2021 que la misa según el rito tridentino, celebrada en latín, podría celebrarse a partir de entonces en las parroquias solo con un permiso especial concedido por la Santa Sede al obispo de esa diócesis. Una decisión que casi dos años después sigue levantando ampollas en algunos de los sectores católicos más tradicionalistas.
Ahora, Francisco ha dejado claro que detrás de la aprobación del motu proprio titulado 'Traditionis custodes' -con el que limitó de facto la difusión de esa forma de eucaristía en la que los sacerdotes celebran en voz baja y están de espaldas a los asistentes- estaba la necesidad de preservar la unidad de la Iglesia y cortar de raíz las divisiones ideológicas.
«El peligro hoy es el indietrismo (volver hacia atrás), la reacción contra lo moderno. Es una enfermedad nostálgica. Por eso he decidido que ahora el permiso para celebrar según el Misal Romano de 1962 sea obligatorio para todos los sacerdotes recién consagrados», justifica el pontífice.
«Después de todas las consultas necesarias, decidí esto porque vi que las buenas medidas pastorales puestas en marcha por Juan Pablo II y Benedicto XVI estaban siendo utilizadas de manera ideológica, para ir hacia atrás. Era necesario poner fin a este indietrismo (volver hacia atrás) que no estaba en la visión pastoral de mis predecesores», agrega.
Francisco hizo estas consideraciones en un diálogo privado con los jesuitas durante su viaje a Hungría que solo ahora se han hecho públicas en la revista de esta orden 'La Civiltà Cattolica'.
El Papa constata por primera vez de forma pública que en ciertos sectores tradicionalistas la demanda de reintroducir la misa tridentina está unida a las protestas contra los cambios que introdujo el Concilio Vaticano II, uno de los acontecimientos religiosos más importantes del siglo XX que tendió puentes de diálogo con la cultura moderna y promovió la libertad religiosa, el ecumenismo o la corresponsabilidad de los laicos.
«Se dice que un Concilio tarda un siglo en ser asimilado. Y sé que la resistencia a sus decretos es terrible. Hay un apoyo increíble al restauracionismo, lo que yo llamo «indietrismo», como dice la Carta a los Hebreos (10:39): «Pero nosotros no somos de los que retroceden.» El flujo de la historia y de la Gracia va de las raíces hacia arriba como la savia de un árbol que da fruto. Pero sin este flujo sigues siendo una momia. Retroceder no preserva la vida, nunca», dice sin tapujos el Papa. Asimismo considera que el peligro hoy es tener una «reacción contra lo moderno». «Es una enfermedad nostálgica», resume.
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Francisco cita también al escritor y teólogo del sur de la Galia del siglo V, San Vicente de Lérins, al señalar «que incluso el dogma de la religión cristiana progresa, se consolida con los años, se desarrolla con el tiempo, se profundiza con la edad». «Se trata de un cambio de abajo arriba», manifiesta el pontífice.
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