El Papa alerta de que el consumismo es la principal amenaza contra las raíces cristianas de Europa

Ha sido durante la audiencia general de este miércoles en la plaza de San Pedro. Ante unos quince mil peregrinos, el Papa ha recordado su reciente viaje a Hungría y «la persecución atea del siglo XX» durante la que «los cristianos fueron violentamente atacados, con obispos, sacerdotes, religiosos y laicos asesinados o privados de libertad», en referencia al régimen comunista. «Se intentó cortar el árbol de la fe, pero las raíces permanecieron intactas: quedó una Iglesia oculta, pero viva, fuerte, con la fuerza del Evangelio», ha subrayado.

«Hoy esa libertad sigue amenazada, pero es una amenaza de guante blanco, a través de un consumismo que anestesia, por el que uno se conforma con un poco de bienestar material, se olvida del pasado y se queda flotando en un presente hecho a la medida del individuo», asegura.

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«Las raíces se sofocan cuando lo único que importa es pensar en uno mismo y hacer lo que a uno le gusta. Es un problema que afecta a toda Europa, donde está en crisis dedicarse a los demás, el sentimiento de comunidad, sentir la belleza de soñar juntos y construir familias numerosas. Toda Europa está en crisis», ha lamentado.

Para salir de este atolladero, el Papa propone «reflexionar sobre la importancia de alimentar las raíces, porque sólo profundizando en ellas, las ramas crecerán hacia arriba y darán fruto». «Que cada uno se pregunte, también como pueblo, ¿dónde estoy arraigado?, ¿cuáles son las raíces más importantes de mi vida?, ¿me acuerdo de ellas, las cuido?».

Esas raíces, en el caso de Hungría, permitieron que «hubiera luces en medio de la oscuridad». Se refiere al papel de algunos santos y ciudadanos normales que hicieron posible «superar el riesgo del derrotismo y el miedo al mañana». «En Hungría, la opresión comunista había sido precedida por la de los nazis, con la trágica deportación de muchos judíos. Pero en aquel genocidio atroz, muchos se distinguieron por su resistencia y su capacidad de proteger a las víctimas, y esto fue posible porque las raíces de la convivencia eran firmes», ha subrayado.

Apartándose del texto que tenía preparado, recordó que «en Roma tenemos una gran poetisa húngara que ha afrontado estas pruebas y ahora habla a los jóvenes de la necesidad de luchar por un ideal, de no dejarse vencer por la persecución, por el desaliento. Hoy cumple 92 años». Se refería a Edith Bruck, que a 13 años fue deportada con su familia a Auschwitz, donde perdió a la mayoría de sus parientes. «¡Feliz cumpleaños, Edith Bruck!», ha dicho.

Entre los asistentes a la audiencia estaba el ministro de exteriores del Patriarcado ortodoxo de Moscú, el metropolitano Antonij di Volokolamsk. Como suele hacer cuando saluda a representantes de Iglesias orientales, el Papa ha besado el medallón de la Virgen María que éste llevaba, la «panagia», y luego ha departido unos instantes cordialmente con él. El metropolitano se encuentra en Roma para una «visita de trabajo en Italia», realizada «con la bendición del Patriarca Kiril», como recoge la web oficial de su departamento.