Electrodos para adelantarse a la peor de las jaquecas

Àlex Porro, ingeniero de 58 años de Barcelona, pasó por ese calvario. Hasta seis episodios agudos de una hora de duración, de intensidad diez en un solo día y durante diez interminables años. Ni el tratamiento agudo (con oxígeno o con sumatriptan); ni el preventivo, a base de verapamilo, fármaco que se utiliza para el tratamiento de la hipertensión, le funcionaban y cuando le sobrevenían las crisis sentía, según afirma, «la necesidad de darme cabezazos contra la pared».

Gracias a un innovador tratamiento impulsado por el Hospital Clínic de Barcelona, basado en la estimulación cerebral profunda en una zona del cerebro implicada en la aparición y desarrollo de las crisis, Àlex ha vuelto a «reconciliarse con la vida» y a montar en moto, su gran pasión. Es el primer paciente tratado en España y uno de la decena en todo el mundo que se han sometido a esta técnica de neuroestimulación mejorada del Clínic.

La implantación de unos electrodos que estimulan y modulan la actividad cerebral ya se había hecho en otros casos, pero es la primera vez que se monitoriza simultáneamente la actividad cerebral para intentar detectar nuevas crisis antes de que el paciente las note, según aclara el doctor Victor Obach, neurólogo del grupo de 'Cefalea y Algia Facial' dirigido por la doctora Neus Fabregat del Instituto Clínic de Neurociencias del Hospital Clínic y del que forma parte el neurocirujano Pedro Roldán, que llevó a cabo la intervención.

«Es la primera vez que realizamos la neuroestimulación de esta forma y también la primera vez que el electrodo instalado nos ofrece información sobre lo que está ocurriendo en esa zona del cerebro para que podamos prever los episodios y adecuar de forma personalizada la estimulación», puntualiza el neurólogo.

El objetivo de la técnica como tratamiento compasivo -no logra la curación del paciente- es, según precisa Obach, «conocer los posibles patrones que preceden y predicen un episodio para mejorar el tratamiento para estos pacientes reduciendo los posibles efectos nocivos de la estimulación en el cerebro».

A Àlex Porro, que presentaba de tres a seis episodios de cefalalgia intensa al día, de una duración de 30 a 60 minutos y sin respuesta a ningún tratamiento, se le intervino a finales de diciembre de 2022. La operación duró tres horas y después pasó otras cuatro en la UCI, sin que aparecieran complicaciones. Se le realizaron dos pequeños orificios en la cabeza y, a través de dos catéteres que se introdujeron por ellos, se le implantaron dos electrodos (uno en la zona izquierda y otro en la derecha) en el área tegmental ventral, cerca del hipotálamo. Tres días más tarde, el paciente fue dado de alta y se empezó la estimulación crónica el día 21 de enero.

Cinco meses después de la operación, la calidad de vida de Àlex ha mejorado pasando de los cinco o seis episodios de cefalalgia intensa que tenía al día a no presentar ninguno o alguno esporádico y poco intenso. Hace unas dos semanas, le desconectaron los estímulos eléctricos continuos que le han preservado de sus crisis y a las pocas horas apareció el lagrimeo y empezó a dormir mal.

«Lo desconectamos a las diez de la mañana y al mediodía empezó a llorarle un ojo. Sus noches también fueron peor, por lo que volvimos a activar la estimulación», dice el neurólogo. Ahora, están empezando a reducirle la medicación. «Queremos ver si sigue sin cefaleas cuando no tome nada. También queremos probar a desconectar la estimulación en uno de los electrodos para ahorrar batería de la pila y ver cómo responde», añade.

La implantación de electrodos mediante cirugía estereotáxica ya se hacía hace años para tratar el párkinson y algunas patologías mentales. Ahora, es la primera vez que se utiliza también para monitorizar lo que ocurre en la parte del cerebro implicada en la aparición de las cefaleas de racimo -las sufren 47.000 personas en España y en un 10 por ciento de los casos no responden a ningún tratamiento-.

Los electrodos implantados en el cerebro de Àlex han empezado a registrar su actividad cerebral y se espera poder obtener datos relevantes que permitan prever posibles episodios próximamente. «Se pretende que la estimulación cerebral pueda ser discontinua y que se lleve a cabo solo cuando se detecte la posible crisis. Asimismo, se podrán reducir los posibles efectos secundarios sobre el cerebro y sus conexiones, y alargar la vida de la pila del generador implantado», señala a ABC el experto.

Cuando el paciente no responde al tratamiento agudo ni al preventivo, ni tampoco a otros menos establecidos, se consideran otras técnicas más invasivas como el bloqueo anestésico o la radiofrecuencia eléctrica del ganglio esfenopalatino.

La estimulación cerebral profunda es una alternativa en estudio y se ha llevado a cabo en muy pocos pacientes en todo el mundo. En el caso de Àlex los resultados han sido muy esperanzadores. «Me han eliminado prácticamente todos los dolores. Me ha cambiado la vida», señala. Lo primero que hizo al recuperar su vida fue montarse en su moto, que había aparcado desde hacía años, y salir a dar una vuelta. Después, quedar con los amigos.