En cuarentena

Todo es compatible

«Del silencio de las Mínimas al clamor de barrio en la parroquia: dos maneras de llegar a Dios, directas y sin fisuras»

Iglesia del convento de las Mínimas en la calle Pagés del Corro ABC

En el silencio de la pequeña iglesia del convento de las Mínimas de Triana el tiempo se detiene. Los portalones abiertos que dan acceso al patio del monasterio han sorprendido a los vecinos del barrio, acostumbrados a pasar por delante como si fuera un edificio ... vacío, sin vida ni actividad. Nada más lejos de la realidad. La vida contemplativa sigue su curso detrás de ese muro blanco lleno de historia, donde a principios del siglo XVII se fundó la hermandad de las Tres Caídas de Cristo. El Santísimo espera en el altar a aquellos que, siguiendo la llamada del Papa, dedican unos minutos del día a participar en las jornadas ‘24 horas para el Señor’ y, aunque sólo permanece abierto durante un par de horas, los trianeros acuden a la cita. Muchas caras conocidas que no quieren dejar solo al Señor rezan en la capilla del monasterio.

A pocos metros de allí, en San Jacinto, se está empezando a formar la cola para la veneración de la Virgen de la Estrella. Tampoco la Madre de Dios se queda sola en la inmensa parroquia de los dominicos, recogiendo los rezos y las plegarias de los fieles que echan la vista atrás y sólo ven fatiga, desolación y despedidas en un año sacudido por el horror de la pandemia. Así se vuelca Triana con su Virgen, admirando la extrema belleza de sus lágrimas y el preciosismo de su manto, de su palio y de sus joyas.

Del silencio de las Mínimas al clamor de barrio en la parroquia: dos maneras de llegar a Dios, directas y sin fisuras. Todo es compatible. Y es necesario que lo sea. Desde las veneraciones a las sagradas imágenes titulares de las hermandades y la asistencia a los cultos estipulados por las reglas, hasta la visita a las exposiciones que con conocimiento y acierto acercan el riquísimo y vasto patrimonio de las cofradías a la cultura popular. Todavía no conozco a nadie que haya visitado la magnífica muestra ‘In Nomine Dei’ y no haya salido de allí maravillado. Una forma más de honrar a Dios, de acercarnos al Evangelio, en esta Cuaresma sevillana que no por ser diferente deja de ser menos real.

Volverán las tardes de traslados y ensayos, de capirotes y costuras, de via crucis, de vísperas y de gozos de Domingo Ramos viendo el primer nazareno por el puente. Mientras tanto, disfrutemos con lo que hay, que no es poco, desterremos la tristeza y recemos para encontrar al Señor en todas partes: en el Sacramento del altar de una capilla escondida, en la veneración cofrade, en la corona y en los puñales cuajados de joyas de la Virgen. Dios está ahí, y con eso basta.

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