Las garrapatas que te vuelven casi vegano
La alergia a la carne roja forma parte de una larga lista de problemas de salud que la picadura de este artrópodo puede dejarnos como regalo
El síndrome alfa-Gal es un problema creciente en los cinco continentes. En EE.UU. ya hay medio millón de intolerantes a la carne
Las garrapatas pueden transmitir más de 50 enfermedades diferentes a humanos

La carne roja es el último pecado. Hay quien deja de comerla por conciencia climática, otros porque eligen una dieta más saludable, pero también hay quien se ve obligado a rechazarla a su pesar. Son una comunidad creciente de carnívoros con un organismo que ha dejado de tolerar la vaca, el cerdo, el cordero e incluso especies cinegéticas como el ciervo o el jabalí. Tampoco pueden tomar gominolas o gelatinas, fabricadas con derivados de estos animales, ni tomar ciertos medicamentos. Solo les queda la carne de ave como consuelo.
Para ellos, saborear un pequeño bocado de chuletón o un solomillo se convierte en una actividad de riesgo con consecuencias inciertas. A veces es una urticaria sin explicación, otras un dolor abdominal, náuseas, diarrea e hinchazón de la boca. Y, en el peor de los casos, una anafilaxia, la reacción alérgica más grave y potencialmente mortal.
El origen de esta intolerancia no es un exceso de consumo carnívoro. Sufren el síndrome alfa-Gal, un trastorno poco conocido que comienza con la picadura de una simple garrapata. Al morder a sus víctimas, estos pequeños artrópodos inoculan con su saliva un compuesto -un oligosacárido- que el cuerpo humano es incapaz de sintetizar y el sistema inmune desencadena una respuesta contra él.
«No todas las especies de garrapatas lo transmiten y tampoco reaccionan por igual todas las personas, como ocurre con el anisakis y el pescado«, explica Juan José Badiola, expresidente del Colegio de Veterinarios.
La sensibilización depende del sistema inmune de cada persona y hay estudios que relacionan el número de picaduras con una mayor probabilidad de desarrollarla.
Algunos nunca se llegan a enterar de que están sensibilizados porque no desarrollan síntomas. Otros tardan años en descubrir que, detrás de esa urticaria o malestar gástrico para el que no encuentran explicación, pueda estar una garrapata y una hamburguesa.
La reacción nunca es inmediata
Lo que más despista es que la reacción a esta alergia no es inmediata. El paciente no come y se desencadenan los síntomas, aparecen entre dos y seis horas después de la ingesta, y eso hace más difícil aún el diagnóstico. Luis Fernández, alergólogo del Hospital Marqués de Valdecilla en Santander no culpa a los pacientes ni a los médicos a los que se les pasa por alto: «¿Quién va a pensar que una reacción alérgica que aparece a las ocho de la tarde es por haber comido un solomillo a las dos de la tarde?».
Luis Fernández, alergólogo
«¿Quién va a pensar que una reacción alérgica que aparece a las ocho de la tarde es por haber comido un solomillo en la comida?»
En su hospital tienen muy presente el síndrome alfa-Gal. Ellos han publicado una de las escasas revisiones de esta alergia en España con los casos que han reunido en Cantabria. Vieron que es más frecuente en hombres y en el medio rural y lógicamente en personas que trabajan en contacto con animales. También concluyeron que este tipo de alergia está infradiagnosticada y podría explicar los casos que se catalogan como anafilaxia idiopática o de origen desconocido. «No tenemos una epidemia, pero cada vez la vemos con más frecuencia», insiste el alergólogo Luis Fernández, quien ruega no generar alarma: «Que te pique una garrapata no implica que vayas a desarrollar una alergia a la carne. Solo sucede en un pequeño porcentaje de casos».
Pero el que tiene la mala suerte de desarrollarlo ya se sensibiliza de por vida. No hay ningún tratamiento que lo revierta y eliminar la carne roja de la dieta es la mejor y única recomendación.
La punta del iceberg
Juan José Badiola también cree que el síndrome alfa-Gal es un gran desconocido y los casos que se están diagnosticando solo son la punta del iceberg. El desconocimiento no es solo a pie de calle. Recuerda que en una de sus intervenciones lo planteó como un problema de salud ante la EFSA, la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria y «les sonaba a chino». «Quise que entendieran el alcance y estuvieran alerta, pero creo que no entendieron que se trata de un problema creciente».
Juan José Badiola, veterinario
«El síndrome alfa-Gal es un gran desconocido. Los casos que se están diagnosticando solo son la punta del iceberg»
Sonia Vázquez, alergóloga del Hospital Clínico de Madrid, recuerda solo haber diagnosticado un caso, el de un hombre que se sensibilizó en Estados Unidos, y «en mi hospital hacemos las pruebas necesarias para buscarla». Aunque reconoce que puede haber infradiagnóstico. Los casos que se buscan son también los más graves, los de personas con anafilaxias de repetición para los que no hay explicación.
Peor suerte tienen quienes se han sensibilizado y soportan síntomas menos graves, como urticarias o dolor abdominal. En estos casos pueden estar en un peregrinaje entre especialistas en busca de una respuesta que no se encuentra «si no se piensa en este problema», dice Vázquez. «Es imposible hacer pruebas de cada una de las sustancias que pueden desencadenar una reacción alérgica», advierte.
Cerdos transgénicos para alérgicos
Donde más se piensa en esta alergia es en Estados Unidos. El Centro para el Control de Enfermedades, el CDC, ha hecho la primera estimación y calcula que medio millón de estadounidenses conviven con el síndrome alfa-Gal, aunque también sospechan que esta cifra sea solo la punta del iceberg. De hecho, es el único país que ha autorizado la comercialización de cerdos transgénicos libres de alfa-Gal para la comunidad de alérgicos a la carne.
El problema es mundial y se diagnostican casos en los cinco continentes. En Europa, Francia, Alemania, Italia y España son los países que más casos han comunicado, aunque de momento solo es un goteo de nuevos intolerantes.
La culpa del calentamiento global
El calentamiento del planeta está también detrás de la expansión de las garrapatas. «Son muy sensibles a la bajada de temperaturas y con inviernos tan suaves como los que estamos teniendo hay una menor mortandad, por esto hay tantas», explica José Antonio Oteo, director del Centro de Rickettsiosis y Enfermedades Transmitidas por Artrópodos, un laboratorio de referencia nacional. También cree que su presencia se ha visto favorecida por un aumento de animales silvestres, como los conejos, los ciervos o los jabalís a los que parasita, los mismos que ahora se pasean por playas y ciudades.
José Antonio Oteo, especialista en Infecciosas
Las garrapatas son cada vez más urbanas. «Ya no solo hay casos en personas que pasean por el monte»
Por eso las garrapatas son cada vez más urbanas. «Ya no hay solo casos en personas que han pasado el fin de semana caminando por el monte», lamenta Oteo, quien pide un mayor control de la fauna silvestre.
La prevención de la picadura es el primer paso para atajar un problema que irá en aumento. Los expertos piden no banalizar la mordedura de este artrópodo y acudir siempre a un centro médico para extraerlo. Sin obsesionarse, pero sin restarle importancia.

No importa tanto la herida que nos deje, sino las infecciones que pueden transmitir sin percatarnos. Son casi invisibles, se camuflan y cuando se aproximan a sus víctimas atacan como si fueran soldados entrenados de las fuerzas especiales. Son tan sigilosas que tampoco se nota su picadura porque con su saliva inoculan sustancias anestésicas que hacen de la picadura un trance indoloro. Solo un leve picor o el enrojecimiento de la zona advierten de su presencia, de ahí que sea tan importante estar atentos a estas lesiones.
Retirarla cuanto antes
La alergia a la carne no tiene cura ni tratamiento, aunque basta con cambiar la dieta para sentirse bien. Pero existen medio centenar de infecciones víricas o bacterianas que pueden dejarnos para el recuerdo. Algunas pueden ser mortales, como la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo, o dejarnos un mal recuerdo como sucede con la enfermedad de Lyme.
Tras una picadura, el tiempo corre siempre en contra nuestra. Es importante actuar con rapidez porque la lesión desaparece con el tiempo y si no se sospecha de que es el origen de una fiebre repentina, molestias articulares o problemas neurológicos, puede no haber vuelta atrás.
Cuando se agarra a nuestra piel, el parásito tarda entre 24 y 48 horas en empezar a alimentarse de la sangre, por lo que hasta entonces es menor el riesgo de transmitir la infección. En el caso de la enfermedad de Lyme, un antibiótico a tiempo puede evitarnos secuelas neurológicas, cardiovasculares y articulares. Sin embargo, si se supera esa ventana de tiempo, las molestias pueden acabar siendo persistentes.
Ante una picadura, José Antonio Oteo no duda en recomendar acudir a un centro sanitario si no se sabe cómo actuar. También se debería guardar la garrapata unas semanas en un frasco con un papel humedecido porque puede ser útil para orientar un diagnóstico en caso de que tras la picadura aparezca una enfermedad", aconseja este especialista. Dos semanas es el tiempo que se aconseja estar pendientes de posibles síntomas (fiebre, dolor articular, sangrado, alteraciones neurológicas..) que podrían estar relacionados con el medio centenar de enfermedades transmitidas por estos seres diminutos.
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