José Miguel Fernández nació hace 39 años en el barrio granadino de Almanjáyar, un distrito desfavorecido con graves problemas de inseguridad a causa de las mafias de la droga y una tasa de desempleo que ronda el 70%. Como uno de cada seis vecinos, José ... Miguel es gitano y, por tradición familiar, estaba predestinado a ser escayolista.
En pleno 'boom' del ladrillo, con una pujante empresa de albañilería y dos hijos pequeños, decidió que no creía en el destino. «Quien quiere, puede», pensó. Se puso a estudiar el Bachillerato nocturno al salir de la obra y, cuando terminó, dejó el trabajo para ingresar en la Universidad. Hoy es médico de urgencias en un centro de salud de la Costa Tropical y observa con una mezcla de orgullo y tristeza que entre los suyos -menos del 1% de los calés españoles tiene estudios universitarios- es un héroe.
- ¿Siempre quiso ser médico?
Cuando era niño me despertaba admiración el médico del barrio. Mi abuela lo trataba con devoción. Pero era algo muy lejano. De pequeño sacaba buenas notas y estudié una FP de auxiliar de clínica. En las prácticas conocí a médicos y residentes. Pero mis tíos y mis primos se dedican al yeso y la escayola, y en vacaciones me iba a trabajar con ellos. Casi por inercia, seguí haciendo lo que hacía mi familia.
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José Miguel iba para escayolista, pero a los 25 años dejó la obra y ahora es médico de urgencias
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