Así frenan los países de Asia al coronavirus

Después de siete semanas de guerra médica, cuarentenas masivas y restricciones de movimientos que han paralizado por completo a la nación más poblada del planeta, China ya considera controlada la epidemia del coronavirus . Tras cerrar a cal y canto la provincia de Hubei, donde estalló la epidemia en enero, las autoridades han acotado la enfermedad y llevan tres semanas reduciendo los nuevos contagios diarios. En el último recuento oficial, el viernes se registraron once, pero solo cuatro en Hubei porque el resto eran importados de viajeros procedentes de Italia, Estados Unidos y Arabia Saudí. Como demostraba esta semana la visita del presidente Xi Jinping a Wuhan, “zona cero” del brote, China ya canta victoria sobre el coronavirus.

Poco a poco, las grandes ciudades chinas van recuperando su bullicio habitual, pero todavía con sus habitantes protegiéndose con máscaras y controles de temperatura para acceder a los comercios. En muchos lugares hasta se utilizan aplicaciones en los móviles con códigos QR que hacen de semáforo a la hora de salir a la calle: si alguien acaba de volver de otra ciudad, sale rojo y debe hacer una cuarentena de dos semanas. Si no presenta ningún riesgo, aparecerá verde y podrá moverse libremente.

Pero esta victoria sobre el coronavirus ha sido muy dura porque la epidemia ha dejado en China más de 80.000 contagiados , de los que ya se han recuperado el 80 por ciento y han fallecido unos 3.200. De ellos, la inmensa mayoría ha sido en la provincia de Hubei, que presenta un escenario fácilmente repetible en los grandes países europeos porque tiene casi 60 millones de habitantes. En esta región del centro de China, que ocupa algo menos de la mitad de España, se habían contabilizado hasta el viernes 67.790 contagios, de los que 49.995 habían tenido lugar en su capital, Wuhan. De los 3.075 fallecidos en Hubei, 2.446 habían perecido en dicha ciudad de once millones de habitantes.

Mientras el resto del planeta se enfrenta al coronavirus, China ya prepara su siguiente batalla: recuperar la normalidad y recomponer la dañada economía.

Por segundo día consecutivo, el segundo mayor foco de la pandemia en Asia Oriental ha registrado este sábado más dados de alta (204) que nuevos casos (107), según informa la agencia estatal de noticias Yonhap. Con más de 8.000 contagiados y 72 fallecido s, Corea del Sur ha conseguido contener en tres semanas la explosión que tuvo el coronavirus en la ciudad de Taegu, al sudeste del país, por las misas masivas de la secta cristiana Shincheonji, que copa más del 60 por ciento de los infectados. Sin llegar a cerrar por completo las tres zonas más afectadas, declaradas de “atención especial”, las autoridades le han hecho pruebas a unas 250.000 personas, lo que ha frenado la propagación al detectar rápidamente a los enfermos y sus allegados. Con entre 10.000 y 15.000 pruebas al día, muchas se hacen en los 50 puestos al aire libre habilitados en explanadas y aparcamientos de hospitales. Allí, enfermeros con trajes especiales de protección toman muestras a los pasajeros en el interior de los vehículos, evitando riesgos de contagio y aliviando las saturadas urgencias. Sin duda alguna, la lucha de Corea del Sur contra la epidemia es el mejor ejemplo a seguir porque ha combinado estos titánicos esfuerzos con una fuerte labor de prevención y concienciación social, así como con el cese de la vida pública. Pero estas victorias se han visto empañadas por la aparición de un foco con un centenar de casos en una centralita telefónica de Seúl, lo que revela el peligro de este virus tan contagioso y escurridizo.

Japón, que también ha suspendido las clases y actos públicos al tener ya más de 600 infectados y otros 700 de la desastrosa cuarentena del crucero Diamond Princess, ha preparado una ley para declarar el estado de emergencia si la epidemia empeora, ya que las próximas semanas son cruciales para contenerla. Su mayor brote se halla en la isla septentrional de Hokkaido, en estado de emergencia después de que una feria comercial disparara los contagios. Además de vidas humanas, en serio peligro están los Juegos Olímpicos de Tokio, que deberían inaugurarse el 24 de julio. A tenor de la propagación de la pandemia, podrían posponerse o cancelarse porque no parece factible que el coronavirus esté controlado con tiempo para esa fecha.

La ciudad-Estado asiática ha logrado contener la expansión del coronavirus a base de un paquete de medidas impuesto por el Gobierno que conjuga s erias consecuencias disciplinarias con el fuerte sentido de responsabilidad individual que están demostrando los ciudadanos singapurenses. Inmediatamente tras el conocimiento de los primeros casos de COVID-19 a raíz de una conferencia internacional de negocios en un hotel de lujo, Singapur cerró las fronteras a los viajeros de China e impuso una cuarentena obligatoria a los residentes que hubieran estado en dicho país en los catorce días previos a su entrada en el aeropuerto de Changi. Las restricciones se extenderían progresivamente a Japón, Corea del Sur, Irán y el norte de Italia y, a partir de este domingo, la frontera está cerrada para quien venga de España, Francia o Alemania. Los residentes que vuelvan a Singapur desde España deberán guardar una cuarentena de 14 días. Dicha cuarentena se aplica, además, a todo aquel que haya tenido contacto con una persona infectada por el virus, a quien se aísla en edificios habilitados para ello . Su incumplimiento puede suponer una multa de hasta 13.000 euros y doce meses de cárcel. Para los residentes extranjeros conlleva además, y ya ha habido una decena de casos, la revocación del permiso de trabajo y la deportación a su país de origen.

Junto a estas medidas, que han ido acompañadas de un notable paquete de estímulo fiscal para los autónomos y los sectores más afectados, el Gobierno ha lanzado una serie de recomendaciones sociales. Desde severos protocolos en los centros de salud hasta la toma de temperatura diaria a la entrada de oficinas y centros educativos, así como la cancelación de conciertos, teatros y eventos de más de 30 personas. El propio primer ministro, Lee Hsieng Loong, se dirigió en un discurso de 30 minutos a los ciudadanos en las primeras semanas de febrero explicando la situación y apelando a la responsabilidad individual y colectiva, y el Gobierno en pleno ha decidido reducir su salario y ha anunciado un bono especial para los profesionales sanitarios. Resultado tras dos meses de crisis: 178 casos, 96 recuperados y ningún muerto en un país de casi 6 millones de personas, con un 30 por ciento de población extranjera, y uno de los centros financieros mas importantes de Asia.

Resultado tras dos meses de crisis: 212 casos, 105 recuperados y ningún muerto...

A pesar de su cercanía y numerosos vínculos con China, y de no pertenecer a la Organización Mundial de la Salud (OMS) porque el régimen de Pekín reclama su soberanía, esta isla ha esquivado al coronavirus de forma sorprendente. Con solo 53 contagiados y un fallecido, Taiwán se ha preparado a conciencia para hacer frente a la epidemia produciendo en masa mascarillas para el personal sanitario y sus 23 millones de habitantes. Además de reservar más de un millar de habitaciones de presión negativa para aislar a los enfermos del coronavirus, controla los casos diagnosticados con todos los recursos que ofrece el “Big Data”.

Con 7,5 millones de habitantes, esta región autónoma de China estaba también en primera línea de la epidemia, pero ha conseguido minimizar su impacto. Solo tiene 140 casos y cuatro fallecidos pese a su frontera con la ciudad de Shenzhen, cuyos puestos de aduanas fueron casi todos cerrados debido a la enorme presión popular sobre el Gobierno local por el trágico recuerdo del SARS. La experiencia médica adquirida en aquella epidemia, que se cobró casi 300 vidas en esta antigua colonia británica entre 2002 y 2003, ha servido para reforzar los controles y la prevención del nuevo coronavirus . Pero no ha podido evitar un severo daño económico que se suma al impacto de las protestas reclamando democracia, que han quebrado la confianza de la sociedad en las autoridades locales. A pesar de las críticas y de la psicosis de los primeros días, que provocó colas kilométricas para comprar mascarillas y hasta el robo a mano armada de papel higiénico, Hong Kong está resistiendo al coronavirus.