El coste de la resistencia a los antibióticos: una caída del 3,8% del PIB mundial en 2050

El exceso de prescripción y el mal uso de estos fármacos limitan su efecto y amenazan la sostenibilidad de los sistemas de salud

Europa se plantea pactar un modelo de suscripción 'tipo Netflix' con las farmacéuticas para que desarollen nuevos antimicrobianos

«No podía creer lo que nos estaba pasando: durante 15 días pensé que lo perdía»

La contaminación del aire aumenta la resistencia a los antibióticos

La resistencia a los antibióticos puede llevar a una caída del PIB global del 3,8% ABC

Esther Armora

Barcelona

Ha sido catalogada por la OMS como «una de las diez principales amenazas de salud pública a las que se enfrenta la población mundial». La denominada Resistencia a los Antimicrobianos (RAM) –especialmente a los antibióticos– causa veinte veces más de muertes que los accidentes ... de tráfico. Cada año mueren 1,3 millones de personas en todo el mundo –23.000 en España– porque no hay tratamientos eficaces para su infección.

Más allá de la alarma sanitaria, los especialistas advierten de otro «preocupante» efecto de esta «epidemia silenciosa» que ha puesto en jaque a las autoridades sanitarias mundiales: el impacto económico que tendrán en las arcas públicas los costes derivados del tratamiento de estos cuadros infecciosos. «Tratar las resistencias antimicrobianas –también las hospitalizaciones derivadas de ellas–, sumado a los gastos causados por la pérdida de productividad laboral debido a las bajas, podría, si no se pone remedio a la situación, provocar una caída del PIB global del 3,8% en 2050», alertan especialistas consultados por ABC.

«Se ha hablado mucho del impacto sanitario, que es muy importante, pero el económico lo será también, sobre todo en los países en vías de desarrollo donde se espera una caída del 5% del PIB ese año, lo que hará que en estas zonas queden en situación de pobreza extrema 28 millones de personas», afirma Sara María Soto, investigadora del IsGlobal, centro impulsado por la Fundación La Caixa, y una de las autoras del informe 'Resistencias bacterianas a los antibióticos: ¿la pandemia silenciosa?'.

Una de las formas de combatir esta amenaza global, más allá de la reducción de la prescripción y consumo de estos fármacos, es que aparezcan nuevos antibióticos capaces de frenar la diseminación de las infecciones. Un objetivo difícil de cumplir hasta ahora por la falta de implicación en el problema de la industria farmacéutica. En estos últimos años los grandes laboratorios han ido perdiendo interés en desarrollar nuevas moléculas.

«Mucha inversión para tan poco beneficio», señalan especialistas consultados por este diario. «Hoy por hoy los antibióticos no son un nicho de negocio atractivo para las farmacéuticas. A las empresas no les interesa invertir dos billones de euros, que es lo que cuesta de media desarrollar un antibiótico, por solo cinco días de uso. No les sale tan a cuenta como los fármacos para tratar enfermedades crónicas», dice Soto. Una fórmula innovadora dirigida a romper estas inercias y promover el desarrollo de nuevas moléculas es, según indica la investigadora del IsGlobal, «utilizar un sistema de suscripciones, similar al de plataformas como 'Netflix', experimentado con éxito en Gran Bretaña, mediante el cual las compañías farmacéuticas reciben del sistema público de salud una cantidad de dinero al año a cambio de comprometerse a desarrollar nuevos antibióticos o aumentar el stock de algunos de poco uso pero necesarios».

'Modelo Netflix'

«En Gran Bretaña la experiencia piloto ha tenido mucho éxito y los gobiernos de otros países se plantean también utilizarlo», señala la experta. Pagar a las farmacéuticas para que suministren antibióticos se augura, pues, como una fórmula efectiva de estimular la aparición de nuevo arsenal terapéutico para hacer frente a este desafío global. El Servicio Nacional de Salud británico (NHS, por sus siglas en inglés) alcanzó en 2022 un acuerdo con las farmacéuticas Pfizer (EE. UU.) y Shionogi (Japón) mediante el cual recibirán una tarifa fija de 12 millones de euros anuales durante una década para que creen nuevos medicamentos o nutran al sistema de los más buscados. Por ahora, el modelo avanza por buen camino y EE.UU. y Europa se plantean implantar modelos similares para combatir el desabastecimiento. Los expertos advierten, no obstante, de que no será una solución de rápido efecto porque no habrá una ola inmediata de nuevos antibióticos en un futuro cercano. «El fruto de esta acción se verá a largo plazo», afirman.

La amenaza sanitaria de las RAM lleva años quitando el sueño a las autoridades mundiales. Las cifras no invitan al optimismo y dibujan un panorama «preocupante» de cara a los próximos años. Según recientes estudios, en España se registraron solo en 2023 más de 150.000 infecciones por Bacterias Multirresistentes (BMR), siendo la infección urinaria la más frecuente y la neumonía la de mayor mortalidad, lo que lo sitúa como un grave problema de salud. Expertos consultados por ABC advierten de que la resistencia antimicrobiana «aumenta también los fracasos terapéuticos en infecciones bacterianas incrementando las morbilidad y la mortalidad» y lanzan un mensaje a la población: es importante no abusar de los antibióticos y si se toman «hacerlo de forma correcta». Alertan, asimismo, de que «es especialmente preocupante la rápida propagación mundial de bacterias multirresistentes y panresistentes (denominadas también 'superbacterias') que causan infecciones que no pueden tratarse con los medicamentos antimicrobianos al uso, como los antibióticos».

'Superbacterias'

«Es inevitable que surjan resistencias a los antibióticos. Lo que más nos preocupa actualmente es la aparición de bacterias resistentes a casi todos los antibióticos, entre ellos de los última generación, que suponen la última de nuestras bazas para tratar a los pacientes que no responden a ningún tratamiento», indica en declaraciones a ABC Jesús Oteo, profesor de investigación del Centro Nacional de Microbiología (CNM) y director científico del CIBER de Enfermedades Infecciosas (Instituto de Salud Carlos III).

Oteo subraya la importancia de los antibióticos como puntal de los avances sanitarios de nuestro tiempo. «Algunas de las más innovadoras y exitosas técnicas terapéuticas que se aplican en la actualidad (trasplantes, tratamiento de quimioterapia, grandes cirugías) solo son posibles gracias a la existencia de una cobertura antibiótica adecuada. Sin antibióticos que protegan a estos pacientes inmunodeprimidos no podrían realizarse estas intervenciones», señala.

El director científico del CIBER de Enfermedades Infecciosas advierte, por otro lado, sobre la gran capacidad de reproducción de estas peligrosas bacterias. «Presentan unas características biológicas que les dotan de una enorme y muy rápida capacidad de adaptación al medio ambiente en el que viven. Su gran velocidad de reproducción, una bacteria puede tener dos bacterias 'hijas' solo media hora después de su nacimiento, les facilita tener casi 50 generaciones de bacterias en tan solo un día», señala Jesús Oteo.

Explica también por qué aparecen las resistencias. «La aparición de la resistencia se debe, generalmente, a mutaciones inevitables debidas al azar», precisa el investigador y advierte del efecto que puede tener el abuso de antibióticos en esta población. «La población bacteriana mutante es minoritaria y no suele prosperar ante la competencia del resto de bacterias. Sin embargo, la presencia de antibiótico mata a toda la población sensible dejando un nicho ecológico libre de competidores para las cepas resistentes», aclara en declaraciones a ABC.

A su juicio, «los dos factores que agravan la amenaza de la resistencia a antibióticos a nivel mundial son la capacidad bacteriana de 'coleccionar' diferentes formas de resistir a los antibióticos y su gran capacidad de diseminación entre diferentes pacientes. «En la actualidad hay bacterias que tienen la 'colección completa', que pueden sobrevivir en presencia de todos los antibióticos disponibles, son las bacterias denominadas pan-resistentes frente a las cuales no disponemos de un tratamiento antibiótico adecuado», advierte Oteo. «El otro factor que agrava la situación es -según precisa- su gran capacidad de diseminación entre diferentes pacientes, instituciones y regiones geográficas. Diseminación no sólo de la bacteria resistente sino también de los genes que codifican el mecanismo de resistencia».

«Pueden saltar a otras personas»

La resistencia bacteriana a los antibióticos puede aparecer mucho tiempo después de haberlos consumido, e incluso en una persona diferente a la que los consumió. «Un escenario habitual es el de un paciente que toma un antibiótico para una infección respiratoria que selecciona una bacteria resistente en su microbiota intestinal. Esta bacteria puede persistir semanas o meses en la microbiota sin producir enfermedad, y puede transferirse a otras personas algunas de las cuales podrían sufrir una infección, ante una disminución de defensas, por ejemplo, por dicha bacteria», explica el experto del Carlos III.

«Para minimizar el riesgo -añade- es importante conseguir un uso más responsable y prudente de los antibióticos: solo son eficaces para infecciones bacterianas, no frente a infecciones víricas como resfriado o gripe; y deben tomarse a las dosis adecuadas, con la periodicidad y durante el tiempo adecuado. Con esto último se limita la presencia del antibiótico en nuestro organismo a concentraciones bajas que permiten, e incluso estimulan, el desarrollo de resistencias».

Al margen de reducir la prescripción de antibióticos, hay otras fórmulas eficaces para controlar las resistencias antimiocrobianas como hacer más ágiles y rápidos los sistemas de diagnóstico, reducir el número de pastillas por envase (incluso se está valorando la dispensación individualizada ) para no desperdiciar antibiótico, y reforzar la prevención y el control de las infecciones en los centros hospitalarios, las explotaciones agrícolas y las instalaciones de la industria alimentaria. «En el ámbito de la ganadería es importante incentivar la vacunación, reducir el uso de antibióticos y aislar a los animales infectados y se está yendo en esta dirección», señala la investigadora Sara María Soto del IsGlobal.

Reclama «una legislación a nivel europeo para combatir la diseminación». «Faltan legislaciones que garanticen el control de las aguas, de los residuos, y también de los desechos químicos que inhalamos porque están en el ambiente o por contacto físico», señala la especialista.

El Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN) tiene entre sus objetivos la implantación de los Programas de Optimización de Uso de los Antibióticos (PROA) tanto en el ámbito hospitalario como en el de Atención Primaria. Estos programas trabajan en la optimización de la prescripción de antibióticos para mejorar el pronóstico de los pacientes que los necesitan, minimizar los efectos adversos, controlar la aparición de resistencia y garantizar el uso de tratamientos coste-eficaces. La luz roja lleva años prendida y aunque se han definido vías para frenar el paso a esta amenaza global, el camino por recorrer es aún largo.

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