Un Papa que me enseñó el «gracias, perdón y ayúdame»
Doy gracias por haber podido crecer en mi fe junto al Papa Francisco durante estos años. Un Papa que, a mi parecer, ha reflejado todo lo que los jóvenes esperábamos ver en la Iglesia, y que, sobre todo, ha predicado con el ejemplo
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Hace tiempo me dijeron que los tres últimos papas reflejaban las tres virtudes teologales. Juan Pablo II fue la esperanza, con una personalidad decidida y llena de luz. Benedicto XVI fue la fe, demostrando ser uno de los grandes teólogos de nuestro siglo. Y ... Francisco ha sido, sin duda, una clara manifestación de la caridad.
Cada uno fue la respuesta necesaria a una sociedad que clama por un pastor unido a Cristo, un pastor santo. Y cada uno ha sido una prueba más de que el Papa no es fruto de una estrategia o cálculo político entre cardenales, sino el resultado de una elección inspirada por el Espíritu Santo.
Doy gracias por haber podido crecer en mi fe junto al Papa Francisco durante estos años. Un Papa que, a mi parecer, ha reflejado todo lo que los jóvenes esperábamos ver en la Iglesia, y que, sobre todo, ha predicado con el ejemplo.
Un Papa que me ha enseñado que mi vida no está hecha para salvarme solo, sino para llegar a todos, todos, todos, como él solía repetir. Porque un buen cristiano tiene que «oler a oveja».
Un Papa que me ha enseñado que no basta con cuidar a los míos, sino que tengo que salir al encuentro de los más necesitados. Porque todos los seres humanos son iguales en dignidad.
Un Papa que me ha enseñado que no hay que buscar comodidades ni honores, sino dedicar la vida a seguir a Cristo con todo el corazón.
Un Papa que me ha enseñado que no importa el número de pecados, porque la Iglesia no es un museo de santos, sino un hospital de campaña donde todos somos bienvenidos. Y que en la Iglesia siempre hay lugar para el perdón y la reconciliación, ya que Dios es un padre misericordioso que siempre nos espera para perdonarnos.
Un papa que me ha enseñado a vivir un amor sencillo en el matrimonio con el «gracias, perdón y ayúdame»
Y es por esto que Francisco se ha ido de la forma en la que se ha ido. Dedicando su último día en la tierra a bendecir al mundo, anunciar la resurrección de Cristo, y pasearse junto a su gente, junto a su rebaño.
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