La carta marcada de la pederastia

La novedad del Informe Auditoría Cremades, si lo comparamos con el del Defensor del Pueblo y el de la Conferencia Episcopal, radica en el mapa de las actuaciones contra la pederastia en el mundo y, quizá, algunas recomendaciones. Su estructura de tesis doctoral le convierte en una caja de Pandora. El problema es su pretensión de configurarse como una instancia de autoridad. Una autoridad que no deviene automáticamente de la sola información sino de un criterio rector propio, sustituido aquí por una amalgama de préstamos de diversa naturaleza. La Iglesia le dio al despacho la legitimidad de origen para que se convirtiera en una instancia de referencia. Esa legitimidad de origen ha ido desinflándose en su ejercicio y no sólo por lo ocurrido con algunos miembros de la auditoría. De ahí, por ejemplo, que siga sorprendiendo que no haya podido ofrecer una radiografía numérica precisa a partir de la verificación contrastada de los resultados de los diversos estudios y fuentes. Somos conscientes del pecado original de la ciencias sociales que parecen no tener las ciencias exactas. Pero lo que no sabíamos es que no íbamos a ser capaces de conocer las dimensiones de la pederastia clerical en España más allá de repetir que es un gran problema eclesial y social.