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Antonio Martín: «Algunos profesores no quieren que des una explicación, sino que des la suya»

El autor de «Dilo bien y dilo claro» (Larousse, 2017) explica a ABC las carencias educativas que hacen que los españoles, en muchas ocasiones, no sepan escribir bien

Silvia Nieto

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Hace unas semanas, cuando Javier Fernández, presidente de la gestora del PSOE, envió una carta a Podemos , ABC publicó una noticia donde detallaba las erratas cometidas por el político asturiano en su cortante misiva a Iglesias. Más allá de la correción ortográfica, el libro «Dilo bien y dilo claro» (Larousse, 2017) , pretende aconsejar a sus lectores sobre cómo aprender a redactar mejor y a exponer sus ideas con claridad. Antonio Martín , uno de sus autores, charló con este periódico acerca de su obra, aprovechando la ocasión para reflexionar, además, sobre el principal drama que sufren los españoles cuando empuñan el bolígrafo o pulsan las teclas: organizar, hilar un discurso.

—En el libro, explica que practicar es una de las claves para aprender a redactar bien. ¿Y leer?

Es esencial. La lectura y las fuentes de las que bebas. Para ser buen periodista, hay que fijarse en los buenos periodistas, y no solamente en los de la misma cuerda ideológica. Se tiene que tener clara la idea de sintetizar. Pero también se tiene que tener, desde luego, riqueza de vocabulario, para lo que es esencial que uno lea, que se pregunte muchas cosas y que dude mucho. Hace poco, leyendo los libros que se están recuperando de Manuel Chaves Nogales , me asombraba de lo bien que escribe, de su vocabulario tan rico . Era sensacional.

—A la hora de escribir, ¿conseguir la sencillez, pulir el estilo, es lo más difícil?

Sí. Es como la poesía. La de Lorca y Machado gusta tanto porque se entiende muy bien, y lograr eso es lo más complicado. Igual que para cocinar un buen caldo hay que concentrarlo mucho, hasta que quede lo mejor. Una de las citas que aparece en «Dilo bien y dilo claro» es: « Perdona que os escriba una carta tan larga, pero es que no he tenido tiempo para hacerla más corta ».

—Y para lograrlo, editar es esencial.

Sí. De quien más he aprendido en ese aspecto es de Daniel Cassany , que es el principal referente cuando se habla de escritura en España, y también de William Lyon . Hace poco publicaron las que son casi sus memorias, «La escritura transparente», y dice que echa mucho de menos la labor de edición de los textos, sobre todo en periodismo.

—¿Destacaría a algún escritor por su claridad?

Hay autores, como Vázquez Montalbán, que eran impresionantes no solo por sus escritos, sino por cómo se desenvolvían en cualquier medio, por cómo era capaces de organizar un discurso largo y complejo . No te perdías.

—La mala redacción, ¿es resultado de un sistema educativo con carencias?

Sí, sí. Es el problema principal. Nos enseñan básicamente a repetir y hay muy poco espíritu crítico. La herramienta de la escritura se puede utilizar para convencer, para demostrar que eres una persona racional que tiene sus propias ideas. Y eso, precisamente, no está bien visto por algunos profesores, que no quieren que des una explicación, sino que des la suya .

—¿Es igual en otros países o es cosa de España?

Mi padre estudió en un colegio llamado Grupo Escolar Cervantes , que dirigió Ángel Llorca , un señor que se salió de la Escuela Libre de Enseñanza. Una de las cosas que hacían era redactar. Veo sus cuadernos y sabían organizar las ideas, porque estaban todo el día hablando, escribiendo. Y había un perfeccionamiento. Mis hijos, que estudian en el Liceo Francés , con 7 u 8 años ya tienen que exponer. Y las instrucciones que les dan para hacerlo es una página, muy sencilla, con reglas para redactar: organiza las ideas, documéntate... Eso no lo vemos aquí. En Estados Unidos también lo hacen, y en expresión son tremendos.

—¿Resulta complicado transmitir lo importante que es aprender a redactar y a exponer bien?

Creo que es algo que sospechamos. Tengo una empresa que se dedica a la corrección. Muchas veces te llaman para eso, pero llega un momento en el que te empiezan a pedir que no solo corrijas, sino que también enseñes cómo escribir mejor. A partir de ese momento fue cuando Cálamo & Cran empezó a ofrecer cursos de comunicación. Y lo que detecté es que el principal problema no es tanto la riqueza o no del vocabulario, sino la dificultad que ofrece organizar las ideas . Es una carencia generalizada.

—¿Considera que parte del problema se debe a que en el sistema educativo se valore más la memoria que la reflexión?

La memoria está bien y es necesaria, y el problema no es tanto ese como la repetición. Uno puede memorizar y le viene muy bien: el clásico ejemplo son las tablas de multiplicar o aprender a recitar poemas, algo que inevitablemente te incorpora un vocabulario enorme que en algún momento vas a acabar usando. Pero luego tienes que saber qué hacer con todo eso. Y es ahí donde fallamos. No nos enseñan a reflexionar. Creo que son herencias que tenemos en un país donde la dictadura ha dejado mucha huella. En el sistema educativo ha dejado poso, y se ha optado por repetir y no por ser crítico. Un espíritu crítico sirve para que haya mejores ciudadanos, más reflexivos . A veces, es terrorífico ver debates políticos.

—Precisamente, el PSOE envió hace unas semanas una carta a Podemos plagada de erratas.

Sobre todo, en la carta había un uso terrorífico de las comas . Eso era lo peor. Creo que sería tan sencillo tener un asesor lingüístico cerca. En la prensa también vemos muchos errores y se os echa la culpa a los periodistas, cuando hay que saber que se os encarga hacer de todo y que solo os falta ir a vender el periódico al quiosco. Lo normal sería que, a pesar de la presión, hubiera un momento para que alguien quitara los principales errores. Que hubiera, como antes, un editor y un corrector.

—Se ha dicho muchas veces que el uso de internet, de los teléfonos móviles, ha empeorado la escritura. ¿Lo cree así?

Creo que no, que es un mito. Hace nada estuve en San Millán de la Cogolla, donde aparecieron las Glosas y se supone que nació el español. Aquel monje intentó hacer un resumen, y usó muchísimas abreviaturas. Estaba utilizando un latín corrupto y escribía muy mal. Así que creo que depende de los registros. Cuando uno envía un mensaje, o pone una nota en la cocina, sabe cuál es el registro, y que no es el mismo que en un puesto de trabajo o durante una conferencia .

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