De las «élites» al «precariado», las siete clases sociales de la nueva Gran Bretaña

Un ambicioso estudio, que será publicado este miércoles en el Reino Unido, ha puesto etiquetas a hasta siete grupos sociales diferentes, y ha constatado las limitaciones del rígido corsé conceptual con el que describíamos nuestras sociedades hasta ahora. Solo el 39% de la población británica, por ejemplo, encajaría en lo que tradicionalmente se denominaban como «clase media» y «clase trabajadora».

El estudio Great British Class Survey fue lanzado en enero de 2011 por el laboratorio de «ciencia ciudadana» de la BBC , y han participado más de 160.000 personas en el Reino Unido. Está dirigido por Mike Savage, de la London School of Economics, y Fiona Devine, de la Universidad de Manchester. «Nos permite obtener una imagen mucho más sofisticada y matizada de lo que son las clases», explica Devine. «Seguimos teniendo una elite de gente rica arriba y los pobres abajo, con niveles muy bajos de interacción social o cultural, pero lo interesante y excitante está en el centro, donde existe un área mucho más difusa entre la clase trabajadora tradicional y la clase media tradicional», asegura.

En los estratos más bajos de la darwiniana pirámide social, los autores sitúan al «precariado», el nuevo lumpen proletariado del siglo XXI, con niveles precarios de capital económico, cultural y social, las tres variables empleadas para establecer estas nuevas definiciones. Suponen el 15% de la población, suelen relacionarse con personas similares a ellos y «tienden a no tener un espectro amplio de intereses culturales». La edad media es de 50 años, y el 80% de sus componentes vive en una casa de alquiler. Su renta apenas supera las 8.000 libras anuales. Los autores incluyen aquí a personal de limpieza, conductores de furgonetas de reparto o cuidadores.

Según el estudio, la llamada «clase trabajadora» abarca ahora a otros tres grupos sociales diferentes. El grupo con menos recursos económicos disponibles serían los «trabajadores emergentes de los servicios». El 19% de la población estaría incluida en esta clase, compuesta sobre todo por jóvenes urbanos residentes en los barrios menos caros de ciudades como Liverpool o Newcastle. Se trata del colectivo social más joven, con una edad media de 34 años. Aunque disponen de un nivel bajo de capital económico, disfrutan de un alto nivel de actividades socio-culturales, como ir a conciertos, hacer deporte o usar las redes sociales. Incluyen a cocineros, auxiliares de enfermería o asistentes de producción.

La «clase trabajadora tradicional» abarca a personas mayores, con una media de edad de 66 años, con niveles muy bajos de capital cultural o social –no van al gimnasio, no usan Facebook– pero una cierta seguridad financiera, a menudo debido a la propiedad de una casa. Son el 14% de la población. En general, se refiere a pensionistas de bajos ingresos que han trabajado como electricistas, personal de limpieza o conductores de furgonetas de reparto o de camión, por citar algunos ejemplos.

Un nivel por encima, siguiendo la escala social que dibuja el estudio , estarían los llamados «nuevos trabajadores pudientes», el 15% de la población. Ocupan el nuevo centro de la escala social, con una media relativamente joven de 44 años, e incluye a gente que proviene de la clase trabajadora pero que ha alcanzado una cierta seguridad económica, sin llegar a vivir acomodados. No van a la ópera o al teatro, pero tienen «muchos intereses culturales», les gusta el deporte, los conciertos y son activos en las redes sociales. Los autores piensan sobre todo en los habitantes de las grandes ciudades industriales del norte de Inglaterra. Estos dos últimos colectivos «no se ven necesariamente a sí mismos como clase trabajadora o clase media», advierte Devine.

La clase media queda dividida en dos colectivos, según el estudio. Por un lado, una clase media «técnica» –definida como «un grupo pequeño, distintivo y próspero» que representa solo al 6% de la población– con 52 años de media y residente en zonas suburbanas en el más acomodado sur de Inglaterra. Los autores indican que a menudo trabajan como investigadores en el ámbito científico o académica o en profesiones técnicas. No les interesa especialmente la cultura más –supuestamente– elitista, como la música clásica o la ópera, pero tienen una vida cultural activa.

La clase media «establecida» es el segundo grupo más rico de la pirámide social. Con 46 años de media (son el 25% de la población), trabajan en posiciones directivas o en las llamadas profesiones tradicionales (abogados, ingenieros etc.). Se relacionan con personas muy diversas y disfrutan de una vida cultural rica. Provienen a menudo de la clase media, y tienden a vivir en las afueras de las grandes ciudades.

El 6% de los británicos forma parte de la llamada «elite», un colectivo privilegiado con 57 años de media que son los que tienen más ingresos en el Reino Unido. «Muchos fueron a colegios privados o a universidades de elite», el 97% es propietario de la casa en la que vive, se concentran en Londres y en las zonas más exclusivas de la campiña inglesa, y es el grupo más exclusivo y de difícil acceso social. Provienen casi siempre de «ambientes privilegiados», concluyen los autores.

El margen conceptual y los datos más detallados del proyecto están detallados en el « paper » publicado en la revista científica «Sociology». Sus conclusiones alimentarán sin duda el debate interminable en el Reino Unido sobre el clasismo en sus filas, un debate polarizado por el impacto social de los recortes en el Estado del Bienestar adoptados por el gobierno que preside David Cameron.

Un estudio reciente de menor envergadura, realizado con 2.000 participantes, concluía sin embargo que la identificación con las categorías tradicionales sigue estando muy extendida. Según recogía « The Daily Telegraph », casi la mitad de los encuestados se considera «clase media», y un 48% «clase trabajadora». La clase media estaría definida por unos ingresos anuales de casi 30.000 euros y unos ahorros o inversiones de otros 30.000 euros. La familia británica media –según este sondeo motivado por el lanzamiento de productos de ocio en casa, carente por tanto de credenciales científicas– vive en una casa de tres habitaciones y tiene un coche (un Ford, Opel o Toyota).