El día en que Gorbachov visitó a Juan Pablo II y lo invitó por sorpresa a la URSS
Se reunieron en el Vaticano tres semanas después de la caída del Muro de Berlín y acordaron la apertura de relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y la URSS
Raísa le acompañó vestida de rojo para desafiar al protocolo vaticano
«Pocos han dejado una huella tan brillante en mi memoria como Juan Pablo II», reconoció Gorbachov años más tarde
MIjaíl Gorbachov, en el centro junto a su esposa Raisa, saludan al Papa Juan Pablo II
La mañana del viernes 1 de diciembre de 1989, tres semanas después de la caída del Muro de Berlín, se produjo en el Vaticano uno de los encuentros más delicados de Juan Pablo II con un jefe de Estado. La televisión pública italiana, la ... RAI, retransmitió en directo las dos horas del primer encuentro entre un líder de la Iglesia católica y uno de la Unión Soviética. Y las crónicas de aquel tiempo no esconden el entusiasmo por lo que ocurrió.
A las 10:30 de la mañana en punto atravesó la plaza de San Pedro el séquito de coches que acompañaba a la limusina marca ZIL con banderas de la URSS en la que viajaban Mijaíl Gorbachov y su esposa Raísa. Ella iba simbólicamente vestida del color de su país, rojo, y no de oscuro como prevé el protocolo vaticano.
Gorbachov bajó del coche sonriente, con una mirada casi tímida, mientras los reclutas de la Guardia Suiza se cuadraron en posición de firmes. Quizá no escuchó al prefecto de la casa pontificia, que le saludó con un «buenos días» chapurreado en ruso. Luego recorrieron las «stanze di Raffaele» hasta la «Sala del Tronetto», donde salió a su encuentro Juan Pablo II, el líder de una de esas religiones consideradas oficialmente en Rusia el «opio del pueblo».
El estrechón de manos entre ambos duró seis segundos. «Soy consciente de que estoy hablando con la mayor autoridad religiosa del mundo, que además es un eslavo», le saludó Gorbachov en ruso. «Sí, sí, es cierto, soy el primer Papa eslavo. Pero ha sido la Providencia la que ha preparado el camino para este encuentro. Estoy muy contento de encontrarla, de este primer encuentro…», respondió feliz Juan Pablo II. «En el fondo ya hemos hablado otras veces por carta…», añadió también sonriente el presidente del sóviet supremo de la Unión Soviética.
Caminaron juntos hacia la biblioteca privada del Papa, donde estuvieron a solas cinco minutos. Luego, llamaron a los intérpretes y comenzaron la reunión de trabajo. El Papa quería mejores condiciones para los católicos en la URSS y apertura de relaciones diplomáticas, y Gorbachov, que los católicos apoyaran la perestroika, para que no se detuvieran las reformas. Mientras tanto, Raísa visitó la Capilla Sixtina, y pidió que fueran prudentes con las tareas de restauración, pues ella era de la escuela que prefería intervenciones poco invasivas sobre las obras de arte.
El Papa y Gorbachov se reunieron a puerta cerrada una hora y 12 minutos. Luego, Raísa fue invitada a entrar y Juan Pablo II habló unos minutos con la pareja. A continuación, entró el séquito de 24 personas, entre ellos el ministro de exteriores Eduard Shevardnadze. «Son muchas personas, pero esto confirma también la novedad y la importancia de este encuentro», explicó Gorbachov a Juan Pablo II. Como testigos, un puñado de periodistas, fotógrafos y varias cámaras.
«Señoras y señores, ha sucedido un acontecimiento de alcance extraordinario», dijo Gorbachov al tomar la palabra en la biblioteca papal, emocionado y visiblemente satisfecho según las crónicas de aquel entonces. «Hemos hablado mucho y me parece que mis ideas y preocupaciones han sido escuchadas con comprensión», aseguró. Luego, alzó la vista y se apartó del texto que tenía preparado. «Les quiero anunciar que en durante nuestras conversaciones hemos hablado de una futura visita del Papa romano a la URSS», aseguró.
A continuación, anunció que comenzarían los trabajos para el restablecimiento de relaciones diplomáticas y dio las gracias al Papa por su «comprensión por los problemas que tenemos en nuestro país respecto a las relaciones entre el Estado y las Iglesias, problemas que resolveremos en el espíritu del humanismo y la democracia, en el ámbito de la 'perestroika'». «En la URSS viven personas de todas las religiones y todos tienen derecho a satisfacer sus propias exigencias espirituales», añadió.
Juan Pablo II dijo que consideraba la visita «como una semilla cargada de promesas para el futuro», mencionó las dolorosas pruebas a que fueron sometidos tantos ciudadanos por causa de su fe», y solicitó «que puedan practicar libremente su vida religiosa» los católicos que vivían en la URSS. No lo dijo en público, pero condicionó la visita a que se resolviera la situación de los católicos bizantinos de Ucrania, Iglesia que Stalin había suprimido uniéndola a la fuerza a los ortodoxos rusos.
El Papa elogió los proyectos de Gorbachov de «nuevas formas de cooperación y de ayuda recíproca» en la humanidad, pero le avisó que «la tragedia de la Segunda Guerra Mundial nos enseñó que, si se olvidan los valores éticos fundamentales, pueden nacer consecuencias tremendas para la suerte de los pueblos, e incluso los más grandes proyectos pueden fracasar».
«La Santa Sede que sigue con gran interés el proceso de renovación puesto en marcha por usted en la URSS, desea que tenga éxito, y está dispuesta a favorecer toda iniciativa que sirva para proteger y armonizar mejor los derechos y los deberes de la persona y de los pueblos con el fin de salvaguardar la paz en Europa y en el mundo», concluyó el Papa.
Luego, Juan Pablo II saludó uno a uno a las personas del séquito, y haciendo un juego de palabras con el nombre del periódico, invitó al director de «Pravda» a trabajar al servicio de la verdad.
Como recuerdo del encuentro, entregó a Gorbachov una copia de un mosaico de Cristo Pantocrátor del siglo XIV, y a Raísa también un rosario. El líder soviético le llevó un salterio en ruso. Desde allí se trasladaron al aeropuerto desde donde viajaron a Malta para una cumbre con George Bush.
Años más tarde, en mayo de 2020, cuando se conmemoraron 100 años del nacimiento de Juan Pablo II, Mijaíl Gorbachov escribió un artículo en el Osservatore Romano recordando esa reunión. «Hoy me parece simbólico que nuestro primer encuentro tuviera lugar en diciembre de 1989, en vísperas de mi reunión con el presidente de Estados Unidos. Entonces, en Malta, George Bush y yo declaramos que nuestros países ya no se consideraban enemigos», aseguró.
Pero también, deslizó en aquel artículo una íntima confesión. «Durante los años de la 'perestroika', y también después, conocí a muchas personas excepcionales, entre ellos algunas personalidades verdaderamente históricas. Pero pocos han dejado una huella tan brillante en mi memoria como el Papa Juan Pablo II», escribió el ex líder de la Unión Soviética.
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