El reloj de...
María José Herrera: «Yo creo que fue Silvio quien empujó el caballete porque no le gustaba cómo quedó»
Autora del busto que inmortalizará la memoria del roquero, asegura que su timidez le impidió compartir más con tan genial figura local
Félix Machuca
Sevilla
—Usted, en Roma, ha llorado delante de una estatua de Bernini. ¿Eso es normal?
—Para mí, sí. Me emociona mucho. Es como si el mármol latiera con el ritmo de la vida. Te pone los pelos de punta.
—¿Y su llanto venía ... motivado por la belleza, por la conmoción artística o por algo que se siente y casi es imposible explicar?
—Me resulta muy difícil de explicar esa emoción. Me pasó igualmente con el Moisés. Cuando lo tienes delante, con su verdadera dimensión, con todo el peso de su excelencia artística, estás viendo a Miguel Ángel tallándola.
—¿Con Rodin también le pasó lo mismo?
—El Beso de Rodin lo habré modelado no menos de quince veces. Todos para cumplimentar regalos. Uno de ellos de medio metro de altura que viajó hasta Alemania. Y está expuesto en el jardín de una casa en Bremen.
—Sé que en el Bellas Artes sevillano usted se sienta horas y horas delante del San Jerónimo de Torrigiano hasta verle los poros de la piel. ¿Siente admiración o envidia?
—Una emoción y una admiración muy grande. En la Escuela modelé la cabeza de ese San Jerónimo, que gustó mucho en clase, tanto a la profesora como a mis compañeros. Lamentablemente, me lo rompieron mis hijos de un balonazo.
—El fútbol no siempre valora a los artistas…
—(Risas) Y le diré más: también acabaron con el busto de una gitana que yo la llamaba 'Orgullo de raza'. Ese día mis hijos no jugaron al fútbol, pero corrieron mucho delante de mí.
—¿Con Silvio ha llorado o se ha reído?
—He llorado de risa con él y sus cosas. Sus frases eran geniales. Siempre le recuerdo esta: «Todo el mundo va a lo suyo, menos yo que voy a lo mío…»
—El día que vea ese busto instalado en Los Remedios ¿le pasará lo que le ocurrió en Roma con Bernini?
—Me emocionaré con toda seguridad. Pero Bernini es otra dimensión. Lo que sí me haría mucha ilusión es verla colocada en Los Remedios antes de que finalice el año.
—Estando tan cercana a Silvio por su círculo de amistades, ¿por qué se mostró siempre tan tímida? ¿La impresionaba?
—Lo veía debajo del escenario y era todo un espectáculo. Una vez me invitaron a verlo en su camerino, me lo presentaron y tuvimos una conversación tan surrealista que ni me acuerdo de lo que hablamos.
—¿Dibujó muchos bocetos para documentar el modelado?
—Jamás he dibujado un boceto. En la Escuela me hacían dibujar y yo pedía por favor que no me lo pidieran, que prefería hacer una aproximación al modelado con plastilina. Nunca he dibujado. Y eso que entré en la Escuela para dibujar.
—Pero usted modeló el busto escuchando sus discos. ¿Le daba pistas de su alma lo que oía?
—Sí, sí, sí. Su mirada, su mano, sus gestos volaban en las letras y la música de sus canciones. Era como tenerlo a mi lado de modelo.
—Eso también le ocurrió cuando modeló a su abuela y el relieve que le hizo a su padre y que él no llegó a ver…
—Pero con dos matices. Para el busto de mi abuela escuchaba a la Piquer. Y para mi padre, marchas de Semana Santa.
—Por cierto, a su abuela le llamaban La Carpintera. ¿Por qué?
—Porque su marido, mi abuelo, era un carpintero muy bueno. Fue uno de los que hizo los techos de la Plaza de España y los artesonados del pabellón del 29 de Argentina y otros pabellones.
—A su padre, en marmolina, le modeló la cabeza de un Cristo que presidía su tumba en el cementerio.
—Lo fui modelando pegotito a pegotito de barro según me salía la idea de la cabeza. Luego lo pasé a marmolina. Él no llegó a verlo. Me pedía siempre que quería que le dedicara un Cristo o una Virgen. Se fue y me quedé con ese pellizco. Presidió su tumba y en placa le puse: «Tu recuerdo me inspiró está obra de amor».
—¿Nunca ha modelado nada relacionado con la Pasión?
—Me atreví con un Ecce Homo. Y hasta ahora.
—Haría cosas maravillosas escuchando el 'Rezaré' de Silvio…
—Es el tema ideal para modelar vírgenes. Soy macarena y tengo eso pendiente con la Niña de San Gil.
—¿Ve al Gran Poder y qué siente?
—Mucho respeto. Me pasa igual con el Cachorro que tanto le gustaba a Silvio.
—¿Y al Pilato de San Benito?
—Es buena gente y más guapo que el macareno.
—¿Cree que fue el destino el que hizo que se rompiera su primer modelado de Silvio?
—Yo creo que fue Silvio el que empujó el caballete porque no se gustaba cómo había quedado. Y me dio la oportunidad de que un inmortal me inmortalizara con una segunda vez.
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