Corea del Sur: el trampolín de la Iglesia para evangelizar Asia
Las religiones se juegan su futuro en Corea del Sur, el país que recibe mañana al Papa Francisco
PABLO M. DÍEZ
Entre andamios, estructuras metálicas y carteles de bienvenida al Papa Francisco , una cruz ya se alza frente al palacio real de Seúl. Antes de que los obreros terminen el escenario desde donde el Ponfítice beatificará el sábado a 124 mártires que dieron su vida ... por su fe, el máximo símbolo del cristianismo preside el centro de la capital surcoreana.
Y lo hace en el mismo lugar por donde esos mismos mártires desfilaban en los siglos XVIII y XIX camino de la ejecución durante la Dinastía Joseon (Chosun), que liquidó a 10.000 católicos entre 1791 y 1888 para impedir la propagación de esta religión por la Península Coreana.
Cargada de tragedia, dicha cruz resume la situación que, dos siglos después, vive el cristianismo en Corea del Sur, donde el Papa empieza mañana jueves su primer viaje a Asia . El destino no es casual porque este país es el tercero de Asia, tras Filipinas y Vietnam, con mayor número de católicos.
Estos ya suman más de cinco millones de fieles, el 10% de la población surcoreana. Aunque se encuentran por detrás de los protestantes, que llegan al 30%, y los budistas, que representan el 23%, el catolicismo es la religión que más crece a un ritmo de 100.00 bautizos anuales.
Nuevos sacerdotes
Además, y frente al declive vocacional que sufre Europa, el número de nuevos sacerdotes ha aumentado un 17%. Con la entrada de muchos jóvenes en la Iglesia, se ha disparado también por todo el mundo la presencia de misioneros surcoreanos, que ya suman casi un millar, están repartidos por 80 países y son los más abundantes después de los estadounidenses.
Recogiendo el testigo de San Juan Pablo II , que dijo en varias ocasiones que el tercer milenio del cristianismo pertenecía a Asia, Francisco se ha apresurado a visitar este continente, que su antecesor, el Papa emérito Benedicto XVI , no pudo pisar en sus ocho años de pontificado. Consciente de que el futuro de la Iglesia católica pasa por Extremo Oriente, Francisco ha querido estar presente en la Jornada Asiática de la Juventud que reunirá estos días a miles de muchachos de 23 países asiáticos en Corea del Sur.
Un encuentro que no congregará a millones de personas como hizo el año pasado la Jornada Mundial de la Juventud en Brasil, pero que le permitirá al Papa inspirar a los católicos del mañana en Asia.
Un modelo a seguir
Además, la Iglesia surcoreana supone un modelo a seguir en todo el continente porque no tiene sus orígenes en la evangelización de los misioneros venidos de Europa siguiendo los pasos de san Francisco Javier. En un caso único en la Historia, fueron los propios nobles coreanos quienes trajeron el catolicismo desde China en el siglo XVIII.
Cuando los primeros misioneros franceses llegaron a Corea en 1830, se encontraron con una comunidad católica que ya había traducido la Bibilia y sobrevivía sin clérigos a la persecución de las autoridades, que veían amenazada su hegemonía confuciana con la igualdad que pregonaba esta nueva religión.
Algo parecido a lo que ocurre en la actualidad con Corea del Norte y China, dos países que no tienen relaciones diplomáticas con el Vaticano y a los que el Papa Francisco se dirigirá desde Seúl con la razón que le han acabado dando la Historia y la cruz de Cristo.
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