Un temporal como el del pasado fin de semana se produce sólo cada 40 años

Los coletazos se dejan sentir todavía hoy, con la mitad de España en alerta roja por las fuertes lluvias y el intenso viento

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El temporal que el pasado fin de semana golpeó la costa cántabra y llenó de destrozos el litoral regional no es un fenómeno para nada habitual, porque un oleaje de esa intensidad y una marea tan alta no suelen coincidir y, de hecho, es un ... fenómeno que se produce sólo cada 40 años.

Según ha explicado a Efe el investigador César Vidal, del Instituto de Hidráulica de Cantabria, el temporal marítimo en sí no fue «especialmente extraordinario». Aproximadamente cada cuatro años se registra un temporal de esas características. Lo singular es que en este caso ha coincidido con una cota de marea muy alta, también poco frecuente, que ha llegado a niveles que se producen cada diez años. [En imágenes: los desperfectos que ha dejado el temporal]

El hecho de que dos fenómenos tan poco frecuentes coincidan al tiempo, como ha ocurrido esta vez, reduce la probabilidad de que se produzcan sucesos como el fin de semana, que pueden ocurrir con una periodicidad de unos 40 años.

Echando la vista atrás, este investigador, catedrático de Ingeniería Hidráulica de la Universidad de Cantabria, recuerda otro suceso parecido, en la década de los 60, cuando el mar se llevó un balneario de madera que había entonces en la segunda playa del Sardinero, donde hoy está la cafetería del Cormorán. O sin ir tan lejos, hace 20 años el agua entró de lleno en La Concha y destrozó también el balneario de esta playa santanderina. No es, por tanto, la primera vez que el mar golpea con fuerza la costa cántabra, ni será la última, porque estos sucesos se van a seguir repitiendo, los temporales van a ser cada vez más frecuentes y, además, cada vez «más dañinos».

En eso tiene mucho que ver el cambio climático y la subida del nivel del mar. Se calcula que cada año ese nivel aumenta cinco milímetros, y como el fenómeno no es nuevo, porque viene de atrás, en los últimos 40 años habrá crecido unos 20 centímetros, con lo cual, las cotas máximas de marea son más altas.

En los próximos años seguirá esa tendencia y, en opinión de Vidal, lo que habrá que hacer para afrontar esos temporales es tomar medidas preventivas. La ventaja es que los temporales se pueden predecir, y eso da tiempo para alertar a la población y adoptar medidas que «mitiguen» los daños, por ejemplo, cerrando al tráfico las zonas inundables, retirando los coches o colocando sacos que frenen el avance del agua.

También es importante cerrar el acceso a diques y paseos para que no se adentren los ciudadanos, ya que unas olas como las del fin de semana pueden adentrarse en tierra a una velocidad de entre 35 y 40 kilómetros por hora, y no hay quien pueda escapar a pie de su avance.

Además, para evitar los daños en las instalaciones construidas en primera línea, la solución es diseñarlas pensando en que cada cierto tiempo van a recibir el impacto del mar.

Por último, Vidal considera que los ayuntamientos deberían tener planes de contingencia para actuar ante estos sucesos y, a largo plazo, ir pensando también en medidas urbanísticas para valorar si se debe o no construir y dónde.

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