Tigres de papel
Palabra pública
«Confío en poder sumar mi esfuerzo a un proyecto que aglutina a muchas personas a las que admiro»
Diego Garrocho asume la jefatura de Opinión de ABC

Dijo Aristóteles que somos seres de palabra porque tenemos la capacidad de deliberar acerca de lo justo y de lo injusto. El cuidado de esa deliberación y de los códigos de conversación compartidos se convirtió, siglos después, en la esencia de las democracias liberales. Por ... eso, la prensa, y especialmente las cabeceras de prestigio como ABC, deben desempeñarse con una especial exigencia a la hora de defender valores tan esenciales como la libertad, la veracidad y el pluralismo político. Principios, todos ellos, consignados en nuestra Constitución y que se imponen sobre quienes tenemos el honor y la responsabilidad de escribir para una amplia comunidad de lectores.
Si la democracia es un régimen de opinión pública, podemos conceder que gran parte de los riesgos que amenazan nuestro pacto social se hacen visibles en las formas en las que hablamos, disentimos y opinamos. El éxito de las redes sociales y la politización de todos los aspectos de la vida han estresado, casi hasta la neurosis, las formas en las que una comunidad de iguales es capaz de ejercer ese disenso sobre lo justo y lo injusto.
Existe una creciente desconfianza por parte de la ciudadanía con respecto a las instituciones tradicionales y esa sospecha ha tenido por objeto, en no pocas ocasiones, a la propia prensa. Este es el motivo por el que debemos renovar el cuidado y el rigor en la defensa de la información veraz. Existen demasiados espacios para la confrontación airada y creo que la prensa de calidad sólo sobrevivirá si puede arbitrar, desde un nuevo código, el acceso a la información y a la discusión legítima.
Los valores y las convicciones son instrumentos indispensables para interpretar la realidad, pero el respeto por los hechos jamás debería verse simplificado por algo que no sea la búsqueda de la verdad. Para ello, la autocrítica y el desafío de las propias certezas son elementos imprescindibles. El lector merece ser tratado como un adulto y esa consideración requiere renunciar a ciertas complicidades amables. Un periódico y una sección de opinión no pueden ser un lugar seguro en el que los lectores acudan a ratificar lo que ya creen conocer.
Es imposible llegar a un periódico como ABC y no sentirse abrumado por la excelencia con la que tantos profesionales han defendido este proyecto. Los 120 años de historia que celebra el diario son la prueba más rotunda de un éxito que sólo puede servir de inspiración para intentar imaginar cómo serán, y cómo deberían ser, las décadas futuras. Este periódico ha ejercido un liderazgo histórico confiando en la libre competencia entre ideas y en el cuidado de la palabra. Con humildad y con la vista puesta en los lectores que están y en los que vendrán, confío en poder sumar mi esfuerzo a un proyecto que aglutina a muchas personas a las que admiro. El respeto reverencial que siento por la palabra pública así lo exige.
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