Los cien kilómetros contrarreloj de las exmonjas de Belorado para impedir que la Fiscalía se llevara a las mayores
Cuando la Guardia Civil entró en Orduña para trasladar a las cinco hermanas, de entre 86 y 100 años, había con ellas una cuidadora, pero ninguna de las exreligiosas
«Somos una única comunidad de trece, nunca nos separaremos de ellas», defendían el martes en una rueda de prensa
Las exmonjas de Belorado incumplen la orden de Fiscalía e impiden que la Federación de Clarisas se haga cargo de las mayores: «Esto es un secuestro»
La Guardia Civil protege a las exmonjas de Belorado a la entrada del juzgado de Briviesca el pasado martes
¿Dónde están las hermanas mayores de Belorado? La pregunta que llevaba sobrevolando el conflicto desde la semana pasada –ante la información de ABC que revelaba que planeaban trasladarlas a Orduña (Vizcaya)– volvió a cobrar actualidad ayer cuando, poco antes de las once de ... la mañana, se conocía la sentencia que ordenaba el desahucio. Una duda que sólo tardaría dos horas en resolverse cuando, desde las redes de las exmonjas y el whatsapp de su jefe de prensa, comenzaba un frenético envío de mensajes, audios y vídeos que revelaban no sólo que realmente se encontraban en cenobio vizcaino –pese a que el martes afirmaban que permanecían en Belorado–, sino que en ambos monasterios se había personado de forma simultánea la Guardia Civil y representantes de la Federación de Clarisas. El objetivo: hacer cumplir un auto de la Fiscalía que ordenaba que estas últimas se hicieran cargo de las cinco monjas.
Las monjas más mayores, de entre 86 y 100 años, no han participando en el cisma por lo que no han sido excomulgadas. Según el comisario pontificio que es su superior, constituyen la comunidad legítima de Belorado, la persona jurídica que tiene la propiedad del monasterio. Dada su avanzada edad y los síntomas de demencia senil que presentan, la Federación de Clarisas pidió hacerse cargo de ellas, aunque las exmonjas cismáticas les impidieron acceder al convento. Por contra, las ocho excomulgadas, han afirmado siempre que son «una única comunidad de trece monjas» y que nunca «se separarán».
Sin embargo, cuando ayer se personó la Guardia Civil en Orduña, ninguna de las ocho excomulgadas se encontraba en el monasterio y las cinco religiosas estaban al cargo de una cuidadora. Mientras la exabadesa facilitaba el acceso a la Benemérita a las instalaciones de Belorado, para que levantaran acta de que allí no se encontraba ninguna mayor, dos de las exmonjas, las conocidas como sor Paloma y sor Berit, emprendían una frenética carrera en coche hasta Orduña para tratar de frenar la disposición de la Fiscalía.
Unos cien kilómetros que, a juzgar por los vídeos que distribuyeron grabados desde el coche, cubrieron en menos de la hora y media que aconsejan los navegadores. Unos vídeos, y audios en los que aprovechaban para narrar lo que, según ellas, estaba ocurriendo en Orduña, pese a que no había llegado. «Están diciendo que no quieren salir», afirmaba sor Paloma. «Esto es un secuestro», añadía. «La Fiscalía dice que, aunque sea en contra de su voluntad, se tienen que ir», añadía sor Berit desde el volante.
Consecuencias judiciales
Un rato después, el siguiente vídeo mostraba a sor Paloma a la puerta del monasterio, afirmando, con palabras entrecortadas y un visible sofoco que «lo que han hecho pasar a nuestra hermanas no tiene nombre», para añadir que «ya se han ido todos de aquí, no han podido llevarse a nadie». «Estamos esperando las consecuencias judiciales de no haberles dejado llevárselas», añadía mientras cambiaba la cámara para mostrar las furgonetas adaptadas que había llevado la Federación para el traslado y a sor Berit y al abogado de las exmonjas, el hermano de la exabadesa Enrique García de Viedma, prestando declaración ante la Guardia Civil.
«Ahora voy a ver cómo están las hermanas, a intentar tranquilizarlas un poco», reconocía la exclarisa en la transmisión, con lo que demostraba que había priorizado la grabación del vídeo a conocer de primera mano la situación de las cinco mayores «a las que nunca vamos a abandonar». Aun así, no dudaba en afirmar que estaba «temblando de ira e indignación» por «esta gente que no tiene entrañas». «¡Montar todo esto ante nuestras hermanas mayores», afirmaba al final del vídeo, aunque para ese momento ya quedaba claro que ni había presenciado lo ocurrido ni tampoco había visto a las religiosas.
Según ha podido conocer ABC de fuentes del instituto armado, lo que realmente había ocurrido es que la Guardia Civil, en diálogo con las representantes de la Federación de Clarisas, habían decidido suspender el traslado ante la tensión generada por las constantes llamadas telefónicas y la presencia del abogado, en aras de evitar la ansiedad en las ancianas. Todo ello pese a que han podido constatar que las instalaciones no reúnen las condiciones necesarias para atender a cinco mujeres de esa edad. Es posible que tanto la Fiscalía como la juez decreten el cumplimiento del auto en fechas próximas.
Otro de los audios, esta vez por voz de la exabadesa, parece concordar más con esa versión más tranquila del conflicto. «Está mi hermano», le dice a un desconocido destinatario. «Tenía los poderes de representación de las cuatro hermanas, le faltaba el de la madre Pureza». «Pero esto no lo diga», le pide al interlocutor, pese a lo que ha sido transmitido íntegro. En un tono más tranquilo, García de Viedma, afirma que «hasta el momento las que han sido interrogadas, las tres, han dicho que querían permanecer en el monasterio con nosotras, y que no tenían ninguna intención de irse a ningún sitio». «Quedan las dos hermanas más vulnerables que son madre Pureza y Lucía y estamos rezando para que las dejen tranquilas. Son mujeres de muchísima edad muy dependientes», dice.
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