Maribel, la enfermera vasca antivacunas: «Vuestros hijos toman comida putrefacta»
El Gobierno vasco investiga los casos de, al menos, 400 niños que podrían estar mal inmunizados

Las alarmas saltaron en el mes de septiembre en el Servicio Vasco de Salud, Osakidetza. Tres familias del ambulatorio de Cabieces, en Santurce (Vizcaya), registraron otras tantas quejas por la forma en que la enfermera había vacunado a sus hijos. Explicaban que sus prácticas resultaban un tanto «extrañas» porque pinchaba a los pequeños «demasiado rápido» y daba la sensación de que trataba de esconderse al desechar las jeringuillas.
Ante esas primeras sospechas, Osakidetza inició un primer estudio para comprobar si la inmunización había sido la correcta. Escogió una pequeña muestra de niños, algunos correspondientes al cupo de la enfermera cuestionada, y otros atendidos por la otra profesional del centro, y llamó a las familias para realizar pruebas de inmunidad. En esas conversaciones pedían autorización para «hacer unos análisis» a los menores con la excusa de realizar «un estudio en la zona».
Sonia Gutiérrez fue una de las madres que recibió una de aquellas primeras llamadas. Sin embargo, como el único objetivo de la analítica era hacer «un estudio de inmunidad» aparentemente rutinario, rechazó que su hija Uxia, de dos años, participara. Veía innecesario someterla a un pinchazo sin motivo aparente.
Sospechas de los afectados
Su opinión cambió en cuestión de horas. Al día siguiente empezaron a circular rumores por la localidad de Santurce, de poco más de 45.000 habitantes. Enseguida ató cabos y sospechó que ella era una de las afectadas. «Si desde un inicio me hubieran dicho que era por las dudas acerca de la vacunación hubiera dicho que sí», lamenta criticando la «falta de transparencia» con la que ha actuado el Departamento de Salud vasco desde que saltó la polémica.
A pesar de que el calendario de vacunación infantil del País Vasco contempla la inmunización contra doce enfermedades en los primeros dos años de vida de los menores, en ese primer análisis únicamente se analizó la inmunidad contra la vacuna llamada triple vírica (sarampión, rubéola y paperas), contra el tétanos y contra la varicela. Los primeros resultados fueron demoledores. Uxia no tenía anticuerpos contra ninguna de esas enfermedades.
Ni marcas, ni reacción
Lo cierto es que Sonia empezó a sospechar mucho antes de que surgiera la polémica. La sanitaria en cuestión, que según ha podido saber ABC responde al nombre de Maribel y tiene unos 50 años, llegó al centro de salud en enero de 2021. Por lo tanto, ha sido la encargada de vacunar a su hija prácticamente desde que nació. Sin embargo, Uxía nunca tuvo reacción alguna después de recibir los pinchazos. «Pensaba que mi hija era una 'super niña'», bromea.
Lo que parecía un caso excepcional era, por el contrario, la tónica general entre los niños que trataba la enfermera antivacunas. El hijo de Leire Abad, Markel, que ahora tiene 15 meses, tampoco tuvo nunca ni fiebre, ni dolor en la pierna después de recibir, supuestamente, las inoculaciones. «Una de las veces intenté buscar el pinchazo y no fui capaz de verlo», relata su madre.
En realidad, las familias consultadas por este periódico confiesan que nunca estuvieron cómodas con la enfermera. Todos coinciden en describirla como una persona «peculiar» y excesivamente «espiritual y naturalista». Era habitual que recomendara a las familias «hacer sus propias galletas en casa» o evitar darles carne a sus hijos. «Tus hijos están comiendo comida putrefacta», llegó a espetarle a Sonia Gutiérrez en una ocasión.
Leire Abad recuerda que a ella en una ocasión le dijo que lo mejor para el catarro de su hijo era coger una barca, salir al mar y coger agua marina para hacerle lavados nasales. «No había por donde cogerla», resume. También solía preguntar a las familias si estaban «seguras» de vacunar a sus hijos. Todos esos comentarios extrañaban a los padres y más de uno asegura que comentó con el pediatra la actitud de la enfermera pero lamentan que su respuesta se limitó a restar importancia a los cometarios porque se trataba de «una persona peculiar».
Vacunación extraordinaria
Lamentablemente, las sospechas han terminado por hacerse realidad. El pasado miércoles Osakidetza se vio obligada a emitir un comunicado admitiendo que había dudas acerca de la vacunación de hasta 400 niños adscritos a ese centro de salud. En el texto explicaba que se iban a ampliar las pruebas de los menores afectados y que se estudiarían todas las enfermedades incluidas en el calendario de vacunación.
Sin embargo, las familias piden soluciones «individualizadas» y adaptadas a cada circunstancia porque hay casos en los que las dudas acerca de la inmunidad de los niños no se podrán despejar con un simple análisis de sangre. Es el caso de Luken, que ahora tiene 26 meses. A él Maribel solo le atendió una vez en verano porque estaba cubriendo las vacaciones de su enfermera habitual. «Con la mala suerte de que justo ese día le tocaba la primera dosis de la triple vírica y la segunda del meningococo C», explica su madre, Maitane Momoitio.
La familia recibió la llamada de la sanidad vasca el 21 de octubre. Saben que no tiene anticuerpos para la triple vírica, pero con los análisis en la mano no es posible determinar si está bien vacunado del Meningococo C. Luken ya tiene anticuerpos para ese tipo de meningitis porque sí recibió el primer pinchazo y los resultados no aclaran si recibió o no la dosis de refuerzo. «Nunca voy a saber si está correctamente inmunizado para esa enfermedad», lamenta su madre que, además, se queja de falta de información, pues nadie le aclara si poner una dosis extra podría tener consecuencias nocivas para el pequeño.
Desde el Departamento vasco de Salud se ha asegurado en un comunicado que se pondrán en contacto con todas las familias, tanto las afectadas por la mala praxis de la enfermera como con aquellas que no. La intención es poner en marcha una campaña de vacunación especial para tratar de que todos los niños mal inmunizados reciban las dosis necesarias. Sin embargo, al cierre de esta edición todavía había padres que no habían tenido noticias de Osakidetza.
El problema podría ser mayúsculo y exige una rápida actuación porque al residir en el mismo municipio muchos niños no inmunizados comparten colegio. «En la clase de mi hija son varios los niños dudosamente vacunados», explica Maitane Momoitio. En esas condiciones, un brote, por ejemplo de varicela, podría tener graves consecuencias. De ahí que la psicosis haya ido en aumento entre los padres cada vez que sus hijos enferman. «El otro día lleve a Uxia a urgencias por una faringitis», reconoce Sonia Gutiérrez.
Las familias también exigen mayor transparencia al Departamento de Salud. Se preguntan por qué nadie sospechó antes de la mala praxis de esta enfermera y también si pudo hacer lo mismo en otros centros de salud antes de recalar en Santurce. «También estuvo vacunando de gripe y Covid-19 a personas vulnerables», alertan. Desde el Departamento de Salud se limitan a precisar que la sanitaria ya ha sido apartada de su puesto de trabajo y que «siguen tramitando» el expediente abierto contra ella.
¿Qué ocurre con las vacunas de pago?
El calendario de vacunación vasco inmuniza a los pequeños frente a las enfermedades consideradas más importantes, pero deja fuera tres vacunas. Sin embargo, los pediatras suelen aconsejar inocularlas en los primeros meses de vida.
Uno de ellos es la vacuna contra los rotavirus, que se puede administrar en dos o en tres dosis y cuya pauta completa cuesta unos 180 euros.
En la lista también está la vacuna denominada Bexero contra la meningitis B, que se suministra en tres pinchazos y tiene un precio de 106 euros por cada dosis; y la Nimenrix, que protege en una sola dosis de varios tipos de meningococos, y tiene un coste de 55 euros.
En total, las familias suelen gastarse cerca de 600 euros si deciden administrar todas las vacunas.
Estas se compran en la farmacia y después las inocula la enfermera del centro de salud. Las familias temen que la sanitaria antivacunas tampoco haya inoculado estas vacunas a los pequeños y que todas hayan terminado en la basura. Por eso exigen que también se incluya el estudio de estas enfermedades en los análisis de inmunidad que se van a realizar de forma masiva.
«Ya no es solo el dinero, también es saber que están bien inmunizados frente a enfermedades que pueden ser muy graves», explica Leire Abad. Su caso es peculiar porque detectaron que la cita para la tercera dosis se le había dado antes de lo recomendado y por eso el Servicio Vasco de Salud decidió ponerle una cuarta dosis. El problema es que su madre teme que ese cuarto pinchazo en realidad solo sea el primero, aunque probablemente no será fácil saberlo a través de un análisis de anticuerpos. «¿Cómo le va a afectar ponérsela más tarde de la edad recomendada?», se pregunta su madre.
A la incertidumbre sanitaria se suma también la económica. Las familias han hecho un desembolso importante para comprar las dosis necesarias y ahora la duda es quién va a sufragar el coste de volverles a vacunar. «La desinformación es total», lamentan. Creen que si se demuestra que sus hijos no han sido correctamente inmunizados debería ser la administración vasca la que asumiera los gastos de volver a inmunizar a sus hijos.
MÁS INFORMACIÓN
Son cuestiones que creen que debería de aclarar Osakidetza. Denuncian que de muchas de las actuaciones se están «enterando por la prensa» y que en las llamadas que han recibido hasta ahora tampoco han sido claros con la situación. Creen que responsables de Salud deberían reunirse con los afectados para informarles acerca de cómo se va a llevar a cabo la campaña de vacunación extraordinaria y aclarar todas sus dudas, incluidas las relacionadas con las vacunas voluntarias. «No han sido claros en ningún momento», lamentan las familias.
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