La Palma, seis meses después: animales muertos que ni se descomponen y gases que aún son letales
Los vecinos piden agilizar las ayudas, decenas de ellos viviendo aún en alquileres y hasta 453 en hoteles
Laura Bautista
Se cumplen seis meses de aquel fatídico 19 de septiembre que cambió la historia de La Palma . Han sido los 181 días más largos y más tristes para el pueblo, que no se acostumbra a la destrucción de Cumbre Vieja ni ... a sus vidas rotas. Ese día, cientos de vecinos se marcharon de casa con lo puesto, el susto en el cuerpo y la esperanza amedrentada, dejando atrás una casa que no han vuelto a ver. Ese fue el caso de Amanda, de Gregorio, de María y Saúl, de Mila, Petra, Suso… vidas que dieron un giro de 180 grados cuando se abrió la tierra en Cabeza de Vaca.
Este sábado, seis meses después de que la naturaleza mostrase su peor cara, las preguntas se agolpan y las respuestas escasean, mientras los vecinos de La Palma se agarran a la resiliencia que es seña de identidad de su carácter. Desde casas de alquiler, viviendas de familiares y amigos, trasteros, garajes, caravanas, y 453 personas desde los hoteles de emergencia buscan un horizonte.
En la plaza de España de Los Llanos de Aridane, decenas de afectados por la erupción de Cumbre Vieja escriben sus preguntas y sus sentimientos en pancartas en el suelo. Ya no saben cómo decir que están desesperados. «¿Qué hacemos los que no tuvimos tiempo de asegurar la casa?», «¿por qué no nos advirtió nadie que Cumbre Vieja estaba despertando desde hace años?», «¿qué pasa con las ayudas?», «¿cómo vamos a comprar un terreno si están los precios disparados?», le transmiten al presidente del Cabildo, Mariano H. Zapata. Él escucha con paciencia, trata de calmar a sus vecinos, aunque detrás de su templanza confiesa que entiende la desesperación: «Nunca es demasiado rápido para quien lo ha perdido todo».
No solo se han reunido en Los Llanos, también en la puerta del Congreso de los Diputados, donde Óscar Martín y la iniciativa ciudadana de afectados pide «respuestas, certidumbre, transparencia y la entrega inmediata de las donaciones» .
Gregorio García, vecino del desaparecido Todoque, ya solo quiere paz mental. «Quédense con el dinero y dennos estabilidad emocional» , implora. Juan Carlos Rodríguez llama a actuar ya: «La Palma agoniza lentamente». Alexis Hernández se une a la llamada de socorro: «Necesitamos que lo aprobado se convierta en un hecho, antes de que la salud mental de los que han perdido todo colapse definitivamente».
La situación es desesperada. «Hay personas viviendo en garajes, en autocaravanas, en infraviviendas semirrehabilitadas, o tres familias viviendo en un piso con un baño después de seis meses, desde que comenzó la erupción y fueron evacuados», explica Alexis Hernández a ABC.
La presidenta de la asociación de vecinos de Las Manchas, Jennifer Sánchez, pide que no haya «ni más engaños ni más ocultismo», que «la burocracia quede en un segundo plano» porque «el día a día es cada vez es más insostenible, con incertidumbre y caos mental».
La 'Chernóbil' de La Palma
Junto a Jennifer Sánchez han sonado las voces de los empresarios de Puerto Naos , que pasó de ser la joya de la costa a la ‘Chernóbil’ de La Palma. Cada día, Pedro Hernández y sus compañeros del Instituto Volcanológico de Canarias (Involcán) monitorizan los gases de Puerto Naos, un pueblo fantasma. Antes era el corazón de la actividad turística de la isla, hoy es un barrio vacío en un letargo que no acaba. Se ha instalado una red instrumental de estaciones tanto del exterior como del interior de algunas viviendas y edificios, que miden concentraciones cada 10-15 minutos y ellos mismos entran para comprobar con desaliento que todo sigue igual. «Siguen pitando ante la presencia de dióxido de carbono, es letal», podría matar a una persona en cuestión de minutos.
Seis meses después se siguen detectado concentraciones anómalas de dióxido de carbono (CO2), hay puntos de más de 40.000 ppm cuando un aire limpio tiene 400. Los niveles siguen en una concentración muy alta «incluso en la calle, con puntos que registran un 30% de CO2 en el aire», explica Hernández. «Nos gustaría dar buenas noticias», confiesa, «pero esto podría llevar meses, incluso años». El dióxido de carbono es tóxico, pero además desplaza el oxígeno y sin él, no hay máscara que valga, los medidores de gases y sensores van siempre con ellos, «el gas se ve incluso a simple vista», asegura.
Puerto Naos quedó detenido en el tiempo hace ya seis meses, y pasear por sus calles es desolador. Parece «de película, como si hubiera ocurrido un ataque nuclear» , expresa con tristeza. «Encontramos muertos todo tipo de animales, perros, gatos pájaros, cernícalos, palomas…», y ni los cadáveres se descomponen porque «no hay insectos que sobrevivan para comerse los restos».
Uno de los hoteles más grandes de La Palma mira hacia la playa más larga de la isla, hoy desierta. «Hay muchísimos negocios, restaurantes, edificios de viviendas, apartamentos…», lamenta Hernández. «No creo que ni siquiera este verano sea zona segura, espero equivocarme».
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete