novedad editorial
Diego Martínez Torrón: «Si Miguel Delibes, Valle- Inclán o Azorín escribieran hoy tendrían que hacer novelones históricos o detectivescos»
El catedrático y escritor ha publicado 'El alma de los libros' (Berenice), un ensayo que reivindica la importancia de la literatura en la sociedad
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Para Diego Martínez Torrón (Córdoba, 1950), la literatura es más que una forma de expresión artística, es una forma de contemplar la vida a través de los grandes escritores que ha investigado a lo largo de su carrera. Recientemente este catedrático de Literatura de la ... Universidad de Córdoba acaba de publicar 'El alma de los libros' (Berenice), un ensayo que lleva como subtítulo simbólico 'La literatura como refugio' y en el que alerta sobre el peligro en el que nos encontramos, ya que la desaparición de la cultura literaria amenaza con socavar los cimientos de nuestra sociedad. En este libro se reflexiona sobre los desafíos del siglo XXI, desde la explotación de nuestro planeta en busca de beneficios económicos desmesurados a la invasión tecnológica que, aunque ha traído bienestar, también ha contribuido a la alienación de la sociedad, llevando a muchos a pensar y actuar según las tendencias efímeras de las redes sociales.
—¿Cómo se busca un refugio en la literatura?
—Ese tema alude directamente a mi nuevo libro, 'El alma de los libros. La literatura como refugio'. Allí abordo las profundas transformaciones que en el mundo de la cultura y en nuestro caso del libro han producido los enormes avances tecnológicos, que son muy positivos desde el punto de vista de la ciencia, la economía y la información, pero que han cambiado el paradigma de nuestro modelo de cultura y de literatura, con una invasión de los modos anglosajones, que por otro lado respeto y aprecio. En este universo proceloso, con grandes emporios económicos que destruyen ecológicamente el planeta y provocan guerras absurdas y crueles como las que estamos viviendo, la buena y verdadera literatura de todos los tiempos es un perfecto refugio para el espíritu. Y debemos educar en este aprecio del verdadero arte y la verdadera cultura a nuestros hijos y nietos, porque vivimos en lo que he llamado en mi libro 'El Tiempo de la Impostura'.
—¿Qué papel juega la cultura en estos tiempos de involución tecnológica?
—Siempre que ha habido una transformación profunda de los modelos sociales en nuestro maravilloso mundo occidental, ha ido acompañada de una eclosión de la libertad artística y literaria. Hoy sin embargo la cultura queda relegada a unos pocos. Se venden muchos libros, pero ¿qué tipo de libros se venden? No estoy en contra de la literatura de entretenimiento, que tiene su momento, y que practican con maestría genios como Arturo Pérez-Reverte. Pero no todo pueden ser best sellers. Si Miguel Delibes, Valle, Azorín, Cunqueiro o Benet escribieran hoy tendrían que hacerlo editando novelones históricos o detectivescos. Creo que hay que rescatar la verdadera cultura, la de los auténticos creadores, y entonces, si la tecnología se aplica bien en beneficio de todos los ciudadanos, si ambos aspectos se complementan adecuadamente, viviremos una etapa de felicidad. Como dijo Jovellanos, la política es el arte de hacer felices a los pueblos. Ojalá sea así, y la juventud se eduque en esos modos culturales que reivindica mi libro.
—¿Qué peligros hay con la Inteligencia Artificial?
—Representa un gran avance. Siempre que ha habido una gran transformación en la sociedad o la economía, con las máquinas y el ferrocarril, la electricidad etc., al inicio de ese avance ha habido problemas de adaptación. En nuestro mundo son las nuevas tecnologías. La Inteligencia Artificial puede ser una ayuda muy positiva en ciencia, tecnología, ecología o economía. Pero si al mando de esa inteligencia artificial se cuela una persona sin ética ni escrúpulos, va a tener un poder omnímodo sobre la intimidad de todos los ciudadanos que me da miedo pensar. El recurso frente a ello creo que basta con aplicar los criterios de control sobre el poder que ya en el siglo XVIII idearon Rousseau o Montesquieu, a los que lamentablemente -y basta con leer la prensa actual en nuestro país o en otros- no se les hace caso.
—Este ensayo invita a reconectar con la cultura europea, ¿no es así?
—Europa representa el modo más civilizado y avanzado de todo un concepto de democracia, cultura y libertad que está en crisis. Por eso en este libro estudio y valoro la obra de muchos escritores europeos y defiendo su pensamiento que hay que rescatar.
—En su libro habla de Cervantes, Lope de Vega, Espronceda, Byron, Victor Hugo, Juan Ramón, Proust y un largo etcétera. ¿Por qué hay que leer a los clásicos en estos tiempos?
—En nuestro mundo actual hay buenos escritores y escritoras contra los que nada tengo sino admiración y respeto. Pero culturalmente nuestro modelo actual es excesivamente mercantilista. Por ello es importante que no olvidemos las enormes aportaciones que los clásicos han hecho al modo de concebir la sociedad y la libertad que hemos heredado y que estamos olvidando. Es por esto que propongo, sin dejar de valorar y leer obras actuales, el recurrir a los clásicos.
—También habla de la 'cultura para tontos'. Hay escritores y editoriales que se dejan llevar más por criterios comerciales que literarios.
—No creo que la cultura deba ofrecer necesariamente beneficios tan solo económicos. La cultura enriquece nuestro espíritu y por tanto, como valor añadido, nos produce felicidad. Hay que defender la verdadera cultura, que debe crear lectores y educar lectores y no buscar tan solo una rentabilidad económica.

—¿Y por qué hablamos entonces de esa impostura?
—Por lo que le he comentado antes. Impera el concepto de una cultura económicamente rentable tan solo, y eso es un gran error. Pero aún hay muy buenos escritores y editores en nuestro país que defienden con valentía la verdadera cultura.
—¿Cuál cree que es la principal aportación de esta nueva obra suya?
—He publicado ya unos 60 libros en muy buenos sellos. Me encuentro en el mejor momento intelectual de mi carrera como escritor, que espero aún me dé oportunidad de escribir más libros. En muchos de esos libros he realizado probablemente aportaciones de valor, pero en 'El alma de los libros', sin abandonar la necesaria solidez de pensamiento, he prescindido del aparato académico para divulgar y defender de modo ameno la obra de autores que modificaron el modo de pensar y vivir de su época, de un modo ameno y directo. Hay que defender la verdadera cultura, que no es un lujo inútil, porque nos jugamos mucho con ello: hay que defender, a través de la cultura, nuestro tradicional concepto de libertad, que está en riesgo.
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