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Coronavirus

Alemania cambia de estrategia y dejará de hacer test masivos a la población

Las personas con sintomatología leve no pasarán por la prueba, solo deben confinarse

Carteles en el distrito berlinés de Kreuzberg piden respetar la distancia AFP
Rosalía Sánchez

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Alemania supera ya los 20.000 contagios diarios , un nivel de expansión del virus que dobla los niveles máximos que se alcanzaron durante la primera ola. En este contexto y entrando en plena temporada de gripe, los expertos aconsejan al gobierno alemán un giro radical de estrategia: abandonar los test masivos y volcar la capacidad de los laboratorios en los grupos de riesgo. La recomendación la anuncia el Instituto Robert Koch (RKI), que hasta ahora ha guiado al gobierno de Berlín por una senda relativamente exitosa en la gestión de la pandemia, pero sus consejos se vuelven ahora inquietantes.

La máxima autoridad en coronavirus de Alemania ya no quiere que todas las personas con síntomas leves de coronavirus, como dolor de garganta, tos o dificultad para respirar, se hagan una prueba para diagnosticar si han contraído el virus, sino que, sencillamente, se queden en casa. El motivo es que en otoño e invierno hay demasiadas personas enfermas con síntomas de este tipo, catarros y gripes, y testar a todos ellos, definitivamente, sobrecargaría los laboratorios. «Se está alcanzando el límite de la capacidad de test», confirma Thomas Assmann , especialista en medicina interna y medicina de emergencia, por lo tanto tiene sentido que solo las personas con síntomas graves y más específicos de coronavirus, como bronquitis o alteración del sentido del olfato, sean sometidos a test, junta a, claro está, todos los miembros de grupos de riesgo (enfermos o ancianos).

El hecho es que, con esta recomendación de RKI, cuyo departamento de Virología está dirigido por el principal consejero en esta materia del gobierno alemán, Christian Drosten , se prescindiría ya del objetivo declarado del gobierno de identificar con rapidez a todas las personas infectadas y rastrear sus contactos. Este último punto, de hecho, ya no es posible. La canciller Merkel ha reconocido que en el 75% de los nuevas infecciones nos e consigue ya trazar la cadena de contagios, lo que resta efectividad al objetivo de los test, que es limitar la expansión del virus. A partir de ahora, sólo «los casos con mayor riesgo de un curso severo» deberían ser reconocidos y tratados a tiempo y, como consecuencia, las personas más jóvenes con infección por coronavirus podrían pasar desapercibidas y se sumarían a las asintomáticas. A cambio de asumir ese riesgo, el RKI quiere proteger a los ancianos. Esto significa que el seguimiento de personas infectadas y personas de contacto se centraría en los grupos de riesgo.

Varios virólogos habían hecho anteriormente esta propuesta, como Hendrik Streeck, profesor de virología y director del Instituto de Virología e Investigación del VIH de la Universidad de Bonn, y Jonas Schmidt-Chanasit , profesor de arbovirología en la Universidad de Hamburgo y director adjunto del Centro Colaborador de la OMS para la Investigación y Referencia de Arbovirus y Fiebre Hemorrágica en el Instituto Bernhard Nocht de Medicina Tropical. También Andreas Gassen , presidente de la Asociación de Médicos Forenses, se había pronunciado a favor de este giro, aconsejando que las autoridades “utilicen importantes recursos sanitarios con grupos de riesgo, aunque eso suponga vigilar menos al resto de la población", pero la canciller Angela Merkel había rechazado la propuesta porque «no estaba convencida». Ahora, con el RKI a favor de esta estrategia, cobra mucho más peso y será sin duda tenida en cuenta en la próximas reunión del gabinete de Berlínb.

El virólogo Martin Stürmer, director de un laboratorio privado , considera «útiles» estas nuevas recomendaciones de RKI. «Aunque existe un riesgo residual de que alguien que aparente un simple resfriado y, por lo tanto, no deba hacerse la prueba, tenga una infección por coronavirus y la transmita, debido a las capacidades de prueba limitadas, Alemania debe correr este riesgo», afirma, subrayando que el nivel del contagios es ya muy alto y la estrategia debe adaptarse a una situación que el país no había vivido todavía desde el inicio de la pandemia.

El gobierno alemán cuenta, además, con otro nuevo dato sobre la mesa de las decisiones: una de cada cuatro mascarillas que se comercializan en el país no superan el control de calidad. Según un estudio que el Ministerio de Sanidad ha encargado al organismo certificador, TÜV, que ha testado unas 3.000 mascarillas FFP2 y FFP3, entre un 25% y un 30% fallan en las funciones de filtro. «Las buenas máscaras protectoras son más difíciles de fabricar de lo que cree», comenta el director del estudio, Dirk Renschen , «nos encontramos desde agujeros provocados por la soldadura excesiva de las capas filtrantes hasta bordes que no se sellan correctamente y dejan pasar demasiado aire», dice, lo que dibuja un mapa en el que una cuarta parte de las mascarillas profesionales utilizadas son mero atrezo, que se suman a las mascarillas de fabricación casera y que no responden a control de calidad alguno. Renschen advierte, incluso, que algunas mascarillas defectuosas estarían seguramente enfermando a quienes las usan porque «si el volumen debajo de la máscara es demasiado grande, ya no es posible un intercambio de aire adecuado y entonces hay una mayor concentración de CO2 que ser peligrosa».

Aun así, recomienda fervientemente su uso y recuerda que «de promedio, las mascarillas FFP2 y FFP3 interceptan entre el 97% y el 98% de los aerosoles. A modo de comparación, las mascarillas caseras bloquean el 10% de los aerosoles», según Renschen.

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