La investigación se inició en el mes de abril, según la cadena NBC News. En Nebraska es ilegal interrumpir el embarazo a partir de las 20 semanas.
Las acusadas son Jessica Burgess, de 41 años, y su hija, que en el momento de los hechos tenía 17 años. Los fiscales indican que la mujer adquirió y proporcionó las pastillas abortivas a la menor. Además, sostienen que la ayudó a enterrar al feto.
Según la declaración jurada de uno de los detectives del caso, la joven tuvo un aborto espontáneo cuando tenía alrededor de 23 semanas de embarazo, poco después de haber tomado las píldoras.
La investigación del tribunal del condado de Madison incluye dos páginas de una conversación entre ambas por Facebook Messenger. «Una píldora frena las hormonas y luego tienes que esperar 24 horas para tomar la segunda», se puede leer en uno de los mensajes. Asimismo, la hija le dijo: «Acuérdate de que quemamos las pruebas cuando todo esté fuera». También dejó por escrito lo alegre que se sentía por poder volver a llevar pantalones vaqueros. Ambas fueron imputadas en julio, aunque se declararon «inocentes».
Uno de los detectives de la Unidad de Investigaciones de la Policía de Norfolk ha explicado que la policía fue alertada por una mujer que afirmó ser amiga de la joven y aseguró que la vio tomar la primera píldora en abril.
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