Eleva el pómulo, las cejas, reduce arrugas y no necesita agujas ni rellenos

Se consigue con un dispositivo llamado Emface que combina dos tecnologías. Por un lado, la radiofrecuencia sincronizada que remodela y tensa la piel al calentar la dermis, al tiempo que eleva los niveles de colágeno y elastina. Y, por otro, la estimulación eléctrica intensa que aumenta las fibras musculares y el tono de la musculatura facial. Ambas acciones, combinadas, producen una reducción de arrugas y un 'lifting' facial general.

Sus virtudes corren como el secreto mejor guardado en una suerte de boca a boca, aunque el tratamiento lleva solo unos meses en España.

Para entender bien cómo funciona y qué músculos activa es importante saber que los músculos encargados de la expresión facial son un grupo de 20 músculos planos que se localizan bajo la cara y la piel del cuero cabelludo. Esos son los músculos que nos permiten gesticular, reír o fruncir el ceño; algunos elevan el rostro y otros lo deprimen.

«Emface actúa selectivamente sobre los principales músculos elevadores de la cara. En el frontal, para elevar las cejas y causar un efecto 'lifting' en la mirada y en las mejillas. También sobre los músculos cigomáticos mayor y menor, así como en el risorio para elevar el pómulo, disminuir el surco nasogeniano y mejorar el óvalo mandibular», explica la médico estético Raquel Moreno.

El efecto rejuvenecedor es sutil, al mismo tiempo más natural, un 'no sé qué qué se yo' que permite verse mejor. La doctora Moreno es una de las especialistas que han incorporado esta tecnología en su centro y asegura que los resultados se perciben desde la primera sesión, «con un efecto de buena cara y descanso». Y pueden prolongarse durante nueve meses tras cuatro sesiones continuadas, una por semana.

El efecto máximo se produce entre el primer y el tercer mes de la última sesión. Es entonces cuando se puede percibir mejor el aumento de colágeno y de elastina, asegura la experta. Como cualquier músculo que se ejercita y deja de utilizarse, el efecto en el músculo tiene efecto de caducidad.

En cada sesión al paciente se le colocan unos parches en la frente y en las mejillas. Durante 20 minutos debe soportar un masaje muscular facial intenso, acompañado de calor en la zona de la aplicación. El efecto es similar al de una gimnasia pasiva en el que se pierde el control de los músculos faciales y estos se contraen involuntariamente al ritmo de la estimulación eléctrica.

No duele, aunque probablemente el tratamiento tampoco sea el momento más placentero del día. En el centro de la doctora Moreno ayudan a las pacientes a relajarse con masajes en brazos y piernas para desviar la atención durante el tiempo que dura la sesión. Sin embargo, tras estos veinte minutos más o menos incómodos, el paciente puede reincorporarse a su rutina diaria. No deja enrojecimientos, hematomas ni ninguna señal del tratamiento.

La terapia está concebida para repetir el ciclo una vez al año o realizar sesiones de mantenimiento periódicas y así mantener el tono muscular. También puede convertirse en un tratamiento complementario de otros procedimientos. Por ejemplo, combinado con bótox y rellenos de ácido hialurónico puede reducir el número de pinchazos o la cantidad de producto de relleno utilizado.

Este año ha habido una revolución con la llegada de nueva aparatología. Emface solo se utiliza en el rostro, pero existe aparatología similar indicada para reducir la grasa corporal y mejorar la calidad de la piel en brazos, abdomen o glúteos.