En cuarentena
Calmar la sed
El quedarnos en casa para salvar al prójimo ha supuesto también ayunar de amigos, de reuniones, de cañas en el bar, de celebraciones varias, y de una Semana Santa sin procesiones
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Iniciar sesiónEn polvo nos hemos de convertir cuando llegue nuestra hora. En polvo ceniciento, humilde y sucio. Tan gris como la vida, que se nos ha pasado en un suspiro en este último año de Cuaresma constante. Han sido tantos los días de lágrimas, de impotencia ... e incertidumbre, de lamentos por la muerte de amigos y familiares, de soledad sin manos. Jornadas de penitencia y abstinencia, porque el quedarnos en casa para salvar al prójimo ha supuesto también ayunar de amigos, de reuniones, de cañas en el bar, de celebraciones varias, y de una Semana Santa sin procesiones.
De hecho, y aferrada a la riqueza espiritual de la fe, no me di cuenta de lo mucho que echaba de menos contemplar un Nazareno en la calle hasta que el 1 de octubre pasado vi, junto a mis compañeros de la Redacción y a través de la pantalla del ordenador, al Señor del Gran Poder salir a la plaza de San Lorenzo. La hermandad celebraba el cuarto centenario del Señor con una misa pontifical que retransmitió en directo a través de internet, acercando así a los que no podíamos rezarle in situ la magnitud de tan especial acontecimiento. Debo decir que en la vorágine diaria del periódico los segundos corren, las noticias vuelan y el ciclón de la actualidad te atrapa en su hélice sin que te des cuenta. No obstante, esa tarde paramos los pocos minutos que el Señor tardó en salir a la plaza. Y entonces ocurrió: tan solo la mirada dulce y compasiva del Señor en la puerta de la Basílica me arrancó dos lagrimones que no supe ni quise esconder en aquella tarde de otoño. Mi compañero Juanjo sabe de lo que hablo pues creo que sentimos lo mismo: la espera ya no sería la misma porque entendimos que la Semana Santa, tal como la llevamos incrustadita en nuestros genes de sevillanos, volvería tarde o temprano para, mientras tanto, darnos cucharadas de esencia y calmar así la sed.
Hoy comienza la Cuaresma. Recibiremos la ceniza y nos prepararemos de nuevo para celebrar la Pasión, la Muerte y la Resurrección del Señor. El lunes rezaremos el via crucis con el Cristo de la Corona y disfrutaremos de las magníficas exposiciones que, con mimo y profesionalidad, han organizado desde el Consejo de Cofradías y el Ayuntamiento para todos los sevillanos. Sentiremos a Dios en la ciudad y, quizás sólo por un momento, podamos olvidar la grisura de la enfermedad que nos acecha para buscar el reflejo dorado de una canastilla en cualquier esquina. No hay duda, porque como dijera Quevedo en su magnífico soneto sobre el amor, seremos ceniza, mas tendremos sentido. Y así seremos polvo, mas polvo cofrade por los siglos que han de venir.
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