Cáncer de colon: la bolsa o la vida
Dos pacientes del Hospital de Osuna que han sufrido colostomías a causa de tumores colorrectales cuentan su día a día con la esperanza de desterrar estigmas sobre los estomas que les permiten realizar el tránsito intestinal a través de una bolsa
El Hospital de Osuna consolida la enfermería de práctica avanzada con dos nuevas consultas
Sevilla
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Iniciar sesiónManuela (63 años, tres hijos) salvó su vida vida hace diez años gracias a una compleja operación en el Hospital de la Merced de Osuna que acabó con un tumor que tenía alojado en su colon. Por desgracia, el cáncer obligó a extirparle el recto ... y los cirujanos tuvieron que practicarle una colostomía para que pudiera seguir realizando sus funciones fisiológicas. Le hicieron un estoma que permite unir el colon a la pared del abdomen de modo que el tránsito intestinal es derivado hacia el exterior y las materias fecales pueden llegar a una bolsa.
Los pacientes (muchos, cada vez más, hombres y mujeres) que han sufrido esta operación tras un cáncer bromean con esta bolsa y dicen que «la bolsa o la vida». Y es literal porque gracias a esa bolsa pueden seguir viviendo y teniendo una calidad de vida aceptable, correr, viajar, trabajar, cuidar de sus hijos o de sus familiares mayores. «Ahora estoy un poco preocupada porque parece que se me está cerrando la abertura», cuenta a ABC.
Manuela tenía el tumor a siete centímetros del recto y los médicos no pudieron salvarlo y lleva casi una década expulsando la orina y las heces por ese agujero que ahora cree que se le está cerrando. «Al principio se te hace un mundo y recuerdo que era mi hermana la que me tenía que poner la bolsa porque yo no quería saber nada de ella, pero al año me tuvieron que operar otra vez y entonces ya lo acepté. Estuve un año sin aceptar la bolsa pero afortundamente me acepté. No queda otra».
La bolsa se cambia cuando se llena y esa operación se hace de forma rápida y sencilla, aunque hay muchos tipos de bolsas, de una, dos y tres piezas, en función de la piel y sensibilidad del paciente. «Ya hasta me cachondeo de la bolsa y hago bromas y chistes sobre ella», asegura. A quien se ha visto cerca de la muerte, como casi cualquier enfermo oncológico, ir con una bolsa por la vida debe de ser un mal menor. «A mí esto me parece ya la gloria», bromea. No es extraño que el Hospital Comarcal de Osuna se plantee crear una escuela de pacientes con estoma y que haya pensado en Manuela para animar a las «nuevas» que tendrán que pasar por lo que ella pasó hace diez años.
Y otra en la que han pensado para impartir charlas en esta futura escuela de pacientes es Maricarmen. Tiene 55 años, dos hijos y una colostomía. Se la hicieron hace dos años tras otro cáncer del que aún no se ha curado y por el que recibe en este momento un tratamiento de quimioterapia. El agujero por el que realiza su tránsito intestinal lo tiene en la parte izquierda del abdomen y también le llevó tiempo aceptarlo. Tanto que perdió 15 kilos en los primeros meses de la bolsa. «Después engordé casi diez pero me costó mucho normalizar todo esto», reconoce.
Lo normal es adelgazar después de la operación y al año ir recuperando paulatinamente el peso anterior. Lo cuenta Rosario, enfemera de práctica avanzada en ostomías en el Hospital de Osuna, y ángel de la guarda de Manuela y Maricarmen desde el principio de su recuperación tras las agresivas cirugísa que desencadenaron sus tumores. «La idea es captar al paciente desde que es diagnosticado de cáncer colorrectal, principial causa de ostomías. Visitamos al paciente y le explicamos en qué consiste un estoma para que se vaya haciendo un poco a la idea y sepa que no va a estar sola sino que una enfermera les va acompañar durante todo el proceso», cuenta. Aunque hay estomas provisionales que luego se cierran, la mayoría suelen convertirse en permanentes, cuenta Rosario. «Es bueno que se vayan familiarizando con su uso y a convivir con ellos porque les acompañarán siempre». Hay muchos tipos de pacientes y distintos tipos de bolsas y el paciente tiene que elegir con la que se sienta mejor o más cómodo.
El problema principal para Manuela, Maricarmen y los miles de personas que sufren cada año una colostomía en España es afrontar un cambio tan importante de imagen corporal y la pérdida del control de expulsión de gases. «No todos los estomas son son iguales y algunos tienen un aspecto menos estético e incluso precisan de dilataciones para que no se cierren», cuenta esta avezada enfermera. Por algunos se ven las tripas, cuenta Manuela, y algunas bolsas se pueden ajustar para minimizar todo lo posible los ruidos que se puedan producir.
La dieta
Para estos pacientes es muy importante la dieta y hacer ejercicio. Hay que saber lo que se puede comer y lo que no se debe comer. «A mí me encantan los frutos secos pero no puedo comerlos porque siento como si me arañaran el estómago. Tuve que adaptar mi dieta», cuenta Manuela, que no ha tenido problema ninguno con la ropa que se pone. «Al principio siempre tenía la sensación de ue todo el mundo me estaba mirando la barriga y que estaban pendiente del olor que pudiera despedir, confiesa. Y añade: «Te tienes que acostumbrar y si sale algún gas, es lo que hay. No puedo evitarlo. Mis hijos lo tienen muy asimilado y mis amigos también».
Los estigmas aún acompañan a estos pacientes y uno de sus grandes miedos sigue siendo que se produzca una fuga en la bolsa. «A mí sólo me ha pasado una vez en ocho años, aunque fue bastante vergonzoso», recuerda Manuela un día que se tomó varias cervezas. A Maricarmen le dio una diarrea un día que estaba llevando a su hija a la estación para coger un tren. La diarrea se la produjo la quimioterapia, un tratamiento que en otras ocasiones provoca estreñimiento.
Saben que no puede beber mucha cerveza porque se les llena la bolsa. «Tengo clarísimo lo que me puedo tomar y en qué dosis. Pero puedo comer y beber prácticamente de todo, siempre con una medida».
Maricamen evita en todo momento las comidas proclives a producir flatulencias cuando almuerza fuera de casa y las reserva para la intimidad. Le gustan las verduras frescas y las legumbres pero las evita en restaurantes y reuniones sociales. «Al principio del postoperatorio se recomienda una dieta sin fibra para que el colon descanse, es decir, poca fruta. Se aconseja que coman despacio y mastiquen bien. El alcohol y las bebidas con gas aceleran el tránsito intestinal y se desaconsejan para estos pacientes durante esos primeros meses. Las verduras deben ser trituradas, en forma de puré o de crema. Hay pacientes a los que el salmorejo les sienta bien y otros a los que al contrario», dice Rosario.
Manuela se queja de que los servicios de los restaurantes y bares sevillanos no están adaptados para los cambios de bolsas de pacientes con estomas. «Lo pasamos mal, resulta muy incómodo, no hay espacio en los lavabos ni espejos en los que puedas verte y realizar el cambio con comodidad. Debería normalizarse todo esto y contar con nosotros, que somos muchos», dice.
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