Hacer un jeroglífico de la ubicación de los centros de acogida de personas excluidas es una mala carta de presentación de Sevilla.
Me gustaría que la ciudad llamara al albergue de transeúntes por su nombre, sin recurrir a estúpidos eufemismos, como llamarlo 'centro de alta ... tolerancia'. Me pregunto: ¿Hay centros municipales de baja tolerancia? Sería todo un descubrimiento. Y me sigo preguntando: ¿hasta qué punto hay que ser tolerante con quienes alteran la convivencia? Yo prefiero una ciudad que llame a las cosas por su nombre, que no oculte el lugar donde da cobijo a las personas excluidas por miedo a la vecindad. Una ciudad en la que los políticos no usen esa información para buscar en los suburbios de la conciencia un voto. En la que el albergue esté bien atendido, que no sustituya a otros recursos de salud mental y no genere a su alrededor un conflicto social. Espero que sea posible algún día.
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