El Parlamento turco permite que las diputadas lleven pantalones
El reglamento de la Cámara obligaba a los hombres vestir traje y a las mujeres, chaqueta y falda hasta la rodilla
DANIEL IRIARTE
El Parlamento turco ha levantado esta semana el veto que, hasta ahora, impedía a las diputadas acudir con pantalones. Una normativa impuesta en 1923, el año en el que se fundó la moderna República de Turquía, y que hasta ahora ha permanecido vigente.
La Gran ... Asamblea Nacional de Turquía, el nombre oficial de la cámara parlamentaria, viene admitiendo miembros femeninos casi desde su creación (ya en 1934, dieciocho parlamentarias ocuparon un escaño), pero su reglamento ha evolucionado bastante menos conforme a los tiempos. La estricta regulación sobre vestuario –que no se limita a la actividad parlamentaria, sino que se extiende a todos los funcionarios y trabajadores del sector público- establecía, por ejemplo, la longitud exacta de la falda que debían vestir las mujeres, o el aspecto facial de los hombres (se admitían, por ejemplo, los bigotes, pero no las barbas).
Pero la cámara ha debido adaptarse a los desafíos provocados por los cambios sociales. La gota que ha colmado el vaso ha sido el caso de Safak Pavey, una parlamentaria con una pierna ortopédica, que reclama desde hace tiempo su derecho a usar pantalones para no mostrar su extremidad artificial. El año pasado, dos diputados del gobernante Partido Justicia y Desarrollo (AKP) se solidarizaron con ella y propusieron una iniciativa para suavizar la normativa, que fue aprobada el pasado martes.
El velo, el último tabú
Desde ahora, a las parlamentarias se les permite vestir pantalones, chaquetas o traje, y prácticamente cualquier prenda considerada recatada o adecuada a la solemnidad de la cámara. La gran línea roja, no obstante, sigue siendo el velo, autorizado ya en las universidades, pero todavía prohibido en el resto de estamentos públicos.
No obstante, esto podría cambiar pronto. Algunas funcionarias han comenzado a desafiar la prohibición, en lo que denominan «una campaña de desobediencia civil» para que se les permita acudir a trabajar con esta prenda. En marzo, la Unión de Funcionarios recogió más de 12 millones de firmas a favor de eliminar este veto. «Nuestro acto de desobediencia civil continuará hasta que esta monstruosa regulación sea eliminada», asegura Ahmet Gundogdu, líder de este sindicato.
«Esta práctica es contraria a los derechos humanos. Hay desigualdad e injusticia contra la mujer en la política, en el trabajo, en público, en todas las áreas», afirma Gundogdu. La Unión pone como ejemplo el caso de la diputada electa Merve Kavakci, a quien en 1999 no se le permitió tomar posesión de su escaño debido al uso del velo.
«Si Merve hubiese sido un hombre, ¿habría habido algún problema para que entrase al Parlamento? No. Esto sucedió porque es una mujer, debido a la discriminación de género. Y antes que abandonar sus creencias, decidió no formar parte del Parlamento», dice Gundogdu.
Por ahora, este desafío no ha sido castigado por las autoridades. Y dado el componente islamista del AKP, no parece que vaya a ocurrir en el futuro. De hecho, el viceprimer ministro, Bulent Arinç, uno de los miembros más conservadores del gabinete, ha expresado abiertamente su apoyo hacia esta causa.
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