«Me humillaba, vigilaba y me daba manotazos. Era violento de manual; pero yo creía que era romántico»

Alejandra empezó a ser maltratada por su pareja siendo prácticamente una niña

Canarias es la segunda comunidad con más llamadas al 016 por millón de mujeres

Uno de cada tres violadores droga a su víctima para anular su voluntad

Una mujer aguarda en un Juzgado de Mujer de Madrid a testificar contra su presunto agresor EFE

A Alejandra (nombre ficticio) las señales de alarma que los psicólogos levantan como las banderas rojas de que una relación de pareja ha pasado a ser tóxica no le ayudaron para ser consciente de que aquel muchacho de su misma edad que la ... había «encandilado» se había convertido en un controlador nato. «En dos meses, ya estaba aislada. Como mucho salía una hora con mis amigas y me recogía, estaba amargada y no me daba cuenta de por qué. No quería que él se enfadara». El control, la primera herramienta de la que echa mano el agresor. «De repente, yo, una chica tranquila, me encontraba dando voces y pataleando en el suelo, llorando y triste». El cambio anómalo de Alejandra permitió a su madre identificar lo que su hija no quería o no sabía. «Hay desinformación. Hasta que no me tocó en mis propias carnes, no supe verlo», cuenta.

Segunda palanca del maltrato : la humillación . «La ofensa es constante. Me abría una puerta y me llamaba ‘gorda’», relata ahora que ha pasado un año esta joven extremeña, en terapia por maltrato y ayuda por una asociación de mujeres. « Las llamadas , los mensajes en WhatsApp, me di cuenta de que me vigilaba. Incluso hubo un día, tras una pelea que protagonizó con el novio de mi hermana en plena calle, que él no quería que hablase con mi madre y cuando me escuchó hacerlo, me dio manotazos al móvil; luego en la cara. Uno no es consciente de que lo que está viviendo es maltrato, pero prefiero haberlo pasado siendo una niña, porque aprendí para mi siguiente relación». Al final, violencia física. Y sexual. Las jóvenes «solo identifican» esta si es una violación de un desconocido, advierte el profesor de Medicina Legal y forense, Miguel Lorente .

El circuito que sufrió Alejandra es el que los psicólogos, como los que hay detrás de las 15.000 llamadas de menores atendidas en la Fundación ANAR (Ayuda a Niños y Adolescentes), retratan como «violencia de género de manual». Dentro de ese ciclo, las respuestas femeninas suelen ser similares. «Pensé que me quería, estaba ‘chalá’ perdida. Te encandilan y me costó ver que quería controlar cada uno de mis movimientos. Era como romántico». La construcción idealizada del amor es la que lleva, según Lorente, exdelegado del Gobierno para esta Violencia , a justificar el maltrato sutil, que va haciéndose mayor.

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