Francisco en el Ángelus: «¡Cuánto daño hace a los que sufren la indiferencia de los cristianos!»
El Papa envía un mensaje a Lampedusa en el aniversario de su visita. Pide valentía y generosidad a Europa para socorrer a los inmigrantes
MARÍA DURÁN
En el rezo del ángelus, Francisco ha hablado de uno de los temas que más le preocupan y que él define como «la globalización de la indiferencia». De la mano de la lectura evangélica en la que Cristo pide que se acerquen a Él todos ... los cansados y agobiados, el Papa ha recordado que, entonces como ahora, esta invitación está especialmente dedicada a quienes más sufren «en los países más pobres pero también en las periferias de los países más ricos».
En esos lugares, ha recordado el Papa, hay miles de personas «cansadas y agobiadas bajo el peso insoportable del abandono y la indiferencia». La indiferencia humana hacia el necesitado hace daño, ha subrayado Francisco, pero mucho más «la indiferencia de los cristianos».
Pero Francisco también ha puesto el acento en que la necesidad no es siempre material. La invitación de Cristo también se dirige a los que tienen todo pero «sus corazones están vacíos, sin Dios». Una vez recibido el consuelo divino, «el mandamiento» es ofrecerlo al prójimo «con actitud humilde y mansa a imitación del Maestro». Así, ha explicado el Papa que «el "yugo" del Señor consiste en cargarse el peso del otro con amor fraterno». Y así no sólo se libera de carga a los demás sino que también se evita someterlos «al peso de nuestro punto de vista personal, nuestros juicios, nuestras críticas o nuestra indiferencia».
El Pontífice también quiso recordar a los que emigran buscando dignidad aun a costa de la propia vida. Para Francisco, ellos sufren un peso añadido, «el de un sistema económico que explota al hombre y le impone un "yugo" insoportable que unos pocos privilegiados no quieren llevar».
El Papa no se cansa de denunciar la tragedia de la emigración y el rentable negocio del tráfico humano. En el primer aniversario de su profética visita a Lampedusa ha enviado un mensaje al arzobispo de Agrigento en el que pide más valentíaante un macabro goteo que no cesa, «ante las víctimas de un drama que parece no tener fin». Pide hospitalidad, en lugar de indiferencia y pone el dedo en la llaga: «Después de un año, el problema de la inmigración se está agravando y, lamentablemente, se siguen sucediendo otras tragedias con un ritmo acelerado». El mensaje incluye un enérgico llamamiento a las instituciones, especialmente las europeas, a que actúen «con generosidad» para socorrer a estas personas, víctimas precisamente de la «globalización de la indiferencia», contra la que clamó Francisco el 8 de julio del pasado año en su visita a la puerta de Europa.
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