Suscribete a
ABC Premium

La «Rompida de la Hora»: un trueno que hace vibrar las paredes en Calanda

Declarado de Interés Turístico Nacional, el acto, en el que el pueblo estalla en un redoblar de tambores que dura varias horas, tuvo un gran impacto en el genio Luis Buñuel

La «Rompida de la Hora»: un trueno que hace vibrar las paredes en Calanda efe

j.villuendas

«Los tambores, fenómeno asombroso, arrollador, cósmico, que roza el inconsciente colectivo, hacen temblar el suelo bajo nuestros pies. Basta poner una mano en la pared para sentirla vibrar. La naturaleza sigue el ritmo de los tambores que se prolonga toda la noche. Al amanecer, ... la membrana de los tambores se llena de sangre: las manos sangran de tanto redoblar. Y eso que son manos rudas, de campesino», describe el cineasta Luis Buñuel en «Mi último suspiro», sus memorias, acerca de la «rompida de la hora» de la Semana Santa turolense en su Calanda natal, en donde a partir de las 12 del mediodía del Viernes Santo, y tras la campanada de la iglesia, cientos de personas concurrentes en la plaza tocan a la vez el tambor y el bombo. De la quietud artificial al estruendo absoluto. Se responde al silencio de la manera más brutal. E incluso alguno podrá llegar al ensimismamiento, a la evasión del fragor salvo como fondo difuso, como si se estuviera bajo el agua, en ese ojo de huracán sónico en el bajo Aragón, lo que Buñuel definía como estar en «una especie de embriaguez que se apodera de los hombres» , y que será obviamente por muy pocos segundos, que se rompen al igual que la hora también, para volver, para volver a ser golpeado por el ruido de cientos de humanos pegándole al tambor y al bombo.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia