Becciu, el cardenal que quiere ir al cónclave aunque el Papa se lo impidió
De ser una de las personas más cercanas a Francisco a perder todo su estatus y quedar relegado a un segundo plano tras ser condenado por malversación. Sin embargo, ahora Angelo Becciu quiere que cambie la situación y ha pedido al resto de cardenales que le admitan en el cónclave
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Giovanni Angelo Becciu era una de las personas más cercanas al Papa. Era el sustituto de la Secretaría de Estado, el número tres del Vaticano, cuando Francisco fue elegido, y el Pontífice lo nombró prefecto en 2016 y lo creó cardenal en 2018. Pero ... dos años después, tras conocerse las controvertidas operaciones económicas en las que estaba implicado, aquella confianza se quebró y Becciu fue invitado por Francisco a presentar su renuncia, no solo a su cargo, sino a sus privilegios como cardenal, lo que incluye su derecho a participar en el cónclave. Sin embargo, ahora Becciu insiste en que las razones que llevaron a ese veto no son lícitas y ha pedido a los cardenales que le readmitan en el cónclave.
El juicio al cardenal Becciu se convirtió, entre 2021 y 2023, en una fuente de titulares escandalosos para los medios de comunicación: edificios comprados en Londres en los que el Vaticano perdió cientos de millones de euros, supuestas espías que estafaban al Vaticano pagando bolsos de lujo y vacaciones con el dinero destinado al rescate de una monja, fondos de la Santa Sede derivados a la empresa social del hermano del cardenal. «Soy inocente y siempre he actuado de acuerdo con mis superiores», decía Becciu, aunque finalmente fue condenado a cinco años y tres meses de prisión y a la inhabilitación para ejercer cargos públicos. Penas que todavía no ha cumplido, pues la defensa del cardenal ha recurrido la sentencia.
Con esos precedentes podría parecer sencillo entender por qué el cardenal Becciu, que tiene 76 años, no aparece en el listado que el Vaticano facilita sobre los cardenales electores, los que tienen menos de 80 años. Sin embargo, para comprender esta compleja suspensión, a la que ahora Becciu quiere poner fin, hay que remontarse al 24 de septiembre de 2020, cuando, a una hora poco habitual, las ocho de la tarde, la sala de prensa del Vaticano distribuía una nota con un conciso mensaje: «El Santo Padre ha aceptado la renuncia al cargo de Prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos y a los derechos conexos al cardenalato, presentada por Su Eminencia el Cardenal Giovanni Angelo Becciu».
Aquel comunicado era la respuesta a las pesquisas internas que el Vaticano estaba realizando desde 2019, a raíz de las sospechas de inversiones opacas y malversación de fondos. Además, era la concreción de una reunión que esa misma tarde habían mantenido el Papa Francisco y el cardenal Becciu. El Pontífice fue claro en sus palabras: después de lo que había descubierto, había perdido por completo la confianza en Becciu, y le pidió que renunciara no solo a su cargo en el Vaticano, sino a los derechos propios del cardenalato. Hay que recordar que la principal función de los cardenales menores de 80 años es la de elegir al próximo Papa cuando se convoca un cónclave.
En un segundo plano
Después de aquella decisión, la presencia del cardenal Becciu en el Vaticano se redujo a su participación en las sesiones del juicio y a dejarse ver conduciendo un coche de más de 20 años, un modelo Mazda Demio, uno de los más baratos del mercado, como símbolo de que no se había enriquecido con las operaciones. Un hecho que no convenció a los jueces, que le acabaron convirtiendo en el primer cardenal de la historia moderna juzgado y condenado penalmente por el tribunal vaticano.
Sin embargo, poco después de la sentencia, Becciu volvió a reunirse con el Papa y afirmó que le había autorizado a participar en algunos eventos reservados a los cardenales. Así, se le ha podido ver en el último consistorio para la creación de cardenales, en algunas festividades vaticanas, e incluso, sentado en primera fila, en el rezo del rosario convocado durante la última hospitalización de Francisco. Unos hechos que, sin embargo, no modificaron su renuncia a los derechos cardenalicios. Que se sepa, no hay ningún documento firmado por el Papa que ratifique o levante la sanción, por lo que durante este tiempo se ha entendido la presencia de Becciu como equiparada a la de un cardenal mayor de 80 años, a pesar de no haberlos cumplido.
Sin embargo, ahora Becciu quiere que cambie la situación y ha pedido al resto de cardenales que le admitan en el cónclave. Ha participado en las dos congregaciones ya celebradas, el martes y el miércoles. En una de sus pocas declaraciones públicas, en una entrevista al diario de su tierra de origen, L'Unione Sarda, ha reivindicado su participación en el cónclave. «No pueden negarme ese derecho», afirma.
Su renuncia «nunca fue redactada»
Según han explicado a ABC fuentes del entorno de Becciu, aunque su renuncia fue explícita, «nunca fue redactada por escrito, ni tampoco la aceptación del Papa fue notificada». «Se trató de una renuncia que no fue espontánea, sino ordenada verbalmente por Francisco, dado que Becciu siempre se ha proclamado inocente», añaden. «Como ocurre a menudo en el ordenamiento canónico, en algunas circunstancias se impone la renuncia a los titulares de cargos relevantes para evitar una destitución más traumática y escandalosa», justifican.
Becciu insiste en que «la lista publicada por la Sala de Prensa no tiene ningún valor jurídico y debe tomarse como lo que es«. Pero ese no es el foco del problema, pues la sala de prensa solo publica las decisiones ya tomadas, como la de su propia renuncia a los derechos del cardenalato, en la que realmente está la clave.
Dudas con su inclusión en el cónclave
La disyuntiva de los cardenales se centra ahora en aceptar la petición de Becciu y admitirle al cónclave —lo que podría ser contrario a la constitución apostólica que regula el periodo de sede vacante—, o perseverar en su exclusión, lo que según fuentes cercanas a Becciu podría invalidar la elección del próximo Papa. Lo cierto es que la Universi Dominici Gregis establece que «durante la vacante de la Sede Apostólica, las leyes emanadas por los Romanos Pontífices no pueden de ningún modo ser corregidas o modificadas, ni se puede añadir, quitar nada o dispensar de una parte de las mismas, especialmente en lo que se refiere al ordenamiento de la elección del Sumo Pontífice».
Sin embargo, según la canonista Geraldina Boni, «ante una situación incierta y carente de sólidos elementos probatorios, resulta problemático invocar la imposición de una decisión limitativa de derechos tomada oralmente, especialmente con el paso del tiempo y tras el fallecimiento de su autor», por lo que la disposición «debe interpretarse de manera restrictiva, permitiendo a Becciu participar en el Cónclave». En declaraciones a ABC, Boni señala que «no es cierto que al cardenal Becciu se le haya privado del derecho-deber de elegir al Romano Pontífice, por lo que deben admitirlo en el cónclave para participar en las votaciones. De lo contrario, correrían el riesgo de parecer viciadas por una exclusión arbitraria: un potencial disruptivo sobre la validez de la elección del nuevo sucesor de Pedro que debe evitarse con firmeza».
A falta de un documento del Papa
El dilema se solucionaría si se hiciera público algún documento del Papa Francisco al respecto. Según ha podido conocer ABC, el Pontífice fue advertido, a través de uno de los cardenales del C9, del posible conflicto y se le recomendó dejar una carta que clarificara la situación. Precisamente, uno de los puntos tratados en la congregación de cardenales de este miércoles ha sido el «leer, si los hubiere, los documentos dejados por el Pontífice difunto al Colegio de Cardenales».
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Lo cierto es que Becciu ha participado en la reunión, pero, según han explicado desde la sala de prensa vaticana, con respecto a «las decisiones que afectan al cónclave habrá que esperar a que finalice el funeral».La solución es compleja. Para algunos canonistas, pasa por que el mismo Becciu renuncie públicamente a participar en el cónclave, como ya lo han hecho algunos cardenales electores que no vendrán por motivos de salud. Una opción que Becciu no contempla, pues insiste en participar. Otros, aunque coinciden en que legalmente no debería estar en la Sixtina, apuestan por permitirle su presencia para evitar futuros problemas legales. Una decisión compleja que los cardenales tendrán que tomar en los próximos días, probablemente en alguna de las congregaciones posteriores al funeral del sábado.
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