entrevista
«En la Universidad de Harvard vi a amas de casa entrando en las clases. Su concepto de universidad es más abierto que el de España»
El catedrático y experto en Derecho Administrativo Antonio José Sánchez, titular de la primera cátedra de Inteligencia Artificial y Derecho Público creada en España, denuncia el exceso de burocracia: «Nos asfixia y nos desincentiva a la hora de hacer cosas»
«Empiezas con 80 alumnos y acabas con 20 ó 30 y con esta renuncia a las clases tememos que no haya relevo generacional cuando nos jubilemos»
«La IA es el sueño de cualquier dictador»
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Iniciar sesiónAntonio José Sánchez dirige el departamento de Derecho Administrativo de la Universidad de Sevilla y tomará posesión el mes próximo de la cátedra Soltel de Inteligencia Artificial y Derecho Público, pionera en España. Premio Extraordinario de Doctorado, este catedrático sevillano, discípulo de Alfonso Pérez Moreno, ... ha recibido varios premios de excelencia docente y realizado estancias en Estados Unidos, Alemania e Italia.
-¿De dónde procede su pasión por el Derecho?
-Mi padre fue oficial primero de notaría y recuerdo que siempre traía casa los protocolos, las herencias, las creaciones de sociedades. Lo hemos mamado de chiquititos. Mis dos hermanas también son juristas.
-¿Qué le llamó más la atención de la Universidad de Harvard, considerada la mejor del mundo y una fábrica de premios Nobel?
-Como investigadores y futuros profesores se nos exigen estancias predoctorales y postdoctorales y el tema de mi tesis, los convenios voluntarios en materia ambiental, no estaba desarrollado en España. Mi maestro, Alfonso Pérez Moreno, me dijo que iba a a tener que viajar mucho porque de esto no había nada escrito en España. Y estuve investigando en Harvard, Frankfurt, Bolonia y Florencia. En Harvard y esas otras universidades el concepto de universidad es mucho más abierto que el de Sevilla y otras universidades españolas, que es el de un ente cerrado, por así decirlo, donde uno va a sacar su título y luego se desentiende de la universidad. Recuerdo en Harvard a amas de casa entrando en un aula porque tenían interés en una clase concreta y nadie les exigía acreditación o ningún tipo de control. No eran alumnas pero podían escuchar las clases. Y los egresados regresaban constantemente allí a actualizar conocimientos y seguir recibiendo información.
-¿Tenían allí tanta burocracia como en España?
-No, todo era y es mucho más abierto y mucho menos burocrático. Aquí hemos sufrido endémicamente el modelo francés, donde hay que pedir muchísimos papeles y autorizaciones para cualquier ayuda, compra o viaje. Aquí tenemos que pedir autorización al departamento y al decanato y hacer una justificación a veces demasiado desproporcionada.
-Supongo que todo eso no supone precisamente un incentivo para hacer cosas....
-Desincentiva realizar cualquier cosa. En las universidades de Estados Unidos no es así y el catedrático que me acogió a mí contaba con una secretaria para realizar las tareas burocráticas. Después, el gasto de dinero lo hacía discrecionalmente con una tarjeta que le daba a la universidad y podía hacer ese reembolso. Con esa tarjeta podía hacer viajes o comprar ordenadores. Y yo alucinaba cuando vi eso viniendo de Sevilla. Una compañera de aquí lleva más de mes y medio esperando un ordenador que necesita para una investigación. Aquí lo normal es tener que esperar más de un mes para recibir material inventariable. Para contratar personal, hace falta autorización del rector. Para comprar cualquier cosa, hace falta autorización de la gerencia y de la intervención. Aquí es mucho más complicado hacer cosas porque la burocracia nos asfixia. En Alemania, como en Estados Unidos, cada profesor tiene su secretaria, sus gastos y la confianza de la universidad para hacer cosa. Aquí no se puede hacer nada rápidamente, ni siquiera comprar un libro.
-Dirige un departamento considerado de los mejores de España en su clase desde los tiempos de Manuel Clavero Arévalo.
-Él fue el maestro de la escuela sevillana, una persona que he tenido una ascendencia muy fuerte en el Derecho Administrativo español. Ganó la cátedra muy joven, con veintipocos años, y luchando con gente de Madrid y de Barcelona. Él siempre quiso crear una escuela en Sevilla, independiente de las escuelas que había en España como la de García de Enterría, y formó a gente de talla internacional como Alfonso Pérez Moreno, Francisco López Menudo o Pedro Escribano, o sea, gente que ha sido muy importante en el derecho español. En mi departamento no se entra por nepotismo, ni por amistades, siempre entran los mejores expedientes de cada promoción y eso garantiza que se trata de personas con mucha valía.
-¿El nepotismo se ha superado ya en las universidades españolas?
-Yo diría que se ha superado bastante. Cuando entré hace ya 28 años, era un sistema mucho menos reconocible y no había una trazabilidad o una objetivización sobre cómo se entraba o cómo no se entraba. Con la modificación de la ley de universidades, se nos exigen que seamos personas acreditadas. Ya no vale que un catedrático le diga a un alumno que le guste: «¿Te importaría meterte en la cátedra»? Eso ya no se puede hacer porque ya la valía de la persona que entra no la mide el catedrático o la propia universidad, sino desde el Ministerio. Hay una acreditación nacional que demuestra que tienes el currículum suficiente para ser profesor, ayudante o contratado o titular o catedrático. Entonces ya se ha objetivado muchísimo.
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