Día Internacional de las Personas con Discapacidad
«Mis padres me manipularon para esterilizarme. No lo supe hasta años después. Somos cien mujeres al año»
Desde diciembre de 2020, esta «práctica nociva» que denuncia Naciones Unidas en decenas de países del mundo es ilegal en España. Pero desde las ONG y comités que trabajan para su extinción, piden poner el foco: se vive en la sombra
Cristina Paredero erizó el vello de todos los representantes políticos y civiles que habían acudido ayer a la sede del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, en el corazón del Paseo del Prado madrileño. La joven madrileña fue invitada por la ministra ... Ione Belarra al acto de reconocimiento a todas las mujeres que han sufrido una esterilización forzada (o forzosa, en contra de su voluntad) en nuestro país, un evento en el que también participó la ministra de Igualdad, Irene Montero. Con su testimonio, Cristina hizo el silencio. «Este acto no basta, no es suficiente», espetó a la ministras. Hoy se celebra el Día Internacional de las Personas con Discapacidad. El Gobierno quiere reconocer a todas las mujeres con discapacidad que sufrieron esa práctica nociva, según Naciones Unidas y su Comité CEDAW, que cuenta con la española Ana Peláez entre sus integrantes y aprobará una declaración institucional en el Consejo de Ministros. Ayer Peláez recordó que muchas veces una esterilización se produce tras una violación o abuso sexual en casa . Así que no hay solo que poner el foco en una parte de este drama.
Y el problema, verbalizó a su lado la presidenta de las personas con sordera en España (la Confederación Estatal de Personas Sordas CNSE), Concha Díaz , es que no hay datos oficiales. Según el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad, Cermi Mujeres, lo sufren cien mujeres al año. Las representantes del Gobierno recordaron que hasta diciembre de 2020, cuando tuvo lugar una reforma legal, esta práctica no era un delito en nuestro país, como en tantos otros, donde es herencia de una «ideología eugenésica», al decir de la profesora australianay presidenta del Comité de los Derechos de las Personas con Discapacidad de Naciones Unidas Rosemary Kayess, que ayer saludó por videoconferencia el cambio acontecido en el corpus jurídico español. Kayess animó al resto del mundo a emular los pasos de la legislación española.
Cristina fue una de las muñidoras, como miembro de la Junta Directiva de la ONG Plena Inclusión España y participante en las reuniones para sacar adelante la reforma , de esa modificación que recibió el plácet de las Cortes y que supone, como explica a ABC Inés de Araoz, asesora jurídica de la misma entidad, que en la práctica no se castiga a los padres. «En realidad quien esteriliza son los médicos, no los progenitores», por lo que los familiares ya no pueden pedir para sus parientes esa práctica, y «si lo hacen, no se les permitiría, porque el juez jamás lo autorizaría. En todo caso, quien cometería el delito y respondería ante la Justicia si lo llevase a término sería el facultativo, salvo que haya un consentimiento informado por parte de la persona; y este consentimiento o permiso debería ser válido ante la Justicia», detalla De Araoz.
Cristina se llenó ayer de valentía y esbozó que a sus 18 años (ahora tiene 29), conoció el diagnóstico de su discapacidad: síndrome de Asperger. En una charla posterior concedida a este diario, cuenta su caso, que no es tan sencillo como si sus padres dieron la orden de esterilizar o no. Conoció que tenía Asperger y ese diagnóstico dice ahora «me salvó la vida». Tuvo pareja, mantuvo relaciones sexuales y, al enterarse de ello su familia, entró en cólera. « Me llegaron a amenazar con echarme de casa. No podía renunciar a lo único que entonces me hacía feliz y me planté por primera vez en mi vida».
Sus padres, continúa relatando en el barrio madrileño de Carabanchel donde reside, cambiaron de estrategia al ver su firme resistencia. «A la semana pronunciaron una de esas frases que me he repetido durante años y que es el germen de la manipulación, porque yo no supe qué habían hecho conmigo hasta hace poco. Me dijeron que me ligase las trompas, que yo no podía tener un hijo biológico al que transmitiese la enfermedad porque eso me convertía en una irresponsable. Me ofrecieron otro recurso: el de la adopción, que ya vendría en un futuro. A mí me pareció que era la vía que debía seguir, y como era mayor de edad y entonces no tenía la discapacidad reconocida porque me acababan de diagnosticar, pues no les pude reclamar nada». Pasados los años, y rehecha su vida, Cristina supo que quería romper con su familia porque había sido una de esas 100 víctimas al año de esterilización forzada en nuestro país. «Me engañaron y manipularon para esterilizarme. Es curioso, pero una frase sencilla e inocente de mi actual pareja, que también padece síndrome de Asperger, invalidó para siempre aquella frase que me torturó durante años: ¿Y por qué no puedes tener tú hijos biológicos?».
Abusos sexuales implícitos
La invisibilidad, las prácticas en la sombra, las maniobras torticeras de familiares y, también por qué no, los paternalismos infundados pueden conducir en muchas ocasiones al horror de una persona con discapacidad. Las ONG que luchan por la inclusión y también desde el Gobierno promueven ahora un nuevo 'ismo' necesario en la sociedad: el capacitismo o empoderar al discapacitado. En el caso de las mujeres, dijo ayer Ana Peláez, presidenta de Cermi-Mujeres en España, para reivindicar en un 3 de diciembre como el de hoy hay que recordar que sufren dos ismos unidos: el feminismo y ese (dis)capacitismo que las acaba anulando.
La activista del capacitismo Cristina escuchó en silencio a Loli Miñano , una mujer de 52 años con problemas de salud mental y venida de Murcia para ofrecer también su relato de maltrato por parte de un «grupo consensuado» de psiquiatras, médicos y sus propios familiares. Al terminar Loli de relatar que a sus 40 años tuvo a su hija y para «robarle su custodia», la ingresaron en un centro psiquiátrico por incapacidad y la esterilizaron atándola de pies y manos.
Entrecortaba su estremecedor relato, roto en aplausos por los asistentes, que escuchaban una vida de tortura, maltrato y postración ante los demás por su condición de discapacidad
A partir de ahí, Loli se rompió para siempre : tuvo secuelas en la menstruación, sufrió obesidad mórbida, perdió vista, padeció descalcificación de los huesos y muchos otros síntomas que la impedían ayer hablar durante unos segundos continuados. Entrecortaba su estremecedor relato, roto en aplausos de todos los asistentes, que escuchaban una vida de tortura, maltrato y postración ante los demás por su condición de persona con discapacidad.
«En mi caso, no sufrí abusos sexuales en casa ni ninguno de esos abusos implícitos que padecen muchas niñas. Yo tenía 18 años; Loli, 40; pero hay muchísimas niñas...». Los padres de Cristina trataban de protegerla, a su modo y dentro de su concepción, pero esa protección -insisten todas las entidades que trabajan con la discapacidad- resulta nefasta para las personas que como esta joven entusiasta simplemente necesitan volar. Ahora se forja una carrera con la ilusión de ser una gran periodista y dar voz a todas las mujeres con discapacidad . Ha confeccionado sus propias alas. «Necesitamos que nos empoderen desde la cuna, en realidad», repetían ella y las asistentes al acto. Cristina lo ha conseguido en Plena Inclusión, pero quiere que los ministerios que pasen, los gobiernos que roten, cuenten de primera mano con ellas, las sufrientes, para ser promotoras del «cambio social» que se necesita en España. Se ofreció ayer mismo a las ministras a las que tenía enfrente. Ese cambio pasa por dotar de su propia sexualidad a las mujeres, porque ahí reside su poder, su intimidad, su personalidad y hasta su desarrollo. Su libertad. «Nunca recibí lecciones de sororidad o de feminismo», pronuncia en la entrevista. Cuando escucha a Loli, Cristina piensa que Loli es una heroína e idea cuántas más habrá. Curioso. No hay mejor ejemplo de sororidad.
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