El Papa denuncia las «salvajadas y monstruosidades» que están ocurriendo en Ucrania

El purpurado es el «limosnero del Papa» y partió en furgoneta desde el Vaticano el pasado 9 de septiembre. Ha recorrido 3.600 kilómetros para llevar víveres, medicinas y rosarios a Odessa, Zhytomir y Zaporiya. El sábado Krajeski aseguró desde Járkov que se había adentrado más allá de donde «no entra nadie, aparte de los soldados».

Precisamente ese día, en la zona de Zaporiya controlada por el ejército ruso, el convoy en el que viajaba el cardenal junto a un soldado ucraniano, un obispo católico y otro protestante, se vio envuelto en un tiroteo del que salieron ilesos. «Por primera vez en mi vida no sabía hacia dónde correr, porque en esta situación no basta con correr, hay que saber dónde hacia ir», explicó.

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Pero lo que ha llevado a Francisco a referirse a «salvajadas y monstruosidades» es lo que tenía aún fresco en la memoria durante la llamada telefónica del martes. El lunes el cardenal estuvo en Izium, «localidad recién abandonada por el ejército ruso», como él mismo explicó a medios oficiales del Vaticano. Allí presenció conmovido el trabajo silencioso de decenas de voluntarios, que desenterraban cadáveres de una fosa común para darles sepultura. «No hay palabras ni lágrimas suficientes», describió.

«Trabajaban unos 50 jóvenes, la mayoría policías, bomberos y soldados. Llevaban monos blancos de plástico. Estaban excavando y sacando de las tumbas, a menudo de fosas comunes, cadáveres de pobres ucranianos asesinados, algunos, hace 3 o 4 meses, otros más recientemente», aseguró el purpurado.

«Me conmovió la delicadeza y el silencio total con el que trabajaban, parecía una ceremonia. Todos en silencio, con gran respeto del misterio de la muerte. Hay mucho que aprender de estos chicos», aseguró. «Sabía que encontraría muchos muertos, pero vi también a estos hombres que mostraron la belleza que a veces se esconde en nuestros corazones. Mostraron belleza en un lugar en el que sólo podía haber deseo de venganza», explica.

El purpurado, que también visitó una comisaría de policía transformada en cámara de torturas, explicó a «Vatican News» que es «consciente de que así es la guerra, y que la guerra no conoce la piedad, y que en la guerra se mata. Pero ver a tantos en una zona es muy difícil de contar y de explicar».

Por otro lado, en su catequesis el Papa resumió los momentos más importantes del viaje que hizo la semana pasada a Kazajistán. Elogió la decisión de este país de «decir no a las armas nucleares». «Es muy valiente, en un momento en el que esta trágica guerra nos lleva a que algunos piensen en las armas nucleares. ¡Qué locura!», lamentó.

En su despedida, el Papa recordó que hoy se celebra el «Día Mundial del Alzheimer». Destacó que esta «enfermedad afecta a muchas personas», y lamentó que «a causa de esta patología sean puestas al margen de la sociedad». El Papa pidió que tanto los pacientes como sus familiares y cuidadores «sean cada vez más sostenidos y apoyados».