Una mujer acampa en el portal de su casa okupada: «No pienso irme hasta que no lo vea salir por la puerta»
Loli Andrés necesita vender la vivienda familiar para pagar la residencia de ancianos de su prima, dueña del inmueble
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Un día más Loli Andrés se ha colocado a las 10 de la mañana con su mesa y su pancarta frente a la vivienda en la que se ha atrincherado el okupa que ha puesto patas arriba la vida de su familia. Hoy se ha resguardado en el portal, porque llueve, pero su intención es mantener en alto su pancarta cada mañana con el lema «okupak kanpora» (fuera okupas) para que la vea «cada vez que entre o que salga».
Acampar cada mañana frente a la que un día fue su casa familiar ha sido la medida desesperada que ha tomado esta mujer de Sestao (Vizcaya) ante el retraso que acumula la Justicia con su caso. Necesita vender el piso con urgencia para pagar la residencia de su prima, que es además la dueña de la vivienda; pero el inquilino, que dejó de pagar el alquiler en el mes de julio, se niega a abandonarla.
Sus problemas comenzaron, en realidad, en marzo del año pasado. Por aquella fecha, su prima Isabel, de 83 años, comunicó a los tres chicos que compartían piso su intención de no renovar el contrato. Dos de ellos accedieron a marcharse en el mes de julio, pero el tercero optó por atrincherarse en el piso. «Ni paga, ni se va», lamenta Loli, que calcula que su deuda acumula ya unos 6.000 euros.
A partir de ese momento además, la salud de su prima, que ha sido prácticamente como su hermana, comenzó a deteriorarse a pasos agigantados. «Ha pasado de ser una persona plenamente válida a totalmente dependiente», describe. Tanto es así, que los disgustos que le ha causado el okupa le han provocado un síndrome ansioso depresivo. «Sólo en el mes de diciembre tuvo más de diez ingresos», explica. La familia no tuvo más remedio que internarla a principios de año en una residencia de Palencia por recomendación médica.
El problema es que los pocos ahorros que tenían los está consumiendo esa residencia y Loli no puede hacer frente sola a esos gastos. Apenas cobra una pensión de 800 euros y tiene a su cargo dos menores, uno de ellos discapacitado. «No hay justicia», repite sin cesar.
«No me pienso mover»
Esa desesperación le ha llevado a apostarse cada mañana frente al portal. «No me pienso mover hasta que no le vea salir», asegura. Ha conseguido, además, el apoyo de todos sus vecinos. El Grupo 1 de Mayo de Sestao es una antigua barriada de familias obreras donde no hay viviendas lujosas pero sí vecinos que se conocen «de toda la vida». Prácticamente todo el que pasa por allí saluda a Loli y le dice lo mucho que la apoya. También los hay que han colocado pancartas de apoyo en sus ventanas y ya han protagonizado varias concentraciones los jueves por la tarde.
A pesar de ello, el inquilino moroso parece no inmutarse. Ha recibido varias veces la notificación para abandonar la vivienda, la última este martes por la mañana. «Los municipales han estado un rato aporreando la puerta pero no ha habido manera», lamenta Loli. Salvo algún encuentro cuando entre o salga del portal, una situación que todavía no se ha dado, la próxima vez que se vean las caras será en el juzgado. La presión mediática ha conseguido que esta misma semana el juez señale el juicio para el 16 de mayo.
Trámites que se demoran
Que no se presente el okupa podría ser, sin embargo, una de las mejores noticias para esta familia porque el juez ordenará de oficio el desahucio para dentro de dos meses, en el mes de julio. Por el contrario, en el caso de que solicite acogerse a la Justicia gratuita podría demorarse solo el primer trámite, hasta tres meses.
A todo ello habría que añadir los problemas que les pueda causar la huelga convocada en la administración de justicia este mismo mes. Un retraso tras otro que indigna a esta mujer mientras ve cómo su hermana se deteriora un poco más cada día. «Solo espero que mi prima no se vaya antes que él».
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