La risa subversiva de las mujeres turcas
Internet y las calles se movilizan contra el político turco que aseguró que «las mujeres decentes no deben reír en público»
DANIEL IRIARTE
Comenzó como una protesta convocada contra los asesinatos de mujeres, a través de una poderosa arma: la risa. «Los conservadores tienen miedo de la gente que se ríe. La risa significa un desafío a su autoridad, y ellos no quieren que nadie les cuestione», dice ... la estudiante Pinar Kaya, que enarbola una pancarta en la que se ve el retrato de una víctima de la violencia de género, un serio problema en Turquía .
Los cientos de personas que el viernes se manifestaron en el centro de Estambul protestaban contra las recientes declaraciones del viceprimer ministro Bülent Arinç, quien la semana pasada declaró: «Una mujer debe ser decente. Debe conocer la diferencia entre público y privado. No debe reírse en público». La polémica, por supuesto, estalló de inmediato.
«El país necesita más mujeres que sonrían, y que escuchemos las risas de todo el mundo», le respondió el candidato opositor a la presidencia, Ekmeleddin Ihsanoglu. Pero otras reacciones fueron más duras: «Mientras tantas mujeres son asesinadas, Arinç las convierte en objetivo al subrayar la necesidad de ser decentes», declaró la diputada opositora Melda Onur.
«Las mujeres no valen nada»
«¿Qué puedo pensar de las declaraciones del viceprimer ministro? Es una vergüenza», nos dice Kaya. «Las mujeres no tienen ningún valor en Turquía. Se les quita incluso la libertad de expresión. El gobierno interviene hasta en el número de hijos que deben tener».
Pero cuando en el lugar de la convocatoria se concentran los parientes de varias mujeres asesinadas, nadie tiene ganas de reír. Sus historias, que explican ante los reporteros, son terribles. La hermana de Yasemin Vanici relata cómo aquella desapareció mientras iba a comprar leche para su bebé, «probablemente agredida sexualmente y asesinada». El hermano de Ayse Bulut cuenta cómo a su hermana la dispararon desde un coche mientras caminaba por la carretera de camino a la granja familiar, aparentemente sin ningún motivo. Pero «el gobierno culpa a las mujeres por ser asesinadas», protesta el padre de Dilber Keskin, otra de las víctimas.
Arinç ha tratado de defenderse asegurando que sus palabras han sido sacadas de contexto, tomando solo una pequeña parte de un discurso de 11 horas. «Creo que hice un discurso útil. Si solo hubiese dicho que las mujeres no deben reírse, habría dicho algo irracional. Pero mi discurso trataba sobre modales y normas morales», asegura el viceprimer ministro, que también trató de culpar a la prensa por prestar atención a algo que, según él, carece de importancia: «¿Es que no están viendo lo que sucede en Gaza?», ha dicho a los periodistas.
«Son risas artificiales»
Pero la batalla a favor de la risa la van ganando las mujeres. Miles de turcas se han unido a la campaña de Twitter #direnkahkaha («#resisterisa»), posteando fotos de sí mismas carcajeándose ostensivamente . A ella se han sumado incluso famosas como Emma Watson (la Hermione de «Harry Potter»), así como numerosas actrices turcas.
Algo que no le ha gustado nada a Arinç: «Hay algunas artistas que ahora se ríen de forma artificial y me envían sus fotos. La risa real alivia a una persona, pero estas son artificiales», ha dicho el político, que ha tratado de cuestionar la moralidad de algunas de las famosas participantes en la campaña: «Esas que se van de vacaciones con sus amantes dejando atrás a sus maridos y no pueden esperar a tirarse a una piscina en cuanto ven una», aseguró la semana pasada.
Por comentarios así, muchos en Turquía temen que la situación siga empeorando con la consolidación del gobierno islamista del Partido Justicia y Desarrollo (AKP) del actual primer ministro Recep Tayyip Erdogan, que este domingo será, casi con toda seguridad, elegido presidente del país. «Tras las elecciones, la cosa irá a peor», cree la ingeniera Pinar Esin. «Por eso estamos aquí».
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