Una presencia más necesaria que nunca
«Llama la atención que algunos sigan diciendo que este Papa no ha combatido la batalla por la vida»
Llevado y sostenido por todo el pueblo de Dios (04/03/2025)
Con gratitud y con esperanza (25/02/2025)

El pasado sábado, mientras se celebraba en todo el mundo el Día de la Mujer, el Papa hizo llegar un mensaje a la peregrinación jubilar del Movimiento por la Vida en Italia, que fue leído por el cardenal Pietro Parolin. Se cumplen ahora ... 50 años de la profética apertura del primer Centro de Ayuda a la Vida, que tuvo lugar en Florencia en 1975.
En dicho mensaje, Francisco observa que hoy «el niño concebido representa, por excelencia, a todo hombre y mujer que no cuenta, que no tiene voz», y subraya que la apuesta por su vida y su dignidad es una palanca esencial para cambiar una mentalidad y un orden estructurados en «las categorías de poseer, hacer, producir y parecer». Apenas un día antes, en nuestro país se había publicado un manifiesto reclamando incluir en la Constitución el derecho universal al aborto, como sucedió recientemente en Francia.
Francisco afirma en su mensaje que «la vida humana es sagrada, ha sido creada por Dios para un destino grande y hermoso… y una sociedad justa no se construye eliminando a los niños no deseados, a los ancianos que ya no son autónomos o a los enfermos incurables». Llama la atención que algunos sigan diciendo que este Papa no ha combatido la batalla por la vida, este es uno de los grandes malentendidos en torno al pontificado. Quizás sucede que lo ha hecho con unos acentos y unos parámetros que no son los que previamente determinan algunos activistas de la múltiple galaxia «Pro Life».
Dirigiéndose al Movimiento por la Vida italiano, Francisco señala un eje de acción que a su juicio es decisivo, «apostar por las mujeres, por su capacidad de acogida, generosidad y valentía». Y ofrece un principio político útil para todos, difícilmente rechazable por quienes se proclaman progresistas: «liberar a la mujer de los condicionamientos que la empujan a no dar a luz a su hijo es un principio de renovación de la sociedad civil».
En todo el mundo occidental se ha perdido la claridad ética y cultural sobre el valor de la vida naciente, y se ha olvidado, más aún, se niega explícitamente, que defender al concebido y no nacido debería ser una obligación de cualquier sistema legal, tal como reconocía en su origen nuestro propio texto constitucional. En ese contexto histórico, que el Papa conoce perfectamente, iniciativas como los Centros de Ayuda a la Vida, en sus diversas modalidades, son una luz en medio de la niebla. «Os doy las gracias por las páginas de esperanza y ternura que ayudáis a escribir en el libro de la historia», les ha dicho Francisco, mientras les prevenía contra cualquier forma de resignación o derrotismo: «dais y seguiréis dando frutos». Y con formas que irán evolucionando, serán más necesarios que nunca.
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