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La memoria del fuego: «Aquí ya no hay nada; no hay ganado, no hay gente, solo hay llamas»

Varios afectados por los incendios de este verano relatan cómo el abandono del mundo rural está alimentando el fuego. Protestan por la burocratización del campo y la falta de atención en los pueblos que habitan

El pueblo de Orense que se dio por perdido y se calcinó: «No va a venir nadie»

MATÍAS NIETO KOENIG

El fuego deja cenizas a su paso y tierra negra y árboles que son esqueletos y troncos aún humeantes y un coro de voces que recuerdan algo así como el infierno. «El olor a humo, las cenizas lloviendo, el sol rojo, completamente rojo, y la ... luz amarilla: es algo que no voy a olvidar nunca». «Nunca, nunca, no voy a olvidar ese miedo mientras viva y me llame Dosinda». «He perdido la esperanza, la fe, el fuego se lo ha llevado». «Yo ya no quiero volver a un lugar, quiero volver a un tiempo: ya no tengo un dónde, tengo un cuándo». «Era una película de terror, de verdad». «Parecía que el aire tenía gas». «Era un infierno». Los rostros serios, tristes, ajados, cansados por dentro y por fuera. «¿Que si va a valer de algo? ¿Aprendimos algo de la dana, de la pandemia, del volcán? Aquí no cambia nada nunca».

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