«La liberación de patentes para producir vacunas no es la solución»

Para Humberto Arnés, director general de Farmaindustria no solo «no es la solución» sino que asegura que se ha generado «un falso debate» en torno a este tema.

«Aparte de poner en jaque la seguridad jurídica de la protección industrial libertar patentes no serviría de nada porque no basta con poder legalmente fabricar vacunas: hay que poner las instalaciones, contar con personal cualificado, con equipos especializados, saber producir los ingredientes ...tener una capacidad organizativa y productiva con garantías de seguridad y calidad», asegura a ABC.

Por poner un ejemplo, una de las vacunas ampliamente utilizadas en todo el mundo tiene 260 componentes (incluido el cristal del envase), que se fabrican en 60 instalaciones distintas de una treintena de países.

Por ello, para Arnés, la solución pasa por movilizar la capacidad productiva del planeta y asegura que la industria lo ha hecho. «En 10 meses se ha desarrollado una vacuna cuando la investigación de una fármaco exige de ocho a 10 años y eso ha sido gracias a la colaboración del colectivo científico e industrial». Agrega que «la insdustria ha hecho lo que la sociedad podía demandarle, ha desarrollado soluciones en tiempo record y ha adaptado sus instalaciones y multiplicado por 4 su capacidad para superar el reto de la producción».

De hecho, se han realizado más de 260 acuerdos de colaboración entre compañías desarrolladoras y otras capaces de producir vacunas . «Y la prueba más clara de la enorme movilización de la infustria es que companías farmacéuticas colaboran con sus rivales que no tienen vacunas».

Arnés cita datos de la consultora Airfinity y de la Universidad de Duke sobre producción de vacunas prevista para este año. «La producción estará entre los 10.000 y 12.000 millones de vacunas, suficientes para vacunar en todo el mundo al 70-75% de la población y lograr la inmunidad de grupo ».

Con esto concluye en que la industria ha respondido a lo que la sociedad le ha demandado. A su juicio, el desafío pasa por lograr una distribución equitativa de las vacunas dado que hay países y regiones que han comprado muchas más vacunas de las que necesitan y ahí debería tener un papel clave la iniciativa Covax de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que ya está distribuyendo vacunas en países en desarrollo.