Luis Argüello, el activista intelectual que prefirió ser sacerdote

Pero, ¿es Argüello un hombre conservador o es progresista? Hay dudas. De lo que no hay duda es de que es un hombre ambiguo. Y que esa ambigüedad le valió incluso una broma del propio Francisco que él mismo hizo pública durante una rueda de prensa: «Cuando te jubiles –dijo Francisco– tienes que venir a Roma para jugar en el equipo de fútbol; regateas muy bien a los periodistas».

El hecho de que lo contara el propio Argüello muestra que esa ambigüedad no solo no le molesta, sino que, quizá, sea buscada. Y que probablemente no solo regatee periodistas sino a todo el mundo, dentro y fuera de la Iglesia. Sus buenas relaciones con progresistas y conservadores y esa ambigüedad en sus declaraciones son las causas de que surjan opiniones para todos los gustos acerca de su ideología.

En este sentido, el ex diputado socialista Jesús Quijano destaca que «don Luis siempre fue progresista en lo social, pero más conservador en asuntos de 'fe y costumbres'. Aunque su base intelectual es abierta, es lógico que tienda a acomodarse a lo que exige la 'púrpura'. La etiqueta que le quieras poner –conservador o progresista– depende del aspecto que quieras analizar. La realidad es que mantiene un pensamiento abierto y opina con libertad y criterio».

Prueba de este carácter ecléctico es –según cuenta el historiador Enrique Berzal– su participación en los hechos acaecidos en 1975, cuando el ministro Cruz Martínez Esteruelas decretó el cierre de la Universidad de Valladolid en represalia por las algaradas que venían protagonizando los activistas más destacados y que dejó a 8.000 estudiantes en la calle. Argüello, por entonces delegado de la Facultad de Derecho, «estaba en la órbita de quienes lideraron la puesta en marcha de la llamada 'Universidad paralela', que era una manera de continuar las clases en cafeterías, locales, parroquias e incluso en domicilios de profesores muy significados».

Pero Argüello, por entonces un activista próximo al PCE llegó a figurar en el equipo de asesores de la que sería concejala de Cultura en el primer gobierno municipal socialista y colaboró con la Democracia Cristiana de Ruiz Giménez. Es decir, se mostró activo en varios espectros ideológicos para terminar por abandonarlos a todos e ingresar en el seminario.

Ese aire poco definido se observa desde la cercanía de la Iglesia en Valladolid, donde se pone de relieve que, quizá, por su capacidad dialéctica y su cultura, Argüello pueda parecer un hombre de diálogo, cercano a Francisco en sus tesis. Y, sin embargo, su presencia en el Sínodo no se debe a la designación papal sino a la de la Conferencia Episcopal. Del mismo modo, Argüello puede parecer un sacerdote convencido de la sinodalidad, pero su propia manera de ser –dice un sacerdote– no le permite ser tan sinodal como le gusta mostrarse.

«Y eso es porque peca de clericalismo, verticalismo y falta de diálogo sincero. Estuvo en el Movimiento Cultural Cristiano, pero, al revés que algunos creyentes, que convirtieron su fe religiosa en vocación política, a él le ha pasado al revés: su fe política se ha convertido en fe religiosa. La conclusión es una especie de visión 'teocrática' del mundo, que es una tentación que muchos tuvieron. Pero era muy bueno como secretario de la CEE gracias a su capacidad dialéctica, sobre todo en su trato con el mundo político que es, en el fondo, su gran vocación». En esa línea se abunda desde el mundo de la información local, donde se recalca que se trata de un hombre inteligente, intelectualmente sólido y que se maneja bien en puestos de poder porque es discreto y prudente. «Podría ser CEO de una empresa del Ibex 35. Es alguien recio de principios y dúctil a la hora de materializarlos en situaciones y personas concretas».

De lo que no hay duda es de que se trata de una persona intelectualmente sólida y con una profunda comprensión del mundo en el que vive. Sus posiciones, a menudo profundas y complejas no suelen concordar con reduccionismos como 'conservador' o 'progresista'.

Muestra interés por las grandes corrientes de pensamiento, la geoestrategia o la cultura. «Esa dicotomía entre conservadurismo-progresismo no es tal –cuentan quienes más le conocen–. Él intenta mediar entre las distintas corrientes y hacer comunión. Es un puente». Argüello siempre ha estado cerca de ese diálogo fe-cultura y quizá eso es lo que atrae de él al mundo intelectual, al que los sacerdotes más reaccionarios no suelen prestar atención. Pero eso no hace de él lo que se entiende por 'progresista'.

En cualquier caso, Argüello es una persona poliédrica, de indudable cultura y preparación intelectual y cuya fe parece emerger desde un compromiso social, lo cual no solo la entorpece, sino que, probablemente, la perfeccione. Como dice Berzal: «¿Qué mejor forma de encauzar el compromiso social que con una dedicación plena y una entrega total a los demás?.»