León XIV completa y firma un documento magisterial sobre los pobres que el Papa Francisco dejó sin terminar
Su primera «exhortación apostólica» es un texto exigente en el que dice que no es opcional la ayuda a los necesitados
Señala a la especulación financiera y a la autonomía absoluta de los mercados: «Nadie es pobre por casualidad ni por haberlo decidido»
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El Papa León XIV en una imagen de archivo
Igual que en 2013 el Papa Francisco firmó una encíclica que Benedicto XVI había dejado prácticamente terminada, la 'Lumen Fidei', sobre la Fe, ahora el Papa León ha «asumido, completado y propuesto» un largo texto heredado de Jorge Mario Bergoglio «sobre el amor ... hacia los pobres». Se trata de una «exhortación apostólica», un documento magisterial dirigido a los católicos de grado inmediatamente inferior a la encíclica. Se titula 'Dilexi te' ('Te he amado') en referencia a unas palabras del Apocalipsis, se publica este jueves y es un toque de atención para los creyentes que viven ajenos a la pobreza.
Los necesitados fueron el hilo conductor del Pontificado del Papa Francisco. Simbólicamente, invitó personalmente a uno de ellos a su misa de inicio del Pontificado, un recogedor de cartones que trabajaba en las calles de Buenos Aires, y doce años más tarde, en su funeral, varias decenas acompañaron los últimos metros que recorrió su ataúd hasta la capilla en la que fue enterrado. Entre ambas ceremonias, Francisco invitó a los pobres a Casa Santa Marta, abrió refugios para ellos en las inmediaciones del Vaticano y los visitó en barriadas marginales, centros de ancianos y hospitales.
Dios se encuentra en los pobres
León XIV teme que se reduzca la ayuda a los pobres a un estribillo del anterior Pontificado o a una devoción personal de su predecesor. Con tono místico, aclara en 'Dilexi te' que los católicos encuentran a Dios en los pobres, y que deben aprender de ellos y ayudarlos «con gestos sencillos, muy cercanos y personales»: «En el rostro herido de los pobres encontramos impreso el sufrimiento de los inocentes y, por tanto, el mismo sufrimiento de Cristo», escribe. Su idea es que «el cristiano no puede considerar a los pobres sólo como un problema social; son una «cuestión familiar», son 'de los nuestros'.»
No es fácil distinguir qué páginas escribió Francisco y cuáles ha añadido León XIV. El lenguaje y las ideas principales recuerdan mucho a los discursos de Bergoglio, pero aporta desarrollos originales. Es posible que las menciones a las nuevas tecnologías, a san Agustín y a los Padres de la Iglesia salgan de la pluma del nuevo Pontífice, que en cualquier caso se asume la responsabilidad de todo el documento.
«¿Los menos dotados no son personas humanas?»
La cuestión de fondo que plantea es qué tipo de sociedad se está construyendo. «La pregunta recurrente es siempre la misma: ¿los menos dotados no son personas humanas? ¿Los débiles no tienen nuestra misma dignidad? ¿Los que nacieron con menos posibilidades valen menos como seres humanos, y sólo deben limitarse a sobrevivir? De nuestra respuesta a estos interrogantes depende el valor de nuestras sociedades y también nuestro futuro. O reconquistamos nuestra dignidad moral y espiritual, o caemos como en un pozo de suciedad». León XIV reconoce que «existen muchas formas de pobreza», pero denuncia explícitamente tres: «las graves condiciones en las que se encuentran muchísimos a causa de la falta de comida y de agua»; apunta que «en Europa hay cada vez más familias que no logran llegar a fin de mes»; y la pobreza múltiple de «mujeres que sufren situaciones de exclusión, maltrato y violencia, pues frecuentemente se encuentran con menores posibilidades de defender sus derechos».
Una economía «que mata»
Antes de entrar en materia, el Papa avisa de que «en muchas ocasiones, los cristianos se dejan contagiar por actitudes marcadas por ideologías mundanas o por posicionamientos políticos y económicos que llevan a injustas generalizaciones y a conclusiones engañosas» sobre los pobres y defiende que la pobreza no es ni una «casualidad» ni una «elección». «Obviamente entre los pobres hay también quien no quiere trabajar, quizás porque sus antepasados, que han trabajado toda la vida, han muerto pobres. Pero hay muchos que trabajan desde la mañana hasta la noche, a veces recogiendo cartones o haciendo otras actividades de ese tipo, aunque este esfuerzo sólo les sirva para sobrevivir y nunca para mejorar verdaderamente su vida».
El Papa advierte de la «dictadura de una economía que mata» resultado de «la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera», «en la que mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz». Luego propone a los católicos «comprometerse cada vez más para resolver las causas estructurales de la pobreza» y «hacer oír, de diferentes maneras, una voz que despierte, que denuncie y que se exponga, aun a costo de parecer 'estúpidos'. Las estructuras de injusticia deben ser reconocidas y destruidas con la fuerza del bien, a través de un cambio de mentalidad, pero también con la ayuda de las ciencias y la técnica, mediante el desarrollo de políticas eficaces en la transformación de la sociedad».
La religión no puede limitarse al ámbito privado
Para no quedarse en buenos sentimientos, invita a todos los católicos a arremangarse y lamenta que «a veces se percibe en algunos movimientos o grupos cristianos la carencia o incluso la ausencia del compromiso por el bien común de la sociedad y, en particular, por la defensa y la promoción de los más débiles y desfavorecidos. A este respecto, es necesario recordar que la religión, especialmente la cristiana, no puede limitarse al ámbito privado, como si los fieles no tuvieran que preocuparse también de los problemas relativos a la sociedad civil y de los acontecimientos que afectan a los ciudadanos». «Hay quienes siguen diciendo: 'Nuestra tarea es rezar y enseñar la verdadera doctrina'. Pero, desvinculando este aspecto religioso de la promoción integral, agregan que sólo el gobierno debería encargarse de ellos, o que sería mejor dejarlos en la miseria, para que aprendan a trabajar», advierte.
Al contrario, pide superar la «pastoral de las llamadas élites» que realizan quienes optan por «ocuparse de los ricos, de los poderosos y de los profesionales, para que, por medio de ellos, se puedan alcanzar soluciones más eficaces». «Es fácil percibir la mundanidad que se esconde detrás de estas opiniones; nos llevan a observar la realidad con criterios superficiales y desprovistos de cualquier luz sobrenatural, prefiriendo círculos sociales que nos tranquilizan o buscando privilegios que nos acomodan», concluye.
El Pontífice menciona la doctrina sobre «el destino universal de los bienes de la tierra y la función social de la propiedad», que entre otras cosas subraya que «nadie puede considerarse autorizado a reservarse en uso exclusivo lo que supera a la propia necesidad cuando a los demás les falta lo necesario». Añade que «la ayuda más importante para una persona pobre es promoverla a tener un buen trabajo, para que pueda ganarse una vida más acorde a su dignidad, desarrollando sus capacidades y ofreciendo su esfuerzo personal». También mira con simpatía hacia los movimientos populares pues «superan la idea de políticas sociales concebidas como una política hacia los pobres pero nunca con los pobres, de los pobres y en un proyecto que reunifique a los pueblos».
«La ayuda más importante para una persona pobre es promoverla a tener un buen trabajo, para que pueda ganarse una vida más acorde a su dignidad»
'Dilexi te' no es el texto programático que León XIV está elaborando y que publicará a corto plazo, pero sí confirma que la dimensión social de su Pontificado no se distanciará de los planteamientos del Papa Francisco. Además, en uno de los últimos párrafos adelanta cómo debe ser en su opinión «la Iglesia que el mundo necesita hoy»: «una Iglesia que no conoce enemigos a los que combatir, sino sólo hombres y mujeres a los que amar». Ese es su proyecto.