De líderes de la uva en Sevilla a comprarla en Mercadona para las campanadas

«Vivimos de la uva, tenemos muy presentes la uva en toda la familia, pero llega Navidad... y no tenemos. ¡Es así! En un ratito voy al Mercadona a comprar para todos». Quien así se expresa es Margarita, cara visible de la empresa y tercera generación de un linaje familiar que se dedica tanto al cultivo como a la comercialización de uvas para su consumo en fresco. Junto a su hija, Daniela, fiel a las citas en las fincas, Margarita explica a ABC que Chronofruit saca a la venta la uva más tempranera de toda Europa, pero que no les da para llegar al mercado invernal: «Lo de Los Palacios no es normal. Es una bendición. Y se lo digo porque así lo piensan todos los agricultores. Hay un clima especial, justo en el sector en el que nos encontramos. Cuando no hay uva en ningún lado, aquí la hay. Y luego, al revés. Ahora, en Navidad, estamos sin nada. En junio, julio y algo de agosto, somos los mayores exportadores. Enviamos a toda España, a Países Bajos, a Portugal, a muchos más países. Nosotros le vendemos a Lidl. También lo hacíamos a Mercadona, pero, como le digo, es en los meses de verano. Nuestros principales clientes son las cadenas».

La dueña de la empresa habla de «privilegio» en un momento del mercado donde los consumidores buscan las uvas: «Lo de la Navidad... pues es verdad. A veces pienso cuánto podríamos vender con las campanadas. Pero es no, y ya está. Nos tenemos que conformar, y estamos muy contentos con lo que nos ha tocado, por ser los primeros en producir. A principios de verano ya estamos vendiendo. Eso es rarísimo en cualquier lugar. Después vienen las demás empresas, las de otros lugares de España y de Europa. A mí me gustan mis uvas, claro. Pero no pasa nada porque en Navidad coma otras, ¿no? No sé de dónde serán las que vaya a comprar. Sé que de Chile traen». Margarita sostiene que en su casa, a pesar del «malestar» que podría suponerle el no producir uvas en este momento y el estar rodeada de vendimia durante prácticamente todo el año, siempre se celebra la llegada del año nuevo «como debe ser». Con su niña en brazos, insiste en este asunto. «Nos comemos las 12 uvas. Una por cada campanada. A veces, a mí me cuesta y no termino porque no me da tiempo. Pero esto en mi casa es sagrado. Para todos. Además, también hay otra razón para mí importante. En la empresa, con la crisis, hemos tenido malos momentos, algunos muy muy complicados. Si se da cuenta, en los textos bíblicos, en la Biblia, hay muchísimas alusiones a la vid, a la viña, a las uvas. Yo creo. Y me anima a seguir adelante, a pesar de que la sequía nos está haciendo un daño que nadie se puede imaginar».

Con el recuerdo del esfuerzo de su padre, Santiago, y su abuelo, Antonio, los hermanos Amador Jiménez han venido aguantando estoicamente los devenires propios de la climatología, pero jamás, como asegura Margarita, han pensando en el abandono. «La uva es nuestra vida; somos la tercera generación y queremos seguir creciendo, por mucho que en Navidades nadie se acuerde de nosotros», explicó entre risas y buen humor.